—¿Desde cuando Thor trae amigos?—dice Tony en cuanto salen de la sala de Juntas para bajar la escalera.
Las puertas del ascensor se abren dejando a la vista al Dios del Trueno quién salió primero y luego la chica.
—¿Quién es tú...?—las palabras de Tony quedaron en el aire al fijar su vista en la chica. Abrió sus ojos impactado.
Al igual que todos, no creían lo que tenían frente a ellos
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María quitó su capucha admirando el lugar mientras se acercaba más a los presentes junto a Thor.
—¿María?—murmuró Steve sin aliento.
La chica fijó su vista en él frunciendo el ceño cuando sus ojos se encontraron. Una calidez la invadió aunque rápidamente fué desaparecida por un sentimiento extraño.
El rubio quedó sin habla y más después de una mirada confundida que la chica le dió.
—Sé que es una locura...—comenzó Thor alzando las manos y mirando a todos, aunque la mayoría de los ojos estaban puestos en María.
—¿Cómo es ésto posible?—susurró Tony con los ojos llenos de lágrimas. Comenzó a caminar hacía su hija pero se detuvo en el momento que la chica alzó una mano para que no se le acercara. Frunció el ceño confundido soltando una lágrima.
—Hay una explicación para todo...—prosiguió el Dios nórdico.
—¡Estás viva!—exclamó la pelirroja sin poder creercelo con los ojos llenos de lágrimas.
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—Supongo qué sí—contestó la chica mirando a la pelirroja sin rastro de sentimiento en su voz.
—María, hija...—dijo su padre dándo pasos al frente sin quitar su vista de su hija.
—¿Hija?—interrumpió confundida. Tony frunció el ceño hasta más no poder.—tú eres...—lo señaló.
—Tu padre—completó desencajado.
La chica negó con la cabeza dándo pasos hacia atrás. Él era Tony Stark, la persona que Thor le había dicho que era su padre pero que le habían hecho odiar y repudiar.
