— ¿Pero no piensas estudiar nada en estas vacaciones?
Estaba tirada en la cama mientras escuchaba música y ordenaba mis pensamientos con todo lo sucedido. Había sido una odisea esconder mi brazo vendado de mis padres, pero lo había conseguido.
— Son los primeros días de vacaciones, dame descanso. — Suspiré y me giré sobre mi misma para quedar mirando al techo. Ella negó con la cabeza y se fue por el pasillo. Diez segundos después escuché de nuevo sus pasos y se volvió a asomar.
—¿Qué tal con tu nueva amiga Martha? ¿Por qué no le dices de venir a comer algún día y así la conocemos?
— Si mamá.—Dije cuando ya había desparecido por el pasillo. No sabía si ella querría venir y en parte me sentía mal porque esto no se parecía en nada al palacio donde ella vivía. Mi móvil vibró indicando una llamada y cerré la puerta para tener intimidad.
— ¿Hola? ¿Policía? ¿Alguien sabe algo de mi mejor amiga?
— Eres una exagerada. Sólo he desaparecido dos días. — Dije entre risas, ella suspiro al otro lado. No eramos de las amigas que se ven todos los días y hablan a todas horas, pero si a alguna le pasaba algo siempre tendría a la otra a su disposición. No hace falta estar juntas cada segundo para que la amistad sea buena y real.
—¿Y dónde te has metido?
Ahí vino el problema, no había encontrado la forma de explicarle los últimos acontecimientos y mucho menos quería hacerlo por teléfono. Cuando hablamos por última vez le expliqué que en la playa había ayudado a una chica pero no di detalles más allá.
— Nada interesante en realidad, ¿y tú?
Y así siguió la conversación hasta que tuve que ir a cenar con mis padres. Estuvimos hablando sobre la cena de fin de año y los preparativos pero yo aún seguía pendiente del móvil y de esa llamada que nunca llegó.
***
21 de Diciembre
Había salido a desayunar con mis padres y estaba en mitad de una tienda cuando me llegó un mensaje. Corto, conciso, claro y preocupante.
—Mamá, necesito ir a casa. Martha necesita que la acompañe a comprar ropa para la fiesta de fin de año. — Dije rápido, ella solo asintió mientras seguía mirando adornos de Navidad.
Me alegré de que estuviéramos a diez minutos escasos de casa, cuándo llegué el coche negro de la última vez estaba aparcado enfrente. Jacob me abrió la puerta de copiloto al verme llegar.
— Buenos días.
— Buenos días señorita Lydia.
Estaba angustiada, algo iba mal y en el fondo de mí lo sabía. Intenté concentrarme en la radio o en mis redes sociales pero no funcionó. Jacob carraspeó cuando aparcamos delante de una clínica enorme. Era un lugar prestigioso eso sin duda, yo lo había visto por las noticias. Una de las mejores residencias hospitalarias del país.
—¿Qué ha pasado?
—Es mejor que la señorita Martha se lo explique pero no se preocupe. Ella la espera en la entrada.
Asentí mientras me bajaba con rapidez y me despedía con un 'adiós' bajito. Tal y como Jacob había dicho, ella me esperaba sentada en uno de los sillones que decoraban la entrada. Se veía cansada, con muchas ojeras y los ojos rojos. Me acerqué hasta sentarme a su lado y correspondí su abrazo.
— ¿Que pasa?
Tenía la angustia recorriendo mi cuerpo, sabía que esto tenía que ver con el Thomas mencionado en el coche la otra vez. Aún así me aguanté y la abracé con todas mis fuerzas esperando a que estuviera lista para hablar.
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Los trillizos R
RastgeleUn historia demasiado cliché. ¿Qué pasaría si una chica normal y corriente que tiene como hobbie leer se encontrase en la vida real a unos trillizos guapos, ricos y diferentes? Man, David y Christian son tres hermanos muy diferentes pero muy unidos...