Trece.

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Al llegar a la zona dónde Clint y Natasha se ubicaban tuve que protegerlos. A pesar de que Hulk había destruido a unos cuantos guardias y un tanque aún habían robots y demás asechando.

—¿A dónde se fué?—le pregunté a Nat mientras miraba a los lados.

—¡No lo sé! ¡Es veloz!—exclamó la pelirroja calmando a Clint.—lo llevaré al quinjet.

Asentí de acuerdo. Me sumergí aún más en el bosque. Intenté crear una conexión con los Maximoff deshaciendo la que tenía con los Vengadores.

Cuándo estuve lejos de todos simplemente traté de concentrarme. Miraba la gran edificación a lo lejos, pude apreciar cómo la barrera poco a poco desaparecía.

Cerré los ojos segundos después.

Los buscaba. Los llamaba.

Quería que al menos uno apareciera.

Una ráfaga de viento revolvió mis cabellos. Mis dientes chirriaban por el frío, mi cabeza explotaria en cualquier instante.

—¿María?.

Sonreí. Abrí los ojos de inmediato.

El chico platinado me miraba completamente sorprendido.

—Sabía que eras tú—se acercó a mí rápidamente y me abrazó.

Yo correspondí al instante. Lo había extrañado.

—¿Cómo es que estás aquí? ¿Por qué? ¿A dónde te llevó Thor? ¿Que sucedió? ¡Te ves tan... Wow!—habló muy rápido. Su acento era muy marcado.

—Es una larga historia. ¿Dónde está Wanda?—pregunté tomando sus mejillas para que me mirara a los ojos, así no podría mentirme.

—Dentro—susurró y ladeó un poco su cabeza hacia la edificación.—Estás con ellos ¿Cierto?.

—Sí, lo estoy. Necesito el cetro, Pietro—quitó mis manos de su rostro negando con la cabeza.

—Ésto no es contigo, María...

—Tampoco lo es contra ustedes—interrumpí.

Me miró fijamente, con el ceño un poco fruncido.

—Ésto lo decidimos nosotros.

—¡Pero yo no lo decidí!—exclamé.—¡Yo no decidí que experimentara conmigo! ¡Yo no decidí tener éstos poderes! ¡Yo no decidí borrar mi maldita memoria, Pietro!—alcé la voz lo suficiente como para dejar en claro mis puntos.

Entendía que él tenía sus razones, pero yo también tenía las mías.

Él no respondió. Lo más probable es que teniendo cierta lucha interna.

—Dile a Wanda que estoy bien. Aunque bueno, ya debe saberlo.

De mis manos brotó el fuego que me permitía volar y sin más me fuí de ahí. Entraría a la edificación cómo sea.

Varios guardias estaban en una de las entradas. Importandome poco todo, comencé a luchar rápidamente.

Accedí por unas extrañas puertas encontrándome un buen y grato momento.

Steve tenía acorralado a Strucker.

—No cantes victoria, Capitán. Acéptalo. Tú preciosa María y tú jamás podrán estar juntos ahora, no cuando sea ella un paso para la... Aniquilación—escuché mientras me acercaba.

Era increíble todo ésto. Tantos planes, tantos hechos, sólo para hacer infeliz a un par de personas por venganza y poder. Se había metido conmigo, con mi familia. Strucker intentó demasiado. Era hora de que pagara.

La hija de Stark •2•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora