Las cosas en Seabrook han cambiado. Zed y Addison siguen siendo muy felices juntos, pero nuevos peligros amenazan a esta "perfecta" ciudad. Vuelven los problemas, vuelve el amor, pero ahora... ¡con lobos!
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Una vez que pudimos calmar nuestras respiraciones, salimos a recuperar la piedra lunar. El otro lobo se estaba alejando, por lo cual intentamos usar nuestro olfato para rastrearlo. Cada vez nos alejábamos más de la guarida, y eso no era bueno. Solo nosotros estábamos despiertos. Si algo nos pasaba, toda la manada estaría... perdida.
— Ahí está. —paré a Blair y Willa, después les señalé con la cabeza al otro lobo.
— Vamos con cuidado. —los rodeamos y por suerte no se percataron de nuestra presencia, hasta que Willa aulló y los tres aparecimos frente a ellos.
— Devuelve la piedra lunar, intruso.
— Lo siento, alfa, pero no será posible. Aunque... le prometo que se volverá a reunir con ella. —volvió a tocar la piedra lunar, pero esta vez con todos sus compañeros.
Y yo... yo vi todo negro.
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Sentí que alguien movía mi brazo, y escuchaba voces lejanas. Trataba de mirar quién era la persona que me hablaba, pero no veía más que... imágenes borrosas que no podía identificar. Mi cabeza dolía a muchísimo, y sentía como mi collar latía como si algo tratara de salir del fragmento, pero lo que más me preocupaba, era no sentir el llamado de la piedra lunar.
— Creo que ya está despertando. Hermanita. —mi vista empezó a aclararse. Al poder enfocar mi visión, vi a Addison, Zed y Eliza sobre mí.— ¿Estás bien?
— ¿Dónde están Wyatt y Willa? ¿La piedra lunar? ¿La recuperamos? —me senté rápidamente, mientras miraba a los lados buscando a los Lykensen. Wyatt y Willa estaban a un metro de mí, aún desmallados. Wynter y algunos lobos estaban con ellos. Traté de ignorar mis sensaciones, y me enfoqué en la situación.— ¿Cómo regresamos? —les pregunté mientras me dirigía a donde estaban los lobos, seguida de los de Seabrook.
— Estábamos en la guarida cuando los lobos se desmayaron. Vimos todo lo que pasó con ustedes. Cuando se fueron los seguimos, pero iban demasiado rápido. En el momento que pudimos alcanzarlos, ustedes estaban desmayados en el bosque. Los trajimos y, como una hora después, los otros lobos se despertaron. —me explicó Eliza mientras nos sentábamos al lado de los hermanos.
