𝘵𝘦𝘳𝘢𝘱𝘪𝘢

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Había pasado un mes en terapia. Manuel seguía apareciendo en su vida y ella volvía a aceptarlo. Él le había dicho que iba a cambiar, ¿Por qué no creerle?

Rubén había terminado con Jannie y evitaba hablar del tema. Cada vez que se enteraba que Julia se veía a escondidas con Manuel la ignoraba.

—¿Tiene que follarse a una puta en tu cara para que te des cuenta?

Esa frase resonaba en su cabeza una y otra vez. Manuel era un buen chico y como toda persona cometía sus errores. Él la amaba.

Julia no salió de la casa esa tarde. No se sentía con ánimos de grabar ni de encontrarse gente por la calle. Quería dormir mil años.

Rubén salió de su habitación y la encontró tirada en el sofá mirando la televisión.

—¿Te apetece ver algo conmigo?

Julia esbozó una sonrisa y aceptó a su amigo. Rubén se acercó y se sentó a su lado.

—He vuelto con Jannie —susurró mirando a Julia quien asintió levemente—. Estamos pensando realmente el irnos a vivir juntos.

—Bien.

La muchacha no tenía ni siquiera ánimos para pelear ni de discutir cuál iba a ser el mejor futuro para su amigo.

—¿Cómo vas con Manuel?

—No te interesa realmente.

—Quiero saber. Eres mi amiga y me preocupo por ti.

Julia se encogió de hombros y no respondió.

—Escuché que lo invitaste a la fiesta que va a hacer Youtube —volvió a hablar—. ¿No crees que te está usando?

—Soy la novia. Si lo quiero debo ayudarlo —respondió cortante sin mirar a Rubén. Este suspiró.

—Si él te quiere no te arruinaría la vida.

Julia se levantó bruscamente del sofá y se dirigió a su habitación. Rubén la siguió detrás.

—¿Por qué te cuesta tanto entenderlo?

—¡Dejame en paz!

Julia se encerró en su habitación dejando a su amigo afuera.

—Julia...

La muchacha se acostó en su cama y mientras intentaba dormir unas cuantas lágrimas se escurrían por su rostro.



Aquella noche se quedó cocinando con Cheto en el departamento. Necesitaba vaciar un poco su mente y cocinar la ayudaba. Mientras preparaban aquel pollo con patatas escuchaban música y hablaban de cosas sin sentido para pasar el momento.

—Mientras esto se cocina, ¿Te apetece hacer el postre? —preguntó su amigo barbudo mientras metía la carne en el horno. Julia asintió.

Iban a hacer un flan con crema, algo simple para no desesperarse demasiado. Claramente la muchacha se puso a batir la crema porque no quería cagarla. El que tenía noción de la cocina era Cheto, no ella.

—¿Cómo va con la terapia? —preguntó sin mirarla, como sin querer darle mucha importancia al asunto de que su amiga se había pasado días desmayándose, sin comer y sin dormir. No quería incomodarla, pero estaba claro que le importaba.

—La verdad que... mejor —dijo sincera mientras conectaba la batidora al enchufe.

—Me alegro por ti.

De repente, un muchacho alto apareció por la cocina y borró su sonrisa al ver a Julia.

—Buenas, no sabías que estabas Cheto —dijo Rubén al entrar y saludarlo.

—He venido a hacerle un poco de compañía a la niña.

Pero entonces cuando Rubén quiso responderle Julia encendió la batidora. El muchacho se quedó en silencio.

—¿Has visto que...? —preguntó cuando Julia paró la batidora, pero rápidamente la encendió otra vez para no dejar hablar a su amigo.

Cheto lanzó una risita cuando vio al muchacho mirar de mala gana a Julia.

—¡Pues alguien no se enterará que nos invitaron al E3 este año! —dijo gritando. La chica detuvo el aparato.

—¿Qué? —preguntó anonadada.

—Nos invitaron para viajar a Los Ángeles. Nos vamos en dos semanas.



—Creo que es una oportunidad genial —dijo Julia desde el otro lado de la línea— ¿No estás feliz por mi?

—Ajá.

—Podría ver si podés acompañarme, ¿Te gustaría? —preguntó ilusionada a que Manuel se emocionara aunque sea un poco.

—¿Has hablado con tu manager? Esa que te maneja las cosas.

Julia tomó aire, pero cuando iba a hablar él la interrumpió.

—Joder, sigues sin preguntarle ¿verdad? Pero, tía, ya te lo vengo pidiendo hace semanas, ¿No te importo?

—Sí me importas y te juro que se lo pregunto mañana, estuve un poco ocupada.

—Ya, seguro... me tengo que ir.

—Chau, te a...

Julia miró su teléfono y notó que su novio ya le había cortado. Seguramente tenía prisa por irse, no pasaba nada.

𝙨𝙤𝙛𝙩 𝙧𝙪𝙗𝙞𝙪𝙨 • 𝙧𝙪𝙗𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙗𝙡𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora