❝ Cause i love you! ❞ ¦ Saiouma

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Casi había destruído todo su apartamento, se sentía tan frustrado, ¿Había hecho mal? ¡Pues claro! ¡Hizo todo mal! A pesar de que ese asqueroso puso sus manos sobre su chico e intento besarlo, seguía sin ser culpa de Oma, y también tenía razón en otra cosa; él no es su perra, y no seguirá lo que él diga.

"imbécil, no eres su dueño"

A pesar de querer serlo, de anhelar tenerle como loco y que sus únicos pensamientos fuesen él y nada más, aunque lo quisiera con todo su corazón y su alma, no dejaba de ser una petición egoísta, no podía pedir algo así si era a quien por primera vez en años le había hecho sentir que su mundo tomaba color, que todo a su al rededor tenía sentido, su única razón para seguir mirando adelante y continuar, su razón para seguir vivo. Por primera vez en mucho tiempo, Saihara se encontraba llorando, sentimientos encontrados lo atacaban sin piedad, incluso, ya había cortado algunas partes entre sus brazos y estómago.

"¿Lo he perdido?"

Pensar en eso le aterró, lo ama, lo necesita, más que al aire o la comida, no podía dejar las cosas así. Se levantó del suelo, secó sus páteticas lágrimas y tomó su celular, recordaba bien el rostro del chico; Cabello plateado, rostro pálido junto con unas cicatricez debajo de sus ojos azulados. Tan solo era cosa de preguntar a alguno de sus compañeros de clase su ubicación, Togami, para ser exactos, este sabía absolutamente todo, hasta los datos más secretos de todos los alumnos de su escuela, y, de todos modos, sabía que había visto al peli-plateado en la escuela más de una vez.

Tomó una de sus navajas favoritas, la "mariposa", guardandola en su bolsillo tan solo por si acaso, chasqueó la lengua y una vez recibió la respuesta de Byakuya, salió de su departamento. En su camino hacia la casa del chico, intentó comunicarse con el peli-morado, pero este parecía hacer caso omiso a las llamadas, así que se decidió por otra cosa; creó mil diálogos en su cabeza sobre qué podría decir para sonar convincente en su disculpa, después de todo, de alguna manera, sí quería disculparse, pero tan solo por Kokichi, pues, si no fuese por él, probablemente ya habría matado al peli-plateado. Miró al cielo por un rato mientras que jugaba con su navaja, esperaba no tener que usarla, y quizá controlar un poco ese lado enfermizo de él, podría al menos intentar hablar sobre eso, y no atacar sin razón, bueno, si tenía una razón, pero no era algo muy justificable, Negó con la cabeza, ¿Por que de pronto estaba tan preocupado por eso? No creía que fuese empatía, no podía sentir empatía por ese asqueroso que simplemente se lanzó a besar a su novio, seguramente Kokichi le estaba volviendo loco.

Se decidió pasar por un parque cercano para calmarse un poco, quizá comprar un helado y tomar aire unos minutos le ayudaría, tomó asiento en una banca y cerró sus ojos, respirando profundo.

ㅡ Woah, no esperaba verte Saihara, dejame decirte que estás hecho mierda ㅡ

Una voz familiar le habló, aquel chico tomó asiento a su lado, el peli-azul sacó su navaja y la colocó en el cuello del chico a manera amenazante, notando como este sonreía, y escuchando una risa por su parte.

ㅡ Cierra la puta boca o te mataré en este instante ㅡ

Sonrió y bajó la navaja, se trataba de Leon, un amigo de su infancia, llevaban bastantes años sin verse, pero la comunicación entre los dos nunca desapareció, terminaron conversando sobre distintas cosas que había pasado en su tiempo alejados, y entre esas conversaciones, llegaron al tema problema actual de Saihara. Kuwata, soltó un suspiro y miró a su amigo, negando con la cabeza, le quitó la navaja y la guardo en el bolsillo de su chaqueta, el peli-azul no rechisto.