Epílogo

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Noviembre

Un mes donde no tenia noticias de Mila.

Un puto mes.

Fui a San Petersburgo, en un intento tonto de poder encontrara, de poder pedirle de rodillas que me perdonara. Permanecí un mes entero para buscarla en los hoteles de alrededor a ver si había solicitado trabajo, en mis hoteles, en los lugares que visitamos, pero nada. Mila no estaba, no estaba su risa y no estaba su presencia que anhelaba con toda la fuerza del mundo.

Diciembre

—Es la cena de navidad, Nikolai.

Suspiro profundamente, últimamente mi madre estuvo llamándome constantemente y era algo molesto, solo quería estar solo.

—Tengo trabajo.

—¿Es tan importante como para cancelar una cena con tu familia?

¿familia? Mi padre y mi abuelo casi no me hablaban, solo si era necesario y yo no quería saber nada con ellos. Dejaron que Mila se fuera, dejaron que se suba a un puto avión para ir a donde solo dios sabe, separándola de mi y no me dieron la mínima oportunidad para confesarle que la amo.

No, aquello no era una familia y no quería sentarme a comer con ellos y fingir que todo estaba bien.

—Si —le respondo y cuelgo.

Los dos meses habían estado haciendo estragos en mi mente, recordaba todo sobre ella y quería que no desapareciera, así como así, de mi mente porque era el único lugar donde podía imaginarla a mi lado sonriéndome como solo Mila podía hacerlo.

Enero.

—Tu madre está preocupada

¿Qué estará haciendo?

¿Estará pensando en mí?

¿Recordará, si quiera, que éxito?

—Nikolai —Dimitri gruñe.

—¿Qué?

—Te he dicho que tu madre esta preocupada, hace tres meses que no vas a su casa, que no la saludas siquiera. Solo te pasas trabajando.

Me ayuda a olvidar, quiero decir, pero solo respondo que estoy bien y que llamare a mi madre ni bien termine de trabajar. No lo hago. Ella se cansó de intentar que mi padre y yo volvamos si quiera a hablar, pero fallo cuando los eche de mi departamento. Veía a mi padre en las juntas directivas, y a mi abuelo, no había nada de que hablar.

Seguro Mila me regañaría por tratar así a mi familia, después de todo, ella tenía admiración por mi familia y hasta respeto. Habría colocado sus manos en su preciosa y amplia cadera, y hubiera fruncido los labios en molestia, antes de darme una lección sobre lo importante de la unión familiar y demás babosadas. Cuando Mila hablaba, yo parecía un pequeño niño escuchando con atención, y aprendiendo, porque siempre aprendía algo nuevo con ella, siempre aprendía cosas que eran de lo mas normal para otros, pero para mi no porque ella era la encargada de enseñármelas, y eso era lo que lo hacia especial.

—Tienes que olvidarte de ella —Dimitri habla a mi espalda.

Siempre repetía esa frase de mierda, y siempre que lo hacia mi furia se encendía como un papel empapado en gasolina.

—Nos vemos mañana —digo, sin dejar de ver desde la ventana de mi oficina.

Escucho la puerta cerrarse y relajo mis puños apretados.

No iba a olvidarme nunca de ella, por mas que lo intente, era imposible. Mila había dejado su marca por dentro y por fuera. No era fácil olvidar a quien hace tu corazón latir de más, y no era fácil estar separado. Mientras mas grande era la ilusión, mas grande era el deseo de volver a verla.

Nunca nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora