Sabia muy bien que podía confiar plenamente en Adler.
El chico aprendía rápido, por eso, cuando llegue al hotel, todo estaba en un perfecto orden. Los mozos de esta noche estaban en la cocina, las mesas y platos en su lugar correspondiente y todo parecía estar organizado.
Camino por los pasillos del hotel, buscando a Adler y darle aviso de que faltan 20 minutos para comenzar todo. Los premios que iban a subastar, estaban con un retraso de 15 minutos. Algunos eran obras de arte, había también alojamiento por una semana en cualquiera de los hoteles de la familia Soloviov y hasta casas playeras en España. Lo que se recaudaría, iba a ser donado a una un orfanato aquí en Moscú.
–Adler –lo llamo. Se disculpa con uno de los mozos y se acerca a mí.
–Mila– me mira de arriba abajo, y sorprendido abre los ojos, el pobre acaba de sonrojarse –, estas hermosa.
–Muchas gracias –le sonrío – ¿alguna noticia sobre los premios?
–Oh, sí. Ya llamé a la empresa y me prometieron que en menos de 10 minutos estarán aquí.
Asiento con la cabeza y le pido que me acompañe.
Ambos entramos al gran salón donde varias personas van de aquí para allá arreglando las cosas. Dejamos un espacio en medio para que la gente pueda bailar, porque claro, habíamos contratado al ballet de músicos mas exclusivos de toda la ciudad. Las mesas están perfectamente decoradas con un arreglo florar de rosas, una docena para ser preciso, todas las mesas tenían manteles elegantes de color blanco, que combinaban con los cubiertos de oro que estaban en los platos, y las copas que tenían una línea de oro en los bordes. Todo estaba listo para poder comenzar.
–Bien, las obras de arte se subastarán a lo último –lo miro –. Y tu te encargaras de todo esta noche.
–P-pero...
–Sin peros. Estas bien encaminado para cualquier situación, Adler –lo animo –. Confío en ti plenamente. No me decepciones– lo apunto con mi dedo –. Si necesitas algo, o si pasa algo, puedes venir a pedirme ayuda. No te la negare. –palmeo su mejilla y me alejo.
Creo firmemente que podrá llevar la organización de un evento para casi 300 personas. No iba a no hacer nada, porque no es lo mío, por eso me dirijo a la cocina para ver como van los platos. Hablo con el maestro de cocina, y me asegura que están todos a tiempo.
Poco después que este anotando la hora en la libreta, la gente comienza a entrar y veo como Adler los atiende gentilmente. Nuestros ojos se encuentran y le levanto los pulgares en forma de aliento.
Estoy pendiente a la puerta, porque seguramente Max no tarde en aparecer y mi jefe tampoco. De frente, me encuentro con la tipa que me abordo hoy a la tarde en la tienda de Chanel. Cuando se da cuenta que estoy parada con el sujetapapeles al pecho, me sonríe burlona y hace una mueca de asco.
Pero dios mío, ¿qué le pasa a la gente?
Pelearse por un hombre es sumamente ordinario. Nadie podía querer arrastrarse y dejar en el suelo su dignidad por un poco de cariño. Trato de no mostrar ninguna emoción cuando pasa por mi lado y suelta una risita hipócrita. En cambio, la abuela de Nikolai se acerca a mi sonriente y no dudo de copiar su acción.
–Buenas noches, Tatiana –ella me abraza. Pero si es un amor de persona.
–Pero mira lo despampanante que estas, Mila Rinaldi –me observa –. Deja algo para las demás mujeres–ambas comenzamos a reír y niego con la cabeza –. Ningún hombre puede sacar sus ojos de ti, pero si eres como una bruja.
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Nunca nada
Dla nastolatkówNikolai Solovióv nunca esperaba nada de sus amantes. Nunca esperaba una relación, nunca esperaba sentimientos y sobre todo nunca esperaba amor. Su alma era libre de compromisos serios y así esperaba a que se quedara, hasta que llego ella. Cuando Mil...