TYSON CUSIC.Estaba de pie, en la nada, no veía ni escuchaba nada. Bajé mi mirada hacia el suelo. Mi corazón empezó a martillar contra mi pecho, lágrimas caían sobre mis mejillas como fuego, quemaban. No había luz ni oscuridad, solo la nada. Mis extremistas empezaron a temblar, quiero llorar. Baje mi mirada, la oscuridad cubría mi cuerpo, aterrado mire hacia todos lados, en ese instante me di cuenta de que en mis manos sostenía algo, no supe descifrar qué era. Me estremecí. Di dos pasos hacia atrás, pisé un charco de aguas negras, mi corazón empezó a latir desenfrenadamente, incluso creí que rompería mi pecho.
¿Estoy en un maldito sueño?
El sonido de un gallo chillón me hizo saltar sobre la cama, mi respiración estaba hecha un desastre. Una gota de sudor bajó en mejilla, miré mis manos y bajé la mirada hacia mi cuerpo. Poco a poco fui retomando mi ritmo cardiaco, llevé mis manos a mi pecho, giré mi cabeza hacia la izquierda, en dirección a un pequeño cajón que estaba cerca de mi cama, encima de este yacía mi teléfono, lo agarré, desactive la alarma y me dispuse a dormir nuevamente.
Espera un momento...
Llevé mis manos a mi cabello bajando lentamente hacia mi rostro, solté un suspiro y tomé mi teléfono para observar la hora. Falta un cuarto para las seis, olvidaba que hoy es mi primer día de clases. Este es mi último año de secundaria, solo un año y estaré libre.
No, no iré.
Decidí colocando mi teléfono debajo de la almohada, volvi a meterme entre las sabanas, estaba reconciliando el sueño, mi teléfono empezó a vibrar como consolador.
—¿Qué?—Cuestioné con voz ronca.
—¿Ya estás listo?—Preguntó Derek con un tono de voz alegre.
Derek es mi mejor amigo desde... La verdad no lo recuerdo, desde siempre supongo.
—No, no estoy listo.—me rasque la cabeza con desesperación.
—Me prometiste que irías Tyson.—Escuché a Derek maldecir—¡Debes ir!
Llevé mis dedos a mis párpados.
—No...iré.
—Si no vas...
—No empieces con tus amenazas.—Interrumpí— Si vienes, me haces el desayuno y me llevas en tu auto, con mucho gusto iré.
—Pero debes de estar duchado cuando llegue.
Finalizó la llamada.
Me senté en una esquina de la cama, me quedé ahí por unos minutos, mirando fijamente mis pantuflas de homero. ¿Porqué me compró cosas tan absurdas? Metí mis pies en las pantuflas, me puse de pie y salí de mi habitación para caminar hacía el baño, me detuve frente a la puerta.
No creo que se den cuanta si no me baño.
Sacudí mi cabeza.
No seas tan asqueroso, báñate.
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Porque Maté A Alguien Por Ti ©
Novela JuvenilAmar puede ser la salvación y a la misma vez la perdición. TODA COPIA o ADAPTACION será DENUNCIADA POR DERECHOS DE AUTOR.