Veintitrés.

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Cumpliste con tu parte. Ahora, debes proseguir, buscar respuestas a lo que se proyectó en tu mente. Tus temores.

Una persona quiere lo mismo. Todo está saliendo conforme el destino ha querido. Vé con aquella persona que te rescató, la única que revelará y desatará el último movimiento.

Despierta, pronto.

Ahora.

¡Despierta!

Un grito de sofocación sale de mi garganta a la vez que mis ojos se abren con fuerza. El pánico comenzó a asechar mi cuerpo cuándo me encontré desorientada.

—María, tranquila—ese acento marcado lo conocía.

Repetía sus palabras una y otra vez mientras enfocaba la vista. Me apoyé en el suelo de arena con mis manos. Pietro me ayudó a enderezarme con cuidado para colocar la espalda contra una gran piedra.

Miro a mi alrededor: estamos a unos cuantos kilómetros de el barco que fue testigo de una pequeña batalla, no estaba el quinjet, no había rastro de los Vengadores.

Sólo tenía frente a mí a los hermanos Maximoff. Wanda con una mirada perturbada y Pietro tenía sus ojos puestos en ambas exigiendo una pronta explicación.

—¿Y bien?—se apresura a decir—. ¿Me dirán por qué intentaban matarse? Que bonito reencuentro—bufa con el ceño fruncido, intentaba indagar en lo que pasó hace, no sé cuánto tiempo.

—¿Que pasó con todos?—ignoro sus palabras por un momento para prestarle atención a la respuesta de Wanda.

Juegos mentales, tal cuál cómo se dijo—chispas rojas aparecieron en sus ojos. Claramente había disfrutado el momento—. Todos quedaron afectados, distraídos y sumamente ajenos a la situación.

Asiento apenas, sientiendome un poco culpable por permitir que jugaran con la mente de todos. Me fijo en que mi vestimenta sigue siendo la misma, lo cual es un alivio para mi ya que pude haberla hecho desaparecer.

—Contando también, que uno de los Vengadores logró electrocutarte con una flecha—vuelve a bufar, más enojado al recordar el suceso.

Clint. Lo supuse de inmediato.

—¿Pueden responder mi pregunta o ignorarán mis reclamos?—se cruza de brazos paseando su vista de Wanda a mi.

Largo un suspiro y espero unos segundos para ver si su hermana le responde para excusar o desviar el tema, sin embargo, noté que no tenía intención de negar absolutamente nada.

Así que, es una clara señal de que no le ocultaria ésto a su hermano. Era importante, lo sé, pero no quiero que empiece a preocuparse por mi ahora.

—Sólo era algo que le pedí. Ella ahora está conciente de mucho, era necesario que entrara a mi mente.

—¿Y que es eso tan necesario cómo para exponerse así?—enarca una ceja, espera más que eso.

—Pietro, te diré que ni quiera nosotras entendemos que es lo que pasa. Ya hice mi parte. Espero que Wanda cumpla la suya, te contará a su tiempo pero cuándo yo no esté presente—miro a la nombrada, su labio inferior tiembla por la mezcla de miedo, rabia e indecisión.

—Lo que hicimos te terminará matando ¿Esperas que me calme?—escupe.

—Sí—afirmo.

Bufa.

—Espera ¿Que?—frunce el ceño confundido—¿De que habla?—se dirige a mí, inquisitivo.

Rasco mi nuca un poco nerviosa. ¿Cómo decirle todo de un salto cuándo apenas yo estaba descubriendo que sucedía? Además claro, que tengo poco tiempo (tal vez) para enterarme de mucho pero por mí misma. En éste momento soy ajena a la advertencia que se le fué entregada a Wanda, pero tengo mis sospechas sobre lo que sería, lo he visto con mis propios ojos.

La hija de Stark •2•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora