Capitulo 6

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Afortunadamente para mí, el aeropuerto internacional de Moscú se encontraba tranquilo. Teniendo en cuenta que eran pasadas las nueve de la mañana, era toda una sorpresa.

Emma me llamo hace menos de 5 minutos para decirme que se encontraba buscando las maletas y resaltó como odiaba esperar más de dos veces. Yo me encontraba justo en la puerta de desembarque esperando por ella. Las puertas se abren y varias personas salen cargando maletas, algunas se abrazan eufóricas entre sí y algunas simplemente se dirigen a la salida lo más rápido que pueden. Me abro paso entre la marea de gente cuando mis ojos hacen contacto con la mismísima Emma Ricci y el pequeño niño rubio que viene a su lado, que al verme sale corriendo soltando su pequeña valija de Pokémon.

Sonrío emocionada y abro mis brazos esperando su impacto contra mi cuerpo.

- ¡Mami! – su voz suena tan alegre que me es imposible no apretarlo contra mi cuerpo emocionada por volver a verlo otra vez.

Emma se encuentra subiendo todas las maletas que trajo con ayuda del encargado del nuevo edificio. En total había traído 20, y me seguro que en la semana serian más ya que solo trajo lo básico. Me había olvidado lo grande que era su armario.

Alec aparece por la cocina mientras saco de las cosas necesarias para hacer un almuerzo para los tres.

Le regalo una sonrisa, y él, mientras se sienta en el taburete de la cocina, me la devuelve.

- ¿Qué te parece tu habitación?

-Es perfecta, mama, gracias por dejarme la que tiene balcón – contesta alegre.

-De nada sigues sin comer carne, ¿verdad? – lo cuestiono, el rueda los ojos cansado del tema.

Ah no señor, él tenía que escucharme.

-Sabes la respuesta.

-Ya hablamos de esto con tu padre, no puedes no comer carne. Es esencial para la salud, Alexander Bennett.

-Hable con papa, me llevó a un nutricionista y... bueno, yo lo obligue a ir, para que se quede tranquilo y se informe del tema. Estoy tomando vitaminas – suelta como si nada.

Lo miro desconfiada y antes de que le pueda decir algo abandona la cocina para ayudar a Emma que lo llama desde el salón.

Alec tiene 10 años y nunca comió carne. Me asusta el nivel de seriedad como maneja las cosas, más el asunto de su alimentación. Antes comía, aunque sea alimentos de origen animal, pero pasando los años cada vez los fue dejando de lado hasta el punto de no comer ninguno y cambiarlos por productos veganos.

Suspiro con pesadez y Emma entra con una sonrisa por la puerta cargando a Mindi, mi gata blanca.

-Hermoso departamento – dice alegre -. Muero de hambre, ¿quieres ayuda?

-Si, pero para Alec hay que hacer otra cosa.

Suelta una risita.

-Sigue sin comer carne, no me sorprende.

Ambas nos ponemos manos a la obra, y mientras yo corto la panceta ella prepara una salsa de champiñones con crema vegana.

Ambas nos sumergimos en un silencio cómodo hasta que Emma me pregunta por Nikolai y me debato mentalmente si decirle o no que me invito a cenar, pero como dos profesionales serios. Se que a esto último hará odios sordos, pero al ver su mirada fija en mí, suelto un suspiro cansada y hablo.

- Me invito a cenar – contesto y sigo hablando a ver como sonríe picara -, pero en una cena de negocios. Cambia esa cara.

Levanta las manos y niega con la cabeza risueña: - ¿Le dijiste que sí?

-Si, es una cena sumamente profesional.

-Si tú lo dices – empieza a silbar como siempre hace cuando quiere sonar sarcástica.

-Por favor, no creo que quiera invitarme a cenar para otra cosa.

-No sé, y tú tampoco lo sabes. Si te invito a cenar en plan "profesional" ¿Por qué no lo hizo con todos o porque no cenan en el hotel? – puntualiza.

Abro la boca para rebatir su absurda pregunta, pero acabo de unos minutos y de un balbuceo sin sentido, me callo y la fulmino con la mirada.

-Te odio, ¿lo sabes verdad? -

-No, porque me amas y sabes que tengo razón, Mila Rinaldi – dice mientras busca los platos blancos en la alacena- Apuesto todas mis carteras Prada a que hablaran de todo menos del trabajo.

-No apostaría tanto. Amas tu colección de carteras más que a tu vida – me rio.

-Es por eso que las apuesto. Tengo la certeza de que terminaras con tu jefe – canta arrastrando la E al final.

-Calla. ¡Alec, a comer! – lo llamo, Emma me saca la lengua como una niña y desaparece por la puerta de la cocina dejándome con un sentimiento cruzado en el pecho, pero que decido olvidar porque muero de hambre y no quiero hacerme idea de nada.

Mi teléfono suena en los bolsillos traseros de mi cómodo jean de entre casa y cuando lo saco el nombre de Frank resplandece en la pantalla.

Sonrío, y contesto yendo para el salón principal.

-Espero que sean buenas noticias – es lo primero que digo al tomar la llamada y él me contesta con una ronca risa.




- ¡¿Qué tu padre te compro qué?! – le grito histérica.

-Acaba de llegar, dijo que es mi regalo de cumpleaños adelantado – me contesta risueño mientras saca del pequeño trasportín un pequeño bulldog francés color café.

- ¡Pero me lo como a besos! – Emma grita mientras se lo quita de las manos a Alec y estruja contra ella.

La fulmino con la mirada.

-No estas ayudando.

-Lo sé. Pero mira lo precioso y gordo que es, no puedes odiarlo.

-Oh, sí que puedo – contesto enojada cruzándome de brazos. Los perros no son de mi agrado.

Tengo que hablar seriamente con  William.

-Hubiera estado bien que me hubiera dado cualquier perrito, pero él es bonito – le dice Alec. Ambas lo volteamos a ver incrédulas - ¿Qué? Creo en la adopción para los perros no en la compra – contesta enojado y toma al pequeño cachorro entre sus manos – Le pondré Dustin ¿Qué opinas mama?

-Que tu padre es un miserable hijo de

- ¡Bueno! – me interrumpe Emma -. No se maldice delante de menores, amiga – me reprende y se voltea a ver a Alec -. Sera mejor que le compremos una camita a este pequeño bebe lindo – pone voz melosa como si le estuviera hablando a un niño. Ruedo los ojos – Iremos de compras con mi ahijado, Mila. Nos vemos – los dos se dan vuelta y salen por la puerta de entrada, sin darme una segunda mirada al menos.

Me quedo quieta en medio de la sala incrédula, tomo mi teléfono y le marco a William. Esta vez va a escucharme.  

Nunca nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora