Eran las ocho en punto del lunes, el clima estaba horrible, las nubes grises combinaban con pantalón blanco, mi blusa celeste pastel y mis amados tacones blancos de Gucci. Camino por la espaciosa entrada del hotel buscando a Adler con la mirada, varios empleados me saludan, otros apartan la mirada. Me contengo de rodar los ojos, ni que fuera una perra con ellos.
—Mila —Adler por fin decide aparecer. Me entrega mi café y me da una carpeta con todos los movimientos del hotel esta semana.
—¿Estas listo para hoy? — le pregunto. Como todos los lunes, había junta con los equipos del hotel y hoy Adler iba a hablar por mí. Era mi aprendiz, y hoy seria su primera vez en cubrirme en esto. Adler tenia que estar preparado para todo.
—Nervioso, pero más que listo —contesta.
Ambos tomamos asiento y la sala poco a poco se va llenando. Cuando me acomodo en mi asiento aburrida, Nikolai entra callando a todos. Mi teléfono no para de recibir mensajes de Emma mientras mi jefe da los buenos días. Emma quiere salir a comer nuevamente con Alessia hoy, y como tiene dos días libres en el trabajo y nada que hacer, no para de mandar fotos probándose todos tipos de atuendos, maquillaje y zapatos. Quería reírme por las caras que hacía, pero estaba en el trabajo y no estaba sola.
—Comencemos — la voz gruesa de Nikolai me espabila y dejo el teléfono en la mesa. Siento su mirada quemarme de arriba abajo, pero no lo miro porque tengo mis ojos enfocados en la inquieta pierna de Adler, que esta temblando descontroladamente. Con disimulo, lo golpeo en la pantorrilla, molesta, y él suelta un gemido de dolor en voz baja. — ¿Adler? —Nikolai vuelve a hablar y él traga saliva.
Pasan unos cuantos segundos de silencio cuando me aclaro la garganta fuerte y Adler comienza a hablar. Reprimo una sonrisa apretando los labios y cruzándome de brazos, me dedico exclusivamente a escuchar y mirarlo los 20 minutos que tiene que explicar la última semana de movimientos del hotel.
—Está bien instruido, Mila— el gerente del área de cuartos, Sergey, me felicita. Sin más, inclino mi cabeza a un lado y le sonrío. Claro que Adler estaba bien instruido, por todos los cielos, yo soy su mentora claro que el chico iba a estar malditamente bien instruido.
—¿Usted no hablara? —miro a Nikolai con la cara seria y a cambio, recibo un ceño fruncido.
Quiero responder algo como ¿Qué quieres que diga, maldito idiota? Pero me limito a negar la cabeza y decir: —Ya está todo dicho, señor Soloviov.
Su mandíbula se aprieta y dándole una sonrisita, sin nada de gracia, miro al esquipo del restaurante con la ceja alza, y ellos comienzan a hablar luego de apartar la vista de mí.
—¿Estuve bien? —Adler gira en la silla de mi oficina y siento sus ojos en mi mientras yo escribo en la pizarra los cambios nuevos del hotel.
—Si, todos nos ponemos nerviosos la primera vez en algo —lo tranquilizo, sé que es lo primero que se le paso por la mente cuando termino la reunión y me siguió a mi despacho —. No tienes que darle tanta vuelta— puntualizo, dejo un momento la pizarra para sacarme el blazer y dejarlo sobre la mesa. La temperatura estaba horriblemente pesada y estaba muriendo de calor.
—Lo se —se ríe —. Gracias por ser una buena maestra, Mila.
—De nada — le sonrío —. Cuando vi tu curriculom me pareció impresionante, solo tenías que darme una razón para que te ayude aquí.
Deja de girar en la silla y me encara confundido: —Creí que no se podía ver los archivos de los empleados.
—No —niego con la cabeza y me siento frente de él, tras mi escritorio —, tú no puedes querido, yo sí.
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Nunca nada
Teen FictionNikolai Solovióv nunca esperaba nada de sus amantes. Nunca esperaba una relación, nunca esperaba sentimientos y sobre todo nunca esperaba amor. Su alma era libre de compromisos serios y así esperaba a que se quedara, hasta que llego ella. Cuando Mil...