Las cosas en Seabrook han cambiado. Zed y Addison siguen siendo muy felices juntos, pero nuevos peligros amenazan a esta "perfecta" ciudad. Vuelven los problemas, vuelve el amor, pero ahora... ¡con lobos!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¡Ella es nuestra alfa! —le gritó Wynter. Con eso, todos empezaron a discutir, mientras que yo no podía reaccionar.
No tiene sentido. ¿Cómo podría ser yo... la alfa de dos manadas? ¿Cómo es posible que ellos crean que nuestra piedra lunar, es su fuente de energía lunar? ¿Cómo es que Willa jamás me habló de esa posibilidad? Necesitaba respuestas... y muchas. Todo en mi vida estaba siendo confuso últimamente. Pero la reciente situación era lo más confuso, por mucho.
Al parecer, Willa se dio cuenta de mis dudas. Ella dejó a los demás discutir, y me llevó detrás de nuestro pequeño grupo.
— Escucha. No dejes que te confunda. Si la piedra lunar está unida a ti, es porque eres de nuestra manada. Y los lobos solo pueden pertenecer a una manada. —yo asentí, creyendo en ella. Era Willa... mi mano derecha, mi mejor amiga, la hermana de mi novio... Aunque ella no sabía esto último. Willa jamás me mentiría. Mucho menos con algo así.
— Entonces... ¿por qué dice que soy su alfa? —pregunté lo que más me confundía.
— No lo sé, pero no lo eres. Nosotros somos tu familia. La manada de Seabrook, es tu manada. —enfatizó el "tu".
— ¡Suficiente! —dijo el otro "alfa", mientras se acercaba a nosotras.— Decidan. O nos dan a nuestra alfa, o nos quedamos con su lobo.
Willa estaba indecisa. Era recuperar a su hermano, pero perder a su alfa. O cuidar a su alfa, y perder a su hermano. No podía dejar que ella tomara esa decisión, a pesar de ser la más implicada. Esa no era una situación cualquiera, así que, como su alfa, debía tomar la mejor decisión para proteger a los míos, especialmente a los Lykensen.
— Bien. Iré con ustedes. —Wynter quiso hablar, pero no la dejé. Willa solo me miraba sorprendida.— Pero, primero, dejen ir a mi lobo.
— Sabía que entenderías. No puedes estar lejos de tu manada por mucho tiempo. Tráiganlo. —le dijo a uno de los suyos.
— No puedes hacer esto. —me susurró Willa.
— Tengo un plan. Tranquila. —luego de unos segundos, llegaron con Wyatt. Por suerte, no estaba relativamente mal. Solo se veía un poco débil. Cuando lo soltaron, él cayó de rodillas al suelo. Al instante, fui a abrazarlo.— Me alegro de que estés bien. —sin que se dieran cuenta, puse mi mano en una de sus marcas del cuerpo y le compartí energía, antes de darle mi collar.— Ahora, tú tendrás que venir por mí. —le susurré para luego separarme. Él me miró confundido.
Aunque necesitaba... más que solo decirle algunas palabras, no era el momento. Y sentía que "el momento" no iba a llegar pronto.
— Hermano. —Willa también lo abrazó. Pero, esta vez, Wyatt ya se estaba de pie. Hablaron un poco, pero no les presté mucha atención. Mi mente estaba en otra cosa.
Desde que llegamos, esos lobos han visto de forma extraña mi collar. Si tienen la piedra lunar, no tendré problemas para sobrevivir unos días. Está claro que no planeo quedarme aquí. Solo estaré... lo suficiente, hasta que logre salir o hasta que Wyatt me saque. No puedo arriesgarme a que le pase algo a mi collar de piedra lunar. No creo que la manada reaccione... bien, si algo le pasa.
