CAP 30 TE ODIO

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-Pasen hijas, gracias por haber venido... Ya me he encargado de pedir el desayuno para todos... La mesa está servida. -Robert recibió a sus hijas y a los chicos para encaminarlos a la pequeña terraza con la que contaba su suit.

-¿Robert para que nos hiciste venir?... -Fue Nat quien se detuvo en el marco de aquella puerta corrediza para cruzarse de brazos y lanzar aquella pregunta.

-Nat, necesitas desayunar, por favor, cariño. -El rubio llegó por detrás para susurrarle aquellas palabras, ganándose una mirada de reproche.

-Se ve delicioso... -Lizz tomó uno de los asientos sin esperar a que ninguno de sus acompañantes dijera algo.

-Natalie... Hablaremos en mi despacho después de desayunar, por favor, hij... -El pelinegro se mordió la lengua antes de pronunciar aquella palabra y empeorar todo.

-De acuerdo... -Nat soltó el aire que venía conteniendo para después sentir la gran mano de Chris sostener su cintura para guiarla hasta el comedor.

Todos los presentes se tomaron su tiempo para comer y charlar mientras Nat pensaba que era una completa estúpidez actuar como la familia feliz cuando evidentemente no lo eran.

-Al menos come un poco de fruta, amor. -Rogers le susurró de nuevo mientras que por debajo de la mesa sostenía su mano sobre su muslo.

-¿Siempre eres así de insistente? -Nat le respondió en un susurro mientras lo observaba elevar el tenedor con una rodaja de fresa y mando en ella para acercarla hasta sus labios.

-Sólo cuando me contradicen... -Bromeó con ella para después guiñarle un ojo y dejar un beso casto en su mejilla, ajenas al resto de sus acompañantes quienes reían por algún razón.

-Te odio, Steve Rogers... -Nat sonrió mientras abría nuevamente sus labios para recibir otro poco de fruta.

-Y yo te amo, Natalie Rogers... -Aquello último la hizo ladear su cabeza para mirarlo con sorpresa y confusión mientras él reía como un grandísimo bobo.

-¡Oye! Soy Señorita Romanova, para ti... -Le dio un leve codazo a su costado para después bajar la mirada y sonrojarse involuntariamente.

-Como diga y ordene la princesa... -Le robó un fugaz y casto beso que ella no pudo esquivar esta vez y que a la vez provocó que sus mejillas ardieran aún más mientras él reía por lo bajó.

El tiempo pasó, bastante rápido y en menos de lo que ambas hermanas pensaron ya se encontraban sentadas frente al escritorio del despacho de su padre. Los chicos se habían quedado afuera, en el living, en espera de que nada malo sucediera, ni de que Robert dijera algo que fue a arruinar todo lo que ya habían superado con ellas.

-Te escuchamos papá... -Lizz habló primero, ganándose una mirada confusa por parte de Natalie.

-¿Qué es eso tan importa que no puede esperar?... -Nat cruzó las piernas y brazos y arrugó el ceño. Preparando un escudo para sí misma como si presintiera que estaban a punto de dañarla.

-Son tres puntos sumamente importante niñas, pero antes de comenzar me gustaría decirles que estoy muy feliz de tenerlas aquí conmigo, en America, sé que fueron muchos años en lo que estuvieron lejos de casa, pero todo tiene una razón de ser, hijas. Ambas han crecido lo suficiente, han madurado y se han convertido en todas unas mujeres.

-No gracias a ti... -Natalie no puedo evitar soltar su veneno, en verdad no toleraba la actitud tan falsa de aquél hombre.

-¡Natalie! -La regañó Lizz, pero la rubia simplemente la ignoró.

-Yo sé... Se que he cometido muchos errores, que sigo cometiendo muchos errores, pero las amo. Las amo a ambas con todo mi corazón. -Robert se puso de pie para caminar hasta el mini bar que tenía el despacho y poder servirse una copa.

🍷IN THE SHALLOW🍷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora