Aquello que odiaba

406 17 8
                                    


Después del capitulo donde Mangel regresó con un ritual se me ocurrió esto, algo muy triste para un capitulo donde dos hombres decoran una habitación, pero así es la vida y así funciona mi mente, buscando drama donde no lo hay. Espero les guste :)

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


El día estaba soleado fuera de su casa. El sol, como cada mañana y cada tarde, brillaba a través de los arboles con una belleza que solo podía encontrarse en ese lugar, coloreando su suelo de naranja y luz. Mangel estaba de muy buen humor ese día, el traje aun le hacía picar un poco, pero se había acostumbrado a esas alturas y se encontraba silbando alegremente mientras esperaba que el pollo se terminara de cocinar en el horno.

El aroma ahí dentro era exquisito, y por lo lejos que se encontraba su residencia, seguramente Lolito y Rubius recibirían su pequeña ofrenda con deleite. Era lo menos que podía hacer por ellos por todo el trabajo duro que hacían.

Cuando tocaron el timbre Mangel se quitó sus guantes de cocina y corrió a la puerta. No necesitó ni mirar para saber que eran ellos, podía escucharlos reírse ahí fuera. Una vez el código fue puesto la puerta se abrió y ahí estaban los dos, uniformados como su puesto exigía.

-¡Señor alcalde! ¿Cómo se despertó hoy?-

-¡Mi niña!-

Pocos momentos después tenía a Lolito encima. Mangel lo abrazó con afecto mientras este casi se restregaba contra él como un gato, atrás suyo podía ver el ceño fruncido de Rubius.

-¿Y para mí no hay nada?-

-¿Esperas una invitación?- bromeó Lolito -Si te cortas solo es cosa tuya-

-Yo respeto un poco, tú saltas a abrazarlo apenas lo ves-

-Bueno, quizás tengas que ser mas como yo-

-Oigan no peleen- se rió y extendió sus brazos -Vamos, aun hay espacio-

-No, no lo hay-

-Sí, si lo hay-

Rubius le abrazó, y así quedaron los tres apretujados en un triple abrazo. Lolito gruñó molesto, y como si fuera alguna manera de marcar territorio, atacó sus labios sin pena alguna, provocando en él un sonido de satisfacción cuando le respondió y uno de frustración en el oso. Cuando sintió unas manos intentando colarse a través de su traje, Mangel se vio obligado a deshacer el abrazo y mirarlos a ambos tanto con reproche como diversión.

-Aun es demasiado temprano para que se pongan de ese modo, al menos esperen a que terminemos nuestro trabajo-

Ninguno de los dos parecía satisfecho.

-¡El empezó!- señaló infantilmente a Lolito.

-Sí, yo empecé, y lo volvería a hacer- no parecía nada arrepentido.

-Ya, paren, tengo que ir a revisar el pollo- se rió mientras iba de regreso a la cocina -Me alegro de tenerlos conmigo, así que pensé preparar el desayuno-

La mención de la comida hizo que rápidamente se olvidaran de pelear, muy pronto los vio asomados en completa armonía, vigilándolo como si fueran dos gatos esperando a que les diera comida. Eran muy divertidos, pero sabían comportarse cuando debían hacerlo, y dado que aun tenían que terminar ese proyecto para el desmonte de las torretas y supervisar la construcción de esa escuela, Mangel agradecía que no se pelearan en el trabajo y fueran juntos una única fuerza. Su partido +Verde tenía muy poca oposición, y como la mayoría del pueblo estaba satisfecho con su trabajo hasta ahora, tenían una aceptación de sus medidas relativamente fácil. Eso, claro, no les salva de tener que enterrarse entre papeleo y cobrar impuestos, ninguna de ambas cosas era agradable, pero era al fin y al cabo una parte más de lo que había aceptado hacer cuando se postuló y ganó la alcaldía.

Historias de Karmaland / TortillalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora