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En el entrenamiento de Claudio todo había salido mal y se salió de control, hubo un accidente en la pista de patinaje del Pinecrest.

La compañera de patinaje de Claudio, Romina se había encajado la hoja de fierro del patín en el pie, toda la pista estaba ensangrentada y la chica no paraba de llorar.

Claudio hizo lo que pudo y de inmediato la tomo en sus brazos y la llevo fuera de la pista para llevarla a qué los paramédicos del lugar la atendieran.

Por su parte, Emilia estaba más que nerviosa por su prueba final, de ella dependía si regresar y calificar para las competencias de patinaje.

El medio la invadía y el no tener el apoyo de su madre era demasiado abrumante para ella, parecía que el preferitismo era para Martina y no la culpaba, ella era más pequeña.

La música comenzó a sonar y Emilia suspiro, comenzó a patinar y dejar que la música llevará sus pasos y su patinaje fluyera con la música. 

El paso qué más le aterraba, el cual la consumía por dentro ya que fue el motivo de su caída años atrás estaba apunto de llegar.

Emilia no estaba lista para hacerlo así que en el momento decidió cambiarlo por uno más corto, solo dió un pequeño brinco y al tocar el suelo, por poco se cae al suelo, eso le hizo bajar la puntuación.

Se terminó el baile y sus ojos se inundaron de lágrimas al ver como su madre se fue desepcionada de ella y furiosa, salió de la pista y se dirigió a los vestidores dónde comenzó a llorar.

Se bajó la manga del vestuario y se mordió el brazo, como siempre lo hacía, a tal grado de sacarse sangre pero solo era la única manera en como sacar su dolor y desquitarse.

Se limpió la sangre y escupió la que estaba en sus dientes, se limpio un poco y después se sentó a llorar en la banca, una cierta persona que la había observado patinar, se acercó a ella.

— Fallaste — dijo Masha haciendo que Emilia se espantara

—¿Tu que haces aquí? — dijo Emilia confundida

— Fallaste, no puedes frenar un salto tan sencillo, lo que pasa es que tú entrenadora te dijo que alsaras los brazos antes de saltar y es por eso que fallaste — dijo Masha, la entrenadora de Claudio

Emilia se quedó callada mirando a los ojos a Masha, una mujer que no se le notaba ningún sentimiento en su cara, ni tampoco sensibilidad con sus palabras.

Emilia solo se dedicó a desabrochar sus agujetas de los patines y a quitárselos, Masha se le quedó mirando con una sonrisa fría.

— Tu no hablas y eso me agrada, además que eres muy bonita, eres una patinadora increíble, me contaron que renunciaste y en mi opinión, no deberías hacerlo, es una mala decisión, deberías de patinar con  Claudio  — dijo Masha tomando de su tarro de café

Emilia solo sonrió sarcásticamente y Masha nego
— Te ayudaré a pasar las pruebas, tu puedes patinar en pareja, de eso estoy segura y tienes potencial para eso, te enseñaré a hacer lanzamientos, también a saltar — dijo Masha intentando convencerla

— Ya se hacer todo eso, gracias pero no pienso patinar con Claudio, ni tampoco en pareja — dijo Emilia mirando de frente a Masha

Masha sonrió victoriosa lo que incómodo y confundió a Emilia
— He visto como haz impedido tus saltos, tienes miedo y yo te puedo ayudar — dijo Masha

— No tengo miedo, tengo terror — dijo Emilia conteniendo las lágrimas

— Puedo ayudarte...

— Nadie comienza a patinar en pareja a los 21...

— Hay que arriesgarse siempre si no como se logran las metas, no le tengo miedo a los desafíos...

— Claudio ya tiene pareja — dijo Emilia con fastidio, realmente Masha era demasiado terca y no se iría hasta lograr lo que quería

— Ella renunció. Mira tu solo dame 2 años y yo te daré las nacionales — dijo Masha  

Ella salió de los vestuarios con una sonrisa de victoriosa pues había dejado pensando a Emilia y eso es lo que quería lograr, un deseo en Emilia.

(...)

— Tienes que aceptar Mily, es una oportunidad para tu carrera — dijo Keiko

— No lo haré, no te había contado pero la razón también por la que decidí renunciar es por qué Pablo me invitó a irme con él a Londres — dijo Emilia cansada

— No puedes abandonar tus sueños por irte con tu novio que la verdad no sabemos si van a durar...

—¡Kei!...

— Es la verdad Mily, dejaras todo acá, tus sueños, tus amigos, a tu hermana, que es una gran hija de puta...

—¡Oye! Sigue siendo mi hermana...

— lo sé pero no deja de serlo, el punto es que vas a dejar todo eso por irte a Londres a aburrirte, dejaras tus sueños por nada, por tener miedo de los retos — dijo Keiko

— No lo sé, lo único que se ahora es que quiero descansar ¿Puedo quedarme acá? No quiero llegar a casa, mamá estará esperando para darme el sermón de siempre y no tengo ganas de escucharla — dijo Emilia con fastidio

Keiko abrazo a Emilia — Tu sabes que te puedes quedar siempre — dijo Keiko con una sonrisa

Emilia sonrió y ambas se acostaron juntas en la cama de Keiko, ella apagó la luz y se abrazaron como si fuesen hermanas y es que desde pequeñas estaban juntas.

(...)

Alicia, la madre de Emilia y Martina, se había despertado a las 2 de la mañana y levantó a Martina para que comenzará con el entrenamiento.

Martina miro la hora, eran las 2 de la mañana y sabía perfectamente que era un ataque más de bipolaridad de su madre.

Lo más rápido que pudo llamo a Emilia y está le contesto en menos de 2 minutos mientras Martina se alistaba.

— Marti ¿Pasa algo? — dijo Emilia un poco adormilada

— Mamá tiene otro de sus ataques, me  levanto a las dos de la mañana para entrenar, ven por favor rápido — dijo Martina asustada

Emilia se levantó en cuanto colgó la llamada con Martina, evito hacer ruido para no despertar a Keiko pero fue demasiado tarde.

Keiko se despertó y miro confundida a Emilia —¿Que paso Mily? — dijo Keiko apenas abriendo los ojos

— Otro ataque de mamá, puso a Martina a entrenar, tengo que ir a casa — dijo Emilia desesperada poniéndose los zapatos

— Yo te acompaño...

— No, quédate aquí, no quiero causarte problemas —

— No eres un problema para mí, eres mi mejor amiga y las mejores amigas están en las buenas, en las malas y en las que están verdaderamente jodidas...

Emilia sonrió y accedió a la oferta de Keiko, ambas salieron despacio de la casa de Keiko para evitar ser descubiertas, se subieron al coche de Emilia y pusieron marcha a la casa de su madre.

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