Frio, hacia mucho frio.
Akira estaba envuelta en muchas frazadas pero ni siquiera así era capaz de bloquear la helada que llegaba tan hondo que le hacía doler los huesos. Ahora mismo estaban en un bunker submarino, desde hace meses que está encerrada ahí y sabia de sobra que el océano era frio al nivel de profundidad en el que se encontraban, pero nunca había hecho tanto como ahora. Le era imposible calentarse sola y cualquier intento de dormirse acababa en temblores desagradables, por lo que cualquier esperanza de volver a descansar como hace rato estaba perdida por el momento. Resignada a permanecer despierta se puso de pie y fue a su ropero, envolviéndose en capa tras capa de piel y tela hasta el punto de que se le dificultaba un poco flexionar sus brazos, pero solo fue así que finalmente consiguió aislarse y recuperar algo de calor.
Vegeta tenía que hacer algo ¿Como era que él no se daba cuenta de que estaba helando?
Abrió la puerta que daba al pasillo y sus botas pisaron blanco. Estaba sorprendida, y al mismo tiempo no, al notar las paredes escarchadas y la nieve que cubría todo el pasillo como una alfombra y brillaba con la luz artificial en el pasillo. Caminó, sus pies hundiéndose mas de lo que pensó en la capa de nieve, lo que indicaba un largo rato desde que estuvo acumulando copos, los cuales seguían cayendo sobre todo como una suave lluvia.
Su prioridad número uno en esos momentos eran sus hijos, debía ver si estaban bien, por lo que abrió la puerta que daba a la habitación de los niños y los revisó. Estaba bastante aliviada al notar que seguían durmiendo, aunque temblaban visiblemente por la baja de temperatura. Akira se apuró en tomar trozos leña y arrojarlos al fuego de la chimenea para avivarlo, y una vez estuvo segura de que la habitación iría calentándose poco a poco, abrió los cajones y cubrió a cada uno de sus niños con todas las frazadas que encontró. Antes de irse besó sus frentes, uno de ellos se movió en sueños, buscando el contacto de su mano contra su mejilla, provocándole una sonrisa. Al menos ellos podrían descansar, con suerte cuando despertaran todo ya se habría arreglado y no notarían nada.
Cerró la puerta con cuidado y fue en dirección a la habitación del otro hombre que compartía bunker con ellos suponiendo que seria allí donde estaría su marido, quizás viendo entre los dos de qué manera calentar toda la casa, porque las chimeneas dudaba dieran abasto. Al llegar frente a esta notó un incremento claro de la nieve y el hielo que rodeaba las paredes, tocó la puerta, pero cuando esta se movió hacia adelante sin ninguna clase de resistencia un mal presentimiento le embargó. Dudó unos momentos en empujarla por completo, como temiendo lo que se encontraría ahí dentro, pero puso su palma enguantada contra el metal y avanzó.
Fue recibida con lo que solo podía ser descrito como una bofetada gélida, el aire ahí dentro era, si es que eso fuera posible, tan frio que creaba niebla en el interior. El vapor escapaba de sus labios mientras revisaba todo, viendo que casi todos los muebles, incluso la chimenea, estaban cubiertos de hielo denso. Era como estar dentro de un congelador, pero mucho, mucho más grande. Al principio Akira no pudo verlo en medio de la oscuridad de la habitación y la nieve que ocupaba espacio hasta el punto de crear dunas donde podían hundirse sus piernas, pero con el haz de luz que provenía del pasillo pudo distinguir unas formas extrañas sobresaliendo entre el blanco. Se acercó, su corazón latiendo fuerte contra sus oídos mientras sus dedos quitaban todo lo que le cubría, y jadeando al ver finalmente lo que estaba ahí. Ese rostro era el de Vegeta, no le cabía la menor duda, paralizado en una eterna mueca de terror y aferrado a otra figura, que una inspección breve le reveló lo evidente: era Rubius.
Lagrimas bajaron por sus mejillas, no tanto por la muerte de su marido sino por la manera en que lo había hecho. No necesitaba ver más para saber que estaban desnudos, y aunque ella había sabido de la relación extremadamente cercana entre esos dos, y vio todos los indicios de que le estaba engañando, ella había sido feliz imaginando que esa era pura paranoia suya. Soñar con que nada había cambiado, que aquel ser hermoso que le había salvado cuando ella había cedido a la desesperanza seguía siendo solo suyo, y que una vez el aire del exterior fuera respirable volvería a tener su hogar, sus hijos, y a su encantador marido junto a ella hasta que la muerte les separe.
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Historias de Karmaland / Tortillaland
FanfictionAquí encontraran historias de muchos tipos, unos tienen shipeos y otros no, algunos están conectados y otros terminan donde empiezan, pero todos sobre Karmaland, Tortillaland o cubitos en general. Como ya los tengo escritos ¿Por que no compartirlos?