Enma se encontraba caminando por la calle, la noche anterior había sido bastante productiva, sí que le molestaba el hecho de tener que alejar a Rumi, pero lo mejor era alejarla ya que tenía que comenzar con sus propios planes. Y lo primero, era encontrar una manera de obtener más poder, había descubierto por parte de aquel doctor, que su estructura no era ordinaria, no era un espíritu como los Quincy, pero tampoco era un humano más, debía de serlo por haber recibido el poder de alguien o algo desconocido.
Afortunadamente, pronto tendría su oportunidad, si la liga había podido hacerse fuerte enfrentando por tantos días a Gigantomaquia, esperaba que fuera lo mismo para él.
Las calles estaban bien protegidas, cosa que se le haría rara si no supiera todo lo que ha estado haciendo con los héroes. Llevaba años cazándolos, pero no tenía la misma popularidad de Stain debido a que los medios estaban ocultando la mayor parte de los crímenes, aunque la desaparición de héroes ya estaba comenzando a ser notoria, pero gracias a las tarjetas que dejaba, también alejaba las sospechas de él ya que, en cada una de ellas, dejaba el dibujo del antifaz del asesino de héroes.
Recordando eso, sonrió ligeramente, pero dejó de hacerlo cuando sintió como alguien se golpeaba contra él, se trataba de un niño de cabellos rubios cenizos que había sido arrojado desde un callejón, cuando dirigió su mirada de pupilas amarillas al callejón, pudo ver a un par de viejos vagabundos con expresiones molestas.
—Que bien que lograste atrapar a ese pequeño bastardo —dijo un anciano de barba sucia y ropas desgastadas y con falta de dientes en su boca. —Te dijimos trozo de mierda que debías trabajar más duro para que pudiéramos comer —hablo molesto el mismo hombre.
—Como sea, entrégalo, esta pequeña mina de oro nos ha dado de comer bien como para dejarlo ir —Enma miró al segundo hombre, de barba rojiza con cañas y pequeños trozos de comida en su despeinada barba.
Después observó al niño quien, a pesar de parecer tener miedo, se encontraba mirando con desprecio a los vagabundos. —«Interesante» —pensó con una ligera sonrisa para alejar al niño un poco de él. —Espera un momento aquí —dijo acercándose a los vagos para después sacar su billetera. —Todo lo que tengo aquí, puede ser suyo, pero necesito un favor a cambio. ¿Podemos hablar un momento? —comentó con una sonrisa, los mayores se miraron y se encogieron de hombros restándole importancia. —Genial, vayamos más adentro, hay niños presentes haha.
Aquel niño hizo caso, quedándose fuera del callejón para después ver cómo el pelirrojo regresaba con una sonrisa mientras guardaba unas tarjetas de identificación en el bolsillo de su saco. Sacó su cajetilla de cigarrillos y encendió uno. —¿Cuál es tu nombre? —preguntó inhalando humo.
Dudando un poco, aquel niño habló con una voz que parecía reseca. —Bakuda... James... —respondió mirando a los ojos del pelirrojo quien se puso de cuclillas para observarlo mejor.
—«Esa mirada...» —ambos se observaron un momento en silencio.
[—Sam, te dije que debías cuidar hoy de mamá. Estoy muy ocupada con el trabajo —una mujer de cabello negro hablaba a un joven de veinte años quien se encontraba llegando a su hogar por la noche. Ella suspiró y dio un leve masaje en el tabique de su nariz. —Solo... solo ve y haz tu tarea, me encargaré de mamá. Estas por hacer el examen de graduación, no desperdicies tu genio con esos tontos que se dicen tus amigos, ¿Si, hermanito?
Sam solo asintió y se fue a su habitación no sin antes disculparse con su hermana mayor quien solo sonrió con calidez y cariño].
Enma recordaba aquello de su vida anterior, su pecho dolió un momento, en aquella ocasión, al entrar a su habitación y verse al espejo, pudo ver la misma expresión que este niño mostraba; una mezcla de enojo, frustración, tristeza, rabia, pero, sobre todo, resentimiento.
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Villains. (Terminada)
FanficTodos admiran a los héroes, los idolatran y se sienten protegidos por ellos, sin embargo, hay siempre un punto de quiebre. La sociedad rechaza a aquellos que son diferentes y tienen ideas distintas, bueno, entonces también es hora de rechazar a la s...