El destinado reluctante (Lolito x Luzu)

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Todo había empezado como una vocecilla pequeña en su cabeza. Era casi un susurro, fácilmente ahogado por las otras voces que siempre buscaban convencerlo de hacer maldades. En esos momentos Lolito, un alfa casi como cualquier otro, cumplía sus veintiún años en medio de un momento complicado de su vida, teniendo que aguantar una familia disfuncional y grandes cargos de conciencia tras de sí. Debido a eso fue que al descubrir aquella nueva voz todo lo que hizo fue lamentarse.

"¿Por qué me pasa esto a mi?" recuerda que pensó "¿Por qué simplemente no puedo oír solo mis propios pensamientos como los demás?"

Pero a medida que pasaban los días, esa voz cobraba una fuerza mayor. Pensamientos positivos, alegres, ahogando poco a poco a aquellas voces que tanto daño le habían hecho hacer a otros como a sí mismo y haciéndolas huir hacia las sombras, de donde ya nunca volverían a atormentarlo. Por primera vez desde que tiene memoria el alfa pudo oír sus propios pensamientos, los suyos y su voz en medio del silencio.

¿De donde había provenido aquella presencia tan dulce? Lolito lo descubrió bastante pronto cuando su posterior visita al psiquiatra le reveló el que sería su más grande objetivo y anhelo desde nunca.

"-Eso que escuchas es tu alma gemela-" le dijo "-Ahora tu trabajo es buscarla y reunirte con ella, mientras la oigas hay esperanza para ti".

Los veintiún años, la que es considerada la puerta entre la juventud y la adultez, es el cumpleaños más esperado para todos los que, ya sean betas, alfas u omegas, aguardan a saber si habían sido bendecidos con un compañero destinado. Una gran mayoría no escucharía nada nunca, lo que significaría que su misión era buscar su felicidad a su manera, mientras que aquellos afortunados que podían oír los pensamientos de otro, estarían escuchando a aquel que los dioses hicieron para él.

Lolito escuchó esa historia hace mucho tiempo cuando era niño, pero nunca se había visto envuelto en esa capa de misticismo como todos los otros de su edad, después de todo ¿Por qué los dioses bendecirían a alguien tan salido como él con un regalo como ese?

Sin embargo ahí estaba, y sin que él lo supiera, le había salvado.

Ilusionado como nunca lo había estado Lolito buscó por todos lados al dueño de aquellos pensamientos. Hizo todo lo posible para reunirse con su destinado, aprovechando cada información que pudiera sacar de los pensamientos que le llegaban. Sin embargo con el pasar de los meses sucedió algo que él no entendió porque, al menos al principio. Ya no lo oía, o ya no como antes, eran raras las ocasiones en que le escuchaba, y cuando lo hacia la actitud tan dulce de antes había cambiado radicalmente a una despreciativa y repelente hacia él.

Quien hubiera imaginado que su destinado resultaría ser un completo idiota.

"Yo no necesito un alma gemela, busca a otro que pueda ser tu compañero"

Si, se lo había dicho incontables veces, pero eso no haría que el alfa se rindiera. Por lo que le había oído, antes de que empezara a tomar supresores para bloquearlo, sabía que se encontraban en la misma ciudad, pero Karmaland era demasiado grande y las esperanzas de topárselo y reconocerlo en el momento eran poquísimas. También sabía que se dedicaba a algo relacionado con la política, muchas veces le había oído cavilar sobre el tema, por lo que aun cuando ese tipo de cosas no le llamaban en absoluto el se relacionó con asociaciones barriales, punteros, y todo tipo de gente que se movían por esos ámbitos.

Desde entonces ya habían pasado años, y Lolito se había ganado un lugar prominente en la política local en base a buenas decisiones, algo de su habilidad innata para mentir y manipular, y un carisma oculto que de tanto enfrentarse a la gente sacó a relucir. Se podría decir que su vida era buena ahora, siendo uno de los candidatos más amados para llegar a la presidencia, pero a él no le importaba nada de eso, no cuando lo único que había querido era hacerse más visible para que le mirara, o en una feliz casualidad encontrarlo entre las muchas personas que iban a verle en sus discursos.

Historias de Karmaland / TortillalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora