Creo que nunca alguien durmiendo me genero tanta paz
Era solo ver como su pecho subía y bajaba de manera lenta, como sus ojos, cerrados, descansaban sin preocupaciones. Los labios de Nikolai eran realmente bellos, y sabia lo maravillosos que eran cuando recorrian mi cuerpo, sus manos, una arriba de su pecho y otra cerca de mi rostro, estaban tibias y su rostro, que parecían esculpido por el mismísimo puto Miguel Ángel, estaba frente al mío, de costado, y parecía que no podía apartar mis ojos de él.
Eran pasada las 6 de la mañana, era viernes y lo que se suponía era el día del gran evento de caridad del hotel Soloviov. Era el día en que iba a volver a ver a Max después de tanto tiempo y a su nueva esposa por contrato. Hasta parecía gracioso imaginarme un Max casado, pero así era.
Los ojos de Nikolai tiemblan, y se abre lentamente, chocando con los míos. Sus increíbles ojos claros me examinan de arriba abajo, su mano que estaba cerca de mi cara, se mueve para poder acariciarme la desesperación.
–Hola –susurro.
–Hola, tú –me sonríe y yo hago lo mismo.
–Perdón si te desperté –me avergüenzo y aparto la mirada.
–Descuida, siempre me levanto a esta hora – me calma.
–Ah –digo, sin saber que decir. Pero ¿Qué me pasa? De un momento para el otro siento los nervios crecer dentro de mí, nunca había estado nerviosa así porque sí. Mis palmas sudan y un nudo crece en mi garganta. –¿Quieres desayunar? –Pregunto, sin mirarlo.
-No. Tengo que hacer algo antes de ir al hotel –se levanta y recoge sus cosas.
Me siento sobre la cama y me rodeo con mis propios brazos. Se voltea y me observa, le sonrio tímida y se inclina para besarme en lo que creo que son los labios, pero no, me besa en el frente y se aparta, dejándome congelada.
–Nos vemos en unas horas, bonita - se da la vuelta y desaparece por la puerta de mi habitación. Segundos después escucho como la puerta de entrada se cierra y lo único que hago es acurrucarme mas en las sabanas de mi cama.
–Cualquier cosa que me pase me llamas –digo atreves del teléfono.
–No te preocupes, Mila –Adler me calma-. Te llamare cuando pase algo.
Suspiro un poco más relajada.
–-De acuerdo. Nos vemos –cuelgo, y apresuro el paso.
Decidí tomarme la mañana libre, tenia que ir a una reunión de padres en la escuela de Alec y no podía darme el lujo de faltar, se lo había prometido a William.
Los padres de los amigos de Alec eran gente de muy calida, y la escuela anuncio que los chicos tenían como proyecto pasar un día en los trabajos de sus padres para ver el mundo laboral de cada uno. Mas de uno estaba emocionado, y yo pensé que el deseo de Ivan de conocer a mi hijo se convertiría en realidad.
–¿Qué te parece? –Le pregunto a Alec.
–Me gusta más el negro –contesta. Después del colegio, habíamos ido a comprarme un vestido, él había aprovechado a comprar un par de libros y pasamos por la tienda vegana para comprar provisiones.
–Tienes razón –era un vestido negro ajustado y con los hombros descubiertos, mis pechos se sentían cómodos y parecían más grandes, mis piernas se lucían con el negro combinado con mi tono de piel y mi pelo también. Channel tenia diseños espectaculares, y no había podido resistir cuando pasamos por delante de la tienda –Me llevo este, y los zapatos a juego –le informo a la vendedora. Ella asiente con una sonrisa y se retira a buscar los tacones de terciopelo negro que combinan con el vestido.
–Eres realmente hermosa, mamá –mi hijo me felicita. Hago un puchero de ternura y me acerco a besar sus mejillas -. Basta, no era para que me llenes de baba. Me río, y le indico que me espere para poder sacarme el vestido.
10 minutos después estoy entregándole mi tarjeta a la vendedora, mientras echo un vistazo a Alec.
–¿Podemos ir por un helado? –Me suplica, y asiento.
–Claro, cariño. Tu elige –lo miro burlona. Porque sabía que teníamos que buscar una heladería vegana.
Me saca la lengua y la chica tras la caja se ríe. Niego con la cabeza y agarro las bolsas, ella me agradece por la compra y yo le agradezco por todo.
Sujeto la mano de Alec y ambos nos dirigimos a la puerta de salida.
–Es un placer por fin conocer a la mismísima Mila Rinaldi –una voz femenina suena a mis espaldas. Es italiana y me mira dando un vistazo completo.
–Perdón, ¿pero la conozco? –Interrogo.
–Irina Rossi –se burla–, creo que Nikolai no tuvo el placer de presentarnos –sonríe.
–No creo. Al señor soloviov no se le olvidan las cosas importantes –aprieto los labios para reprimir una sonrisa. –Lo lamento.
–Soy su futura prometida, cielo –va directo al grano.
–Felicidades –contesto-. Pero entenderá que yo trabajo para él, no soy su amiga, lo digo por si se dio una idea equivocada. –Inclino mi cabeza y espero su reacción.
–Y así se quedará, ¿escuchaste ?, solo eres la empleada de él –dios, yo quería ser buena, pero a veces me olvido que hay gente que solo sirve para escupir mierda. Ya quería irme de aquí, Alec estaba con la cara confundida a mi lado y eso solo sirvió para que mi irritación aumentara aún más –Pero si tienes un hijo, ¿Dónde está el padre? –Ahora sí.
Doy un paso adelante y cubro a mi hijo con mi cuerpo. Le sonrío despacio a la rubia delante mío y veo como traga saliva despacio.
–Te diré algo que te ayudara más adelante –entrecierro los ojos -. Pelearse por un hombre es caer bajo, pero pelearse con una mujer es darse la cara contra la pared. Te ves patética peleando por un poco de atención, cielo. –Me rio–. Algún día me lo agradecerás –le guiño un ojo y me coloco mis lentes de sol–. Nos vemos, querida –me doy la vuelta, con Alec a mi lado y salgo de la tienda.
–¿Quién era ella, mamá? –Pregunta distraído.
–Una vieja amiga –le informo. Busco con la mirada una heladería.
–Si sabes que entiendo algo de italiano, ¿verdad? –Refunfuña.
–Bueno, no –me detengo y lo miro–. Pero sabes que mamá te ama con todas sus fuerzas y te protegerá de cualquier cosa, ¿verdad?- Alec sonríe de una manera preciosa, sus ojuelos se agrandan y sus ojos se ponen chinitos.
–Lo sé, me quedo claro allá atrás –ironiza y me abraza. Riendo como unos bobos, ambos entramos a la heladería.
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Nunca nada
Teen FictionNikolai Solovióv nunca esperaba nada de sus amantes. Nunca esperaba una relación, nunca esperaba sentimientos y sobre todo nunca esperaba amor. Su alma era libre de compromisos serios y así esperaba a que se quedara, hasta que llego ella. Cuando Mil...