Acomodo mejor la corbata del uniforme de Alec, y paso mis manos por todo su suéter para sacar el polvo que, en mi mente, está ahí, pero el uniforme estaba más que limpio y olía fresco y suavizante de ropa.
–Llegaremos tarde, mamá –se queja.
Lo miro divertida, mientras que agarro su mochila y mi cartera.
–¿Acaso tú madre llego tarde alguna vez? –Me coloco mi blazer rosa pastel, y tomo su mano.
Alec guarda silencio y lo miro de reojo. Tiene la cara aburrida y todavía parece algo dormido.
–No, pero tardas mucho en arreglarte.
–La paciencia es una virtud –tomo su mano y ambos salimos de casa para ir al ascensor. Emma hoy tuvo que ir a trabajar, ella era publicista y tuvo que organizar una campaña en una empresa de palomitas. Su trabajo era complicado, era algo difícil de hacer que las palomitas de maíz sonaran emocionantes, también ayudaba a empresas a manejar su presencia en línea, principalmente a través de redes sociales, pero a veces también ayudaba a sitios web.
Hacia algo de frio, y me alegre al saber que obligue a mi hijo a usar dobles camisetas largas para hoy. Yo usaba una falda larga pasando la rodilla, ajustada de color blanco, y una preciosa polera cuello de tortuga de moschino rosa pastel, lo que si no pude cambiar fueron los tacones, es por eso que elegí unos negros Louis Vuitton
–¿Estas listo para ver a mamá trabajar? –Le pregunto distraída mientras tecleo en mi teléfono.
–Claro, estoy muy emocionado –bosteza.
–El sarcasmo no pega contigo –me burlo mientras pasamos las puertas del lobby. Saludo a las chicas de la recepción, sin apartar la vista de mi teléfono.
–Mila, buenos días –Adler aparece–. Hoy ... –se queda callado y levanto la vista. Esta estático, frente a mí, con los ojos en Alec y mis manos unidas. Paso por su costado, y Alec le sonríe.
-Hola. –Él no le contesta, así que entramamos a mi oficina, Alec tira su mochila de autos en el sillón de color tierra y se sienta en la silla delante de mi escritorio -. Eso fue raro.
–Dale un minuto –le contesto. Tomo su mochila y la llevo con él -. No olvides que tienes que anotar todo –lo reprendo. Rueda los ojos y toma la mochila.
–Mila ... –Adler entra cauteloso, sin dejar de mirar a Alec que observa mi escritorio y anota todo en su cuaderno. -, hoy es lunes.
–¿Y? –Tomo los papeles de las reservas del último mes y las compruebo.
–Hoy hay junta –tartamudea.
–Puedes ir solo esta vez –lo miro, y su vista está estancada en Alec, cuando voltea a mi otra vez sus ojos resplandecen curiosos. Sabía que quería preguntar quién era el niño que estaba a mi lado, pero sabía que no tenía el valor suficiente. Suspiro, y le entrego una carpeta –Aquí esta toda la semana pasada, presenta eso y no te olvides de aclarar el episodio del viernes, el chef no tuvo la culpa, que todos ellos lo separen –anoto un par de cosas sobre la carpeta y él la toma -. Es todo –No escucho la puerta y curiosa levanto la mirada, todavía está quieto y mirándome. Alzo una ceja, y da un brinco en su lugar y se retira.
–Sigue siendo raro –Alec escribe en su hoja, y comienza a preguntar cosas del trabajo.
Pasan 20 minutos que comienza a aburrirse, y me contego para no reírme.
–No puedo concentrarme –paso de hoja.
–¿En qué se destaca el trabajo de tú padre / madre? –Lee -. Voy a poner que mirar papeles por una hora entera.
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Nunca nada
Novela JuvenilNikolai Solovióv nunca esperaba nada de sus amantes. Nunca esperaba una relación, nunca esperaba sentimientos y sobre todo nunca esperaba amor. Su alma era libre de compromisos serios y así esperaba a que se quedara, hasta que llego ella. Cuando Mil...