𝘣𝘶𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴

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Ambos se encontraban acostados en la cama, desnudos, pero abrigados por las cobijas y sus cuerpos.

Julia tenía su cabeza en el pecho de Rubén intentando dormirse mientras escuchaba latir el corazón de él. Nunca se había sentido más a gusto.

La respiración de él subía y bajaba con tranquilidad y no había nada que pudiera alborotar aquel momento.

—¿Sigues despierta? —preguntó el castaño con suavidad. Julia hizo un sonido afirmativo—. La otra vez me puse a pensar cómo hubiera sido nuestra vida si las cosas no hubieran pasado cómo pasaron.

—¿Qué querés decir? —interrogó Julia echando la cabeza hacia atrás para verlo intrigada.

—Ya sabes, si nunca te hubiera dicho que te amaba hace años o... si te hubieras quedado con Vegetta.

Julia suspiró y volvió a acostarse en su pecho.

—¿Y por qué pensaste en eso?

—Es que... ¿No te parece todo tan... modificable?

Eran las cuatro de la mañana y lo único que tenía en la mente la muchacha era dormir un rato abrazada a su novio, pero Rubén tenía ganas de filosofar y charlar.

—Es decir, si hubiéramos hecho las cosas diferentes tal vez no estaríamos juntos ahora, ¿sabes lo que quiero decir?

Rubén hacía suaves masajes en la espalda de Julia. Arriba y abajo, lentamente, provocando un gran placer en la morena.

—¿Hablas del típico efecto mariposa?

—Sí, a eso mismo me refiero. ¿Qué habremos hecho para estar donde estamos?

Julia pensó un rato en la pregunta que había hecho Rubén y la dejó un poco mareada. ¿Y si hubiera terminado con Samuel? ¿Sería igual de feliz como lo es ahora? ¿O aún más?

Lo que tenía en claro la argentina era que si había varios destinos diferentes, ella escogió el mejor. ¿No dicen siempre que si vas a estar con alguien ese tiene que ser tu mejor amigo? Pues... ahí estaba.

—Estoy segura que si no me hubieras celado con Samuel en Argentina las cosas serían diferentes —comentó ella por fin.

—Pero follaste con él igual, no sé qué hubiera cambiado.

—Porque el simple hecho de haberme dicho eso significó que vos aún me querías... o eso creía yo, entonces tenía unas pocas ilusiones en que vos y yo estemos juntos en algún momento.

Julia se despegó un poco de Rubén y tomó una remera de él para ponerse encima mientras él pensaba en lo que su novia acababa de decirle.

—¿O sea que yo cambié todo el destino? —preguntó mirando al techo, desconcertado.

—Supongo, al igual que yo, ¿no? Digo, no sé.

Ella volvió a acostarse a su lado, pero ahora de costado, para ver el perfil de Rubén que parecía muy interesado en el tema de conversación.

Raspy, que pocas veces parecía querer estar entre humanos, se fue adentrando a la habitación y minutos después estaba acostada a los pies de la cama.

𝙨𝙤𝙛𝙩 𝙧𝙪𝙗𝙞𝙪𝙨 • 𝙧𝙪𝙗𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙗𝙡𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora