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El viaje no iba a ser nada cómodo para ninguno de los cuatro. Rubén había llevado a Jannie y ella a Manuel y habían acordado —con miradas— que intentarían comportarse entre las parejas.
—Mientras no me toque los cojones todo saldrá de maravilla —le susurró Manuel a su novia.
—Si no se comporta como un gilipollas podré pasarla de puta madre —le dijo Rubén a su novia.
Y aunque las parejas estaban sentadas en lados opuestos del avión las dos muchachas hicieron el mismo gesto. Suspiraron mientras decidían mirar por la ventana antes de que la paciencia se les acabase.
La estadía en Los Ángeles estaba siendo fantástica aunque a penas había pisado tierra estadounidense, pero el lugar era bellísimo. Habían decidido separarse un poco de Rubius y Jennie para poder disfrutar de la ciudad sin la tensión constante de que se insultaran o golpearan.
—Mirá esa chaqueta, ¡Es bellísima! —dijo impresionada Julia al ver una vidriera—. Joder, lo que cuesta ¿no?
Manuel no despegaba la mirada del teléfono y eso a Julia le estaba empezando a joder bastante, pero se quedaba en silencio para no comenzar a pelear en plena avenida. Intentó calmarse y siguió caminando asegurándose de vez en cuando que su novio la seguía detrás.
No paraba de grabar o sacar fotos y aunque en otro momento a la muchacha le hubiera encantado el detalle ahora la estaba agobiando.
—¿Te parece si vamos a almorzar algo? —le preguntó ilusionada cuando vio una cafetería ambientada en los 80.
—La verdad que estoy cansado, prefiero ir al hotel.
—¡No puedes enfadarte por eso, Julia! —gritó molesto Manuel mientras se colocaba una camiseta.
—Me lastimaste —susurró viendo como el moretón en su brazo iba tomando color.
—No fue con esa intención ¿sí? Así que ahora vístete que tenemos que ir a la maldita conferencia de los cojones —dijo molesto mientras agarraba su billetera y móvil.
—Si no querías acompañarme no hubieras venido —le dijo aún abrumada por lo que había pasado.
—No seas tan dramática, joder. Que tampoco es para tanto. Además tú has tenido la culpa.
No estaba siendo dramática y ella no había tenido la culpa, ¿verdad? Tan sólo le había pedido que dejara su celular a un lado por un rato y así podían hablar de todo lo que habían visto en el día, no era porque estaba sospechando que él se hablaba con otra. ¿Pero y si lo hacía? La mente le daba mil vueltas y el aire comenzaba a faltarle.
—No empieces con tus ataques. Agarra tus cosas y vamos.
No entendió por qué, pero le hizo caso. Tomó una sudadera y salió detrás de él con las lágrimas a punto de salir.
Mientras bajaban por el ascensor se puso la prenda azul para tapar el moretón en su brazo y cuando las puertas se abrieron vio a su amigo y a su novia riéndose. Algo le dio en el pecho.
—¿Ya estamos todos? —preguntó el señor Ubisoft cuando todos se encontraban en el hall.
Julia no podía quitarle la mirada de encima. Viéndolo divertirse arriba del escenario mientras bailaba era todo lo que ella necesitaba en ese momento. Rubén desprendía una luz cegadora. Notó que Jannie lo miraba de la misma manera y unas ganas de gritar la invadieron. Tenía tanta suerte de tener a un hombre como Rubius en su vida.
Desvió la mirada a su derecha y Manuel hablaba animadamente con una bailarina y pudo notar que se intercambiaban el número. Ni siquiera le dolió. Él había traspasado un límite y ella ya estaba cansada de tonterías. Harta de abusos.
Volvió a ver a su amiga que desde arriba le sonreía. Julia le devolvió el saludo y sacó su cámara para grabarlo un poco y recordar ese momento para siempre.
Aquella noche cuando volvieron al hotel Julia ni le habló a Manuel que seguía pegado al móvil y no parecía darse cuenta que su novia se durmió llorando.
No podía darle segundas oportunidades. Debía entender que él no la amaba y que a penas llegara a España cortaría cualquier comunicación con Manuel. No lo quería ver más.
Él no la hacía feliz y estaba segura que jamás encontraría a la persona indicada.
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𝙨𝙤𝙛𝙩 𝙧𝙪𝙗𝙞𝙪𝙨 • 𝙧𝙪𝙗𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙗𝙡𝙖𝙨
Fanfic"la suavidad de tus caricias y el sonido de tu risa me hacían sentir en casa"