Su alma era demasiado profunda para se explorada por aquellos que sólo saben nadar sobre la superficie o al menos eso creía Natalie Stark, una hermosa, rubia y dulce joven de 21 años que tenía sus días contados. Aunque quizá el verdadero amor podrí...
-No, Natty... Ahora estoy aquí para ti... No volverás a estar sola... -Susurró contra sus labios que temblaban temerosos, sintiendo que ella entre abría los suyos lentamente sin decir o hacer nada... Chris solo se quedó ahí a milímetros de ella... Sintiendo su aliento y sus lágrimas mojar su palma.
-¿Lo dices en serio?... -Levantó la mirada encontrándose con ese mar profundo que conseguía enjaular todos sus temores.
-Es una promesa... -Sonrió Chris, aflojando sus abrazos protectores que la encerraban, permitiéndole girar un poco su dorso contra su pecho para después sentir una de sus manos subir y acariciar su cuello.
Rogers sintió como su boca se alejaba de la suya para estamparse sobre su mejilla, provocando que un suspiro se le escapara a él de los labios.
-Eres lo más cercano que he tenido a un amigo, Chris -Esbozó una sonrisa triste, dejando caer su frente en su mejilla raposa, encogiendo sus piernas un poco contra si misma y acurrucándose al cuerpo del rubio mientras se permita llorar en silencio.
-Natty, soy tu amigo, jamás dudes eso... Mejores amigos para toda la vida, ¿lo recuerdas? -La hizo reír entre lágrimas tristes para después sólo verla asentir con la cabeza gacha.
-Quiero mostrarte algo, te lo contaré todo. -Chris apenas pudo escuchar el hilo de voz que salió de sus labios.
-Ven... -Le respondió él, soltándola para poder levantarse de su lugar.
Rogers tomó sus dos manos con delicadeza para ayudarla a ponerse de pie y así llevarla descalza consigo dentro de la casa. Sarah y Howard por otro lado estaban demasiado ocupados riendo y contando historias que llenaron la cocina de carcajadas mientras servían café y galletas en una bandejita, dejando pasar desapercibidos a los chicos que cruzaron el living tomados de la mano en completo silencio para dirigirse hasta la habitación de Chris.
-Pasa, aquí podremos hablar... -Rogers soltó sus manos para abrirle la puerta y dejarla entrar, cerrando tras de si y pasando a su lado para pararse justo frente a ella.
-Dime que pasa... -Retrocedió de espaldas hacía la cama para dejarse caer sentado de brazos cruzados sobre la orilla mientras la miraba fijamente con preocupación.
-Te lo mostraré... -Susurró, girando para regresar a la puerta y poner el pestillo de está, causando que Chris la mirase extrañado.
-¿Qué me mostrarás? Natty, ya dime que sucede, tanto misterio me esta poniendo nervioso. -Le dijo en un tono ansioso, pero bajito, poniendo su típica cara de bobo mientras la observaba caminar como un felino que acechaba a su presa.
Natalia se detuvo cuando estuvo justo frente a él... Chris pudo sentir sus rodillas desnudas rozar con las suyas y su miedo desbordar por cada poro de su piel palida... La rubia guardó silencio mientras arrugaba el ceño con preocupación y hacía una mueca extraña que Rogers no pudo descifrar.
-Esto... -Nat susurró con inseguridad, subiendo sus manos teblorosas hasta el primer botón de su blusa para desabrocharlo... Pero fue cuestión de segundos para que las manos de Chris cayeran sobre las suyas para detenerla.
-Hey, Nat... ¿Qué haces? -Espetó confundido y a la vez asustado. No entendía lo que aquella triste chica intentaba hacer.
-Dijistes que podía confiar en ti... ¿Mentías? -Le preguntó ella con el semblante roto mientras una lágrima solitaria conseguía escapar de sus ojos...
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