Capítulo 10 - ¿Es una broma?

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El primer instinto que tienen las personas cuando escuchan un disparo es cubrirse la cabeza, gritar y tirarse al suelo. Pues yo me quedé de pie y sin mover un sólo músculo. Todo ocurrió muy despacio, a cámara lenta, más disparos y el sonido de vidrios rotos.

David se abalanzó sobre mi llevándome al suelo con él, mi espalda chocó contra la tierra pero el miedo me tenía tan paralizada que no podía sentir dolor. Él me arrastró hasta unos árboles que nos ocultaban de la casa, sus manos tomaron mi cara y sabía que me estaba llamando pero lo oía muy lejano. 

Sus manos estaban con firmeza sobre mis mejillas, mi respiración era acelerada como mi corazón pero algo no iba bien. Mi vista se estaba nublando y me ahogaba.

— ¡Joder Lydia reacciona!

Más disparos, y un escalofrío que me recorrió toda la columna. Mis manos agarradas con fuerza al suelo, y mi mente en blanco. David me obligó a mirarlo pero no era capaz de enfocarlo. Me sacudió un par de veces más.

— Respira. Lydia.

A pesar de estar a mi lado lo sentía kilómetros de distancia. Muchos disparos y gritos. Miedo. Silencio. La presión en mi cara, mis manos hechas polvo por arañar la tierra. Pánico. Miedo. No estaba respirando, lo sabía. Intenté inhalar pero me ahogaba. Las facciones de David eran pura desesperación, ¿y preocupación?

Sus manos aún en mi cara ejerciendo presión, nuestros cuerpos pegados, los dos de rodillas en el suelo. Más gritos y disparos. Cristales. Pasos. Personas corriendo. Yo en blanco, él maldiciendo. Sus labios.

David me estaba besando. Su boca impactó con fuerza y de manera inesperada, cerró sus ojos y yo por inercia también. Su mano derecha bajó a mi nuca y me empujó hasta él con ganas. Mis manos abandonaron el suelo y me agarré a sus hombros para no caerme. No había nada más en ese momento.

Cuando se separó ya podía volver a respirar, dejé caer mis brazos pero fue él quien marcó distancia. Silencio. Se puso de pie en el momento que Chris aparecía corriendo por el jardín.

— ¿Estáis bien? — Primero revisó a su hermano y luego a mi. Sus manos pasaron por mi cara asegurándose que estaba intacta y luego me abrazó. Su tacto no me ardía, no me hacía sentir tan viva.

Martha y Man llegaron también. Todos estábamos bien y quería alegrarme pero seguía pensando en lo ocurrido. — Tenemos que entrar, la policía viene en camino. No sé como se han saltado las alarmas y todo. — La desesperación del hermano responsable me hizo pensar en la situación. Quería hacer muchas preguntas.

— ¿Quienes eran? ¿Que ha pasado? ¿Qué querían? — Silencio. Martha me miró unos segundos antes de suspirar. Tenía miles de preguntas por hacer, el miedo aún estaba en mi cuerpo pero la curiosidad le sacaba ventaja.

—Los guardias los han reducido. No hay ningún herido. Suerte que estabas fuera con David.

Su comentario me hizo sonrojar. Mierda, no es el momento de ponerse así. Todos caminamos juntos hasta la casa, con mucha tensión en el aire. ¿Como estará Nana? ¿Por qué parecen todos tan tranquilos?

— Lydia. — Susurró y agarrándome del brazo nos dejó fuera de la casa, su ceño estaba fruncido y me miró fijamente. Intimidación. Su mano aún sosteniendo mi muñeca enviándome corrientes eléctricas. ¿Qué me estás haciendo sentir? — No quería besarte, ha sido un error. No sabía que hacer para que dejaras de estar en shock. Realmente ha sido asqueroso.

Asqueroso. La palabra se hizo eco en mi mente y sentí como si me hubiese golpeado. Retrocedí y me soltó, me dieron ganas de abofetearlo pero me contuve.  Asqueroso. — Supongo que la cualidad de besar bien se la quedó Chris.

Los trillizos RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora