CAP 4 RECUERDOS

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Aún podía sentir los botones de su camisa enterrarse sobre toda su espalda, sus pectorales, bíceps y brazos fuertes ancerrándola y sosteniéndola contra su cuerpo que a diferencia del de él era pequeño y menudo y luego estaba ese holor que le parecía tan familiar... No se trataba de su perfume varonil, era el aroma que desprendía su piel, su esencia. La recordaba de algún lado, pero no conseguía descifrarlo y después estaba su barba rasposa cuya cosquillas aún podía sentir sobre su mejilla, lo que causó que inconscientemente subiera sus dedos hasta la zona para acariciar su piel... Y finalmente estaban sus ojos... Esos ojos azules que poseían un toque de verde marino, idénticos a los ojos de Sarah...

-Eran los ojos de Sarah...

Natalie levantó la mirada, saliendo de su burbuja para notar que Elizabeth seguía enfadada con ella, cruzada de piernas y brazos a su lado y después estaba la mirada del idiota quien no paraba de observarlas por el retrovisor, al parecer enfadado también.

-Debemos hablar Lizz... -Le susurró a su hermana, colocando su mano sobre sus hombros, pero esta simplemente la ignoró y movió bruscamente su extremidad para que la soltara, causando que ella dejara salir un suspiro triste...

Nunca antes había peleado tanto con Lizz a como lo estaban haciendo últimamente y eso le dolía... Ni siquiera podía pensar en la posibilidad de morir estando distanciadas, esa idea le partía el corazón.

-Llegamos... -Fue Chris quien habló esta vez, estacionando el auto en el garage y bajando como alma que lleva el diablo al igual que Lizz quienes azotaron la puerta del auto al mismo tiempo para dejarla sóla dentro de el.

-Deberíamos volver a Londres, lo que teníamos bastaba para ser felices. -Se susurró a sí misma con melancolía, bajando la mirada y llevando su mano al seguro de su cinturón de seguridad, llevándose la gran sorpresa de que éste se había trancado nuevamente.

-Que diablos... Lizz no tuvo problemas contigo, no me hagas esto... -Le habló desesperadamente al broche como si éste pudiera entenderle mientras intentaba jalarlo y liberarse hasta que el ruido que hicieron los seguros del auto cuando entraron la hicieron detenerse.

-Maldición, lo que me faltaba, atrapada por el cinturón y encerrada en el auto. -Se susurró con enfado, dejando ir su cabeza hacia atrás sobre el respaldo de su asiento para luego soltar un gran suspiro de cansancio, Nat no supo en qué momento las lágrimas escaparon de sus ojos, no podía más, solo quería estar en casa y olvidarse de todo. Vivir lo que tenía que vivir pacíficamente.

Por otro lado, Chris vio a la rubia más chica subir las escaleras a grandes pasos, ni siquiera había volteado a verlo... Estaba seguro de que entre Buck y ella había sucedido algo, pero eso lo solucionaría más tarde... Chris tomó un poco de aire y esperó a que la rubia enfadosa entrara por la puerta, pero eso simplemente no sucedió.

-Lo que me faltaba, otra bofetada... -Se dijo a si mismo con fastidio, al pensar que seguramente el maldito cinturón del auto la había atrapado de nuevo.

Chris entornó los ojos y de mala gana comenzó a caminar de regresó al garage... Tenía justo las palabras que le diría para fastidiarla. El chico siguió su camino encontrándose a lo lejos con la graciosa imagen de aquélla rubia atrapada dentro del auto. La imaginó furiosa, mirándolo con aquellos ojos encendidos en ira que le quemaban las entrañas, pero nunca pensó en lo que realmente vería al abrir su puerta, sorprendiendola echa una completa sopa... Su llanto silencioso le estrujó el corazón, verla llorar así era algo que simplemente no podía soportar.

-Hey ¿qué sucede? -Le preguntó con preocupación, viéndola limpiar sus lágrimas con brusquedad y vergüenza.

-Nada que te importe, sácame de aquí. -Bajó la mirada para que no viera sus ojos enrojecidos.

🍷IN THE SHALLOW🍷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora