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Era la última noche en Argentina y cada uno volvería a sus respectivos hogares al día siguiente. Julia se encontraba en su habitación acomodando su maleta mientras escuchaba música desde su móvil hasta que un mensaje cayó.
Vegetta: estás?
Julia: Sip, que pasó?
Vegetta: puedo ir a tu habitación?
Vegetta: o tu ven a la mía, da igual.
Vegetta: si quieres y tienes tiempo.
Vegetta: sé que es tarde, pero necesito hablarlo.
La morena hubiera deseado el mensaje de Samuel en cualquier momento, pero ahora ya no tenía intenciones de hacer nada con él.
La puerta de su dormitorio resonó y ella fue a abrir.
—¿Frank? ¿Qué pasó?
El muchacho se encogió de hombros y Julia lo dejó pasar a la habitación.
—Estoy un poco aburrido, ya he armado la maleta, Alexby no aparece por ningún lado y tú eras la primera en la lista para molestar.
—Eso me halaga.
Julia miró nuevamente el mensaje de Samuel sin saber muy bien qué responderle.
—¿Quién te trae tan mal? —preguntó con una sonrisa y en un rápido movimiento le quitó el teléfono a su amiga—. Vaya...
—¡Dámelo, Frank! ¡Dale!
Intentaba con todas sus fuerzas sacarle el aparato a su amigo, pero era imposible. Frank era el doble que ella y más fuerte.
—¿Vegetta quiere verte? ¿Pero qué han estado haciendo? —preguntó divertido y le entregó el móvil a Julia.
—No hagas eso nunca, ¡A nadie! —lo retó y bloqueó el celular molesta mientras Frank reía a carcajadas—. No es gracioso, no sé qué le ves de divertido a esto.
—¡Que te estás ligando a Vegetta! ¿No vas a responderle? Mira que se pone nervioso y es capaz de aparecerse por aquí o de llamarte.
—No me estoy ligando a nadie y cerrá esa boca que tenés si no querés que te asesine.
Frank levantó los brazos en señal de paz y se sentó en la cama mientras se mordía el labio superior mirando a su amiga que caminaba de un lado al otro de la habitación acomodando lo que ya se encontraba acomodado.
—Si no te lo estás ligando no es para ponerse así, ¿no?
La morocha no respondió y volvió a tomar el móvil para buscar una respuesta adecuada. ¿Qué le decía? Estaba más que claro que quería verlo y hablarle. Escuchar qué tenía para decirle, pero las cosas podían irse de las manos y terminar en una situación que ella estaba intentando evitar a toda costa.
—Si no quieres dile que ahora no puedes, lo entenderá.
—Es que sí quiero.
Frank silbó impresionado y se levantó de la cama.
—Entonces no sé qué hago aquí. Nos vemos mañana, dulzura.
El muchacho le guiñó un ojo y salió de la habitación rápidamente. Julia cerró la puerta tras él y volvió a mirar el chat.
Julia: Lo siento, estaba acomodando mi maleta.
Julia: Si quieres yo voy para allá en unos minutos.
Vegetta: No pasa nada.
Vegetta: Buenísimo. Aquí te espero.
Los lentes de sol eran imprescindibles aquella mañana para ir al aeropuerto y subirse al avión para ir a España nuevamente
—¿No dormiste bien anoche? —le preguntó Rubius abrazándola. Julia negó.
—Me costó un poco, estaba nerviosa.
Samuel los miraba desde lejos y se volteó apenas sintió la mirada del castaño encima. Julia tomó aire.
—Que raro, porque anoche fui a golpearte a eso de las doce y no respondiste.
El silencio entre ambos se hizo presente, pero Julia intentó buscar la mejor excusa posible.
—No escuché nada. Capaz estaba en el baño... ¡No! Mentira, a eso de las doce bajé para pagar las cosas que saqué del minibar, sabía que a la mañana no me darían muchas ganas.
Rubén asintió intentando creerle porque estaba seguro de haberla visto dando su tarjeta de crédito esa mañana a los de recepción, pero no quiso preguntar más.
Porque realmente no quería enterarse que la noche anterior su amiga había mantenido relaciones con Vegetta.
—¿Estás segura que todo se encuentra bien? —le preguntó Samuel cuando lograron separarse del grupo para hablar con la excusa de comprar golosinas.
Julia asintió y agarró unos chocolates del mostrador.
—No quiero que tengas problemas con Rubius...
—No los tendré si no se entera —dijo ella sin mirar a su compañero que se encontraba muy nervioso.
—¿Estás molesta conmigo o algo? Me encantaría que...
—Samuel, no —dijo ella rápidamente y se volteó a mirarlo a través de los lentes—. No estoy molesta con vos y anoche la pasé muy bien, pero ahora mismo estoy metida en un problema.
—Por Rubius.
—Por muchas cosas, pero sí, él es de los principales. Últimamente no sé qué le pasa y no quiero causar más problemas.
Samuel asintió y le pagó los chocolates a Julia a pesar de que ella se negó en repetidas ocasiones.
—¿Podré escribirte? Quiero decir, podemos seguir grabando juntos, ¿no?
—Si, obvio. Sino voy a extrañarte mucho —le respondió Julia con una sonrisa sincera.
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𝙨𝙤𝙛𝙩 𝙧𝙪𝙗𝙞𝙪𝙨 • 𝙧𝙪𝙗𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙗𝙡𝙖𝙨
Fanfiction"la suavidad de tus caricias y el sonido de tu risa me hacían sentir en casa"