Siete.

2.4K 181 7
                                    

‹‹‹—¡¿Nunca, jamás en tu vida has bailado?!—preguntó, Steve sonrió y se le acercó al oído.

—Sólo contigo—María se estremeció ante lo dicho y que el aliento de Steve chocó con su piel. Ella le sonrió tímida y siguieron bailando y riendo.›››

‹‹‹...las estrellas no brillan mas que mis ojos cuando te ven, y la eternidad se queda corta, si de amarte se trata...›››

‹‹‹—Muchas gracias por enseñarme éste lugar—con la boca llena de pan y migajas en su labio. Steve rió y la miró enternecido, con su pulgar quitó las migajas de los suaves labios de la chica, ella lo miró mientras lo hacía hasta que apartó su dedo y se relamió los labios nerviosa.

—Por mí te traería siempre que quisieras—el rubio toma un sorbo de café dejando muda a la muchacha.›››

Al abrir los ojos tuvo que volver a cerrarlos gracias a la luz artificial de la habitación dónde se encontraba.

Al adaptarse completamente a la luz comenzó a mirar desesperadamente el sitio de paredes blancas y varios aparatos que estaban conectados a su cuerpo, había una vía en su muñeca derecha con un suero que se introducía por su cuerpo, también unos cables en su pecho por debajo de su camiseta que daban a un aparato que medía sus latidos.

No quería estar estar en ese lugar, le recordaba a la vez que despertó sin saber nada de ella.

Una sensación de desesperación y nervios recorrió su cuerpo mientras con dificultad se trataba de sentar en la camilla en la que estaba situada. Su pecho dolía fuertemente al igual que su cabeza. La máquina que supervisaba sus latidos comenzó a sonar deprisa causando más dolor de cabeza, sujetó la parte trasera de ésta cerrando los ojos con fuerza y soltando varios jadeos de dolor.

La puerta no tardó en abrirse. Bruce vestido con una bata blanca y dos personas masculinas al igual que él entraron rápidamente.

—Tranquila ¿Ok?—habló Banner despacio acercándose a ella mientras los dos hombres restantes buscaban algunas cosas en unos gabinetes.—tienes que calmarte María—le dijo dándole una mirada preocupada a la máquina que sonaba cada vez más rápido.

—Su presión es cada vez más baja—anunció la voz de Jarvis peligrosamente mientras Bruce volvía a recostar a María.

La chica comenzó a sentirse asfixiada, se removió soltando jadeos dolorosos mientras intentaba respirar pero le era casi imposible.

Bruce comenzó a apresurar a los dos hombres para que buscaran un sedante y así poder aplicarselo lo más pronto posible.

—Steve—murmuró soltando un jadeo de dolor gracias a una punzada fuerte en su cabeza al pronunciar aquel nombre. Bruce la miró confundido y exasperado—llámalo, por favor—susurró María débilmente en el momento que por su mente las escenas que anteriormente había vivido y oído la golpeaban sin cesar. Escenas sólo con el rubio que dejó aún más confundida a la chica pero encajó partes con los recuerdos de Steve.

Banner frunciendo el ceño mientras se acercaba rápidamente con una jeringa con el sedante le pidió a un hombre que fuera a llamarlo. Salió por la puerta deprisa y sólo bastaron unos segundos para Steve entrara a la habitación con semblante pálido y preocupado.

—No quiero administrarle el sedante pero si no se calma pronto ésto pasará a grados mayores—dijo mirando cómo el rubio se acercaba a paso rápido manteniendo su mirada en la chica que estaba luchando por respirar. Los pitidos de la maquina que administraba los latidos de María se escuchaban por toda la habitación a un ritmo rápido.

La hija de Stark •2•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora