Capitulo 25

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Si bien yo había nacido en uno de los países con climas cálidos, el helado tiempo de Rusia era más de mi agrado. Me encantaba vestirme abrigada y disfrutar de un buen chocolate caliente al lado de una chimenea. Cuando Nikolai y yo nos encontramos en el aeropuerto casi me rio de su vestimenta. No llevaba eso elegantes y caros trajes a los que yo estaba acostumbrada a ver y babear por él. Nikolai vestía unos simples pantalones de jean negros, con un sweater del mismo color y un abrigado saco marrón con botas militares del mismo color. No llevaba más que una pequeña mochila colgada al hombro, y cuando nuestros ojos se encuentran me regala una sonrisita de lo mas apetecible.

-¿Cómo es que haces para verte jodidamente hermosa con unos simple jeans? -sus ojos se quedan fijos en mis piernas vestidas por un jean claro, lo había combinado con un modesto sweater blanco de cashmere y una gruesa e inflada chaqueta negra y, como sabía que íbamos a caminar mucho, me puse unas convers blancas.

-Mi rutina de ejercicio -alardeo -. Tengo un buen entrenador -me dejo caer a su lado.

-Así que es un hombre -alza la ceja.

-No empecemos, ni siquiera nos hemos subido al vendito avión -apoyo mi cabeza en su hombro y bostezo.

-Se ve que alguien no durmió anoche.

-No mucho, hable con algunas amigas hasta tarde -me rio recordando las infinidades de cosas que hablamos con las chicas de la lectura -. Pero eso no quiere decir que no tenga suficiente energía para enseñarte todo.

Los dedos de Nikolai pasean por mi rostro, y siento su otro brazo rodearme completa. Su adictivo aroma se mezcla con el mío y vuelvo a bostezar.

-Espere casi un mes para esta salida -me besa la cabeza -, claramente no voy a dejarte en paz ni un minuto.

Me rio y por altavoz, nombran el numero de nuestro vuelo. Ambos nos ponemos de pie y nos dirigimos a la puerta de embarque. Lo bueno de Rusia, era que llegar San Petersburgo tardabas solamente 90 minutos. Era un viaje de ida y vuelta, y esperaba con ansia pasar todo un día con Nikolai.

El taxi rodea el precioso rio Neva, y nos deja justo en frente del gigantesco Museo Hermitage. Me adelanto a Nikolai y pago el taxi, ocasionando que me fulmine con la mirada. Suelto una risita y le agradezco al conductor, y ambos comenzamos a salir del vehículo.

El palacio es característico de la arquitectura barroca rusa de mediados del siglo XVIII de una planta rectangular con una hermosa fachada. El Hermitage es un conjunto museístico que ocupa un complejo formado por seis edificios, siendo el más importante de estos el Palacio de Invierno, residencia oficial de los antiguos zares, el resto del complejo arquitectónico lo forman cinco edificios.

Nikolai se queda quieto a mi lado, demasiado abrumado y le sonrío como una cría de 5 años.

-Esa era justamente la expresión que quiera lograr -lo tomo del brazo y nos llevo adentro, donde pago los boletos, a pesar de sus quejas, y nos ponemos a recorrer.

-¿Llegaremos a ver todo? -me toma de la mano.

Suelto una carcajada.

-Se dice que, si una persona dedicara sólo un minuto a contemplar cada pieza expuesta del museo y pasara en el Hermitage, siguiendo el horario del museo, siete horas diarias seis días a la semana sin ninguna parada ni para comer, necesitaría más de cinco años para verlas todas -él suelta un insulto y yo sigo -. Son más de dos millones de objetos, desde pinturas, armaduras, porcelana, joyas, armas, y piezas arqueológicas. -Nikolai se lamenta y tiro de su mano para entrar a la sala de pabellones.

Es un maravilloso salón adornado con galerías, rejas doradas, mosaicos esmaltados, la tal llamada "fuentes de las lágrimas", centelleantes lámparas de araña de cristal de roca.

Nunca nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora