Un trago amargo

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Aldea Escondida entre las Hojas

Oficina del Hokage

Los días en la Hoja eran por lo general soleados, sumamente brillantes y relajantes. Que transmitían una calma sin igual, pero durante más de tres años, lo que Tsunade visualizaba en los cielos era simplemente un día apagado sin vida.

Días que se iban apagando cada día más, casi como si estuviera reflejando el dolor de su alma. Pero hoy, hoy era un día completamente diferente. Pues aún sentada en su silla frente a su escritorio, giro su silla para poder observar hacia el cielo a través de las ventanas y por primera vez en años, el día era genuinamente brillante para ella. Sentía como finalmente algo de dolor y odio de su corazón se esfumo y le permitían disfrutar de algo tan simple como ver un día soleado.

Un día después de que el Kazekage se fuera junto con sus hermanos y Anbu, ejecuto a esas malditas momias de Homura y Koharu. Y aunque era su deseo de hacer una ejecución publica con cada aldeano y shinobi observando. Fueron sus aprendices quienes la disuadieron de hacer tal cosa pues podría transmitir un mal mensaje como Hokage y comenzar con quejas y principalmente revueltas innecesarias. Pero aun con una ejecución en las mazmorras, obligo a cada miembro del consejo shinobi a estar presente.

No podía decir cuan dichosa se sintió al escuchar los lloriqueos y clemencias tan patéticas de esos dos ancianos, verlos revolcarse en su propia miseria con la simple esperanza de poder aferrarse a su patética vida, no tuvo precio para la Sannin. Pues finalmente se cobró con creces el daño y el dolor que esos infelices le causaron a ella y a su amado rubio idiota. Aunque tener a las cabezas de clan también tuvo su objetivo y era uno realmente simple, dejarles bien en claro cuál era su lugar y que si intentaban de nuevo ir en contra de su palabra, los mataría sin piedad alguna.

Regresando a su escritorio y atender el papeleo, Tsunade no pudo evitar sonreír genuinamente, pues finalmente las cosas iban de acuerdo con como ella quería que fueran. Ahora solo necesitaba hacer una cosa más, necesitaba enmendar el más grande error de todos y para hacerlo, necesitaba encontrarlo. Necesitaba encontrar a Naruto aunque fuera lo último que hiciera en la vida. Y aunque en el pasado mando escuadrones pequeños de Anbu a buscarlo, no podía mandar a muchos o a los mejore para encontrarlo, debido a la influencia del consejo. Pero ahora que tenía todo el control, podía mandar tantos escuadrones como quisiera y sin ninguna restricción.

Si bien aún tenía sus sospechas sobre que Naruto estuviera en la Arena y fuera el prometido de Temari, no podía irse fantaseando simplemente con especulaciones. Necesitaba pruebas concretas de donde estaba, donde fue visto por última vez, hasta descartar cualquier posibilidad donde simplemente quedara la opción de que ahora viviera en la Arena.

- Veo que hoy se encuentre de muy buen humor, Lady Tsunade – comento Shizune que entro en la oficina con su mascota en brazos.

- ¿Y porque no estarlo, Shizune? – pregunto Tsunade con un tono calmado pero ligeramente feliz – finalmente me eh desecho de esas plagas que solo limitaban mi autoridad. Estoy segura de que al fin podre lograr hacer que esta Aldea sea lo que mi abuelo y tío-abuelo siempre soñaron que fuera.

- Estoy segura de que usted podrá lograrlo mi Lady – comento feliz de que ver a su maestra tan motivada como hace mucho no veía.

Cuando su maestra perdió a su hermanito, estaba devastada, pero se mantuvo en pie porque aún tenía a su amado, a su tío Dan. Pero cuando también lo perdió, Shizune sabía que ya no tenía nada en que apoyarse para poder superar esa perdida, tanto que le dolía verla perdida en los vicios del alcohol y los juegos. Aunque eso cambio cuando Naruto entro en su vida y la hizo recuperar el fuego que vivía en ella. Pero cuando también se lo arrebataron, estaba segura de que su maestra jamás se recompondría de ese trauma.

Flor del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora