Capítulo 4

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Iara:

La cálida luz del sol me despierta en la mañana del domingo. Me revuelvo un poco en mi cama tratando de estirarme.

- Buenos días.- abro los ojos de golpe al instante de escuchar una voz ronca.

Dylan.

- ¿Qué haces aquí?

- Supongo que te emborrachaste bastante como para acordarte de lo que pasó. Sólo digamos que después de ir a mí local te acompañe hasta tu casa y me pediste que me quedé a dormir con vos.

Trato de recordar la noche anterior poniendo un dedo y otro a los costados de mi cabeza, como si estuviera tratando de invocar algo con la mente.

No lo logro.

Iara, ya deberías de parar con el tema de tomar, dos veces que te emborrachas en una semana.

Callate conciencia, la loca y borracha aquí eres tú.

Vuelvo mi mirada hacia Dylan a la vez que me pongo mis lentes. El chico tiene mi bandeja para la cama la cual contiene una aspirina, jugo de naranja y un...

- ¿Qué haces con un pote de helado?

- Pues, fui a la tienda y lo compre, también te compre un chocolate.- wow, estoy en el paraíso con este chico.

A ver, díganme si conocen a alguien que haga eso, porque en mi caso es la primera vez que me pasa.

Me levanto corriendo de la cama para sacarle mi mesita y al instante que me destapó el se pone colorado. Guió mis ojos por mi cuerpo para darme cuenta que estoy en ropa interior y para peor no era mi ropa interior con encajes, nonono, era mi ropa interior con estampado de gatitos y si, tengo una obsesión con los gatos y tengo una gata negra llamada Kira pero yo le digo Pelotuda y responde de lo más bien.

- Lo siento, no sabía que estaba así. Espera, ¿QUÉ HAGO ASÍ? - vuelvo a la cama de espalda tanteando con mis brazos atrás el trayecto para no caerme, cuando llegó me tapo enseguida, con desesperación como si mi cama fuera mi nuevo fuerte.

- Supongo que te habrás desnudado en la noche porque dormiste con pijama, lo cual, cabe mencionar que también es de gatos.- ríe.

- No te rías, idiota, ahora, dame ese desayuno.- trato de olvidar por completo a mi hermana mientras como.

- ¡IARA! - escucho a mí madre gritar desde abajo.

- YA VOY. Bueno, mira, yo que vos me quedo acá. - le digo a Dylan.

- Pues, tu madre es obvio que ya sabe que estoy aquí, fue ella que me dio tu mesita cuando le dije que iba a hacerte el desayuno.

- Ok, pues baja. - la verdad eso no me dejaba para nada tranquila, mi madre era capaz de cualquier cosa, podría haberle contado la vez que me corté el pelo con 5 años con una tijera de cortar papel, o como le pego a mis  primos o a mi hermana.

Me siento en la baranda de la escalera e ignoro la mirada de Dylan.

- 1... 2... ¡3!- me tiró por la baranda hasta llegar al piso de abajo.
Me acerco a la cocina y veo a mi madre sentada en la mesa.

- Hola mami.- me acerco y le doy un beso y ella me sacude el pelo. Ahí caí en la idea de que Dylan me estaba viendo en mi peor estado, con mi bata de gatitos que me había puesto antes de salir de mi cuarto, con mis pantuflas en forma de pato y con mi pelo hecho una paja en un moño bien desarreglado.

- Toma. - El chico me toca la espalda y cuando me doy vuelta me está tendiendo mis lentes que se me habían caído mientras bajaba de la escalera.

Dos neuronas tenés y desgastadas aparte, ¿A quién se le caen los lentes así como así? Por eso es que se te rompen siempre.

- Gracias.

- Buenos días hija. Quería decirte que hoy en la tarde tengo doble turno en el hospital, tu hermana saldrá con Mateo así que tú estarás sola.

- Ok mami, ahora me iré a acompañar al chiquillo este de acá. - sonrío y le agarró los cachetes a Dylan ignorando su gesto. Le agarró de la mano a quién en un futuro sería mi chico y lo guió hasta mi habitación.

- Ok, la cosa es así, te acompañaré hasta tu casa porque no quiero estar más tiempo aquí encerrada.

- Gracias. - lo dejo en el pasillo y entró en mi habitación para cambiarme.

Un pantalón negro, una remera con estampado de Harry Potter, una colita y mis lentes. Perfecto.
Cuando salgo del cuarto Dylan me mira de arriba a abajo.

- No estoy vestida como modelo, así que no me mires como si fuera un ángel.- el ríe ante mi comentario y saca las llaves de su auto de uno de los bolsillos de su bermuda.

- ¿De donde sacaste la ropa?

- Siempre llevo en mi camioneta. - se encoje de hombros y hace un gesto como quitándole importancia.

- ¿Vamos, Dylan?

- Sip.
- Sip.

En el auto prendo la radio y prendo el Bluetooth para poder conectar mi celular a la radio. Me meto a Spotify y pongo Sugar de Maroon 5

Me pongo a cantar mientras me movía un poco en el asiento del auto.
Para mí sorpresa, escucho como Dylan canta al lado mío y hay que admitir que no canta nada mal.

- ¿Donde vives?

- Al lado del banco, mis padres trabajan ahí. - lo miro con cara de sorpresa, no podía creer la importancia que le restaba a eso, sus padres eran las personas más ricas del pueblo y el también.

- WoW, no le quites importancia a eso porque es genial. O sea, ¿Tú apellido es De los Santos?

- Sip, llegamos.- miro por la ventanilla y no era broma. Su casa era muy linda, creo que valía mi casa pero multiplicada por tres.

- Te diría para pasar pero sé que es medio tarde y no sé si me aceptarías.

- Nonono, está bien, quiero llegar a casa y recordar no volver a levantarme a las 17 pm. - ríe y me da un beso en el cachete, aunque yo hubiera preferido que me lo de en otra zona.
En la boca, aclaro para los mente sucia.

- Adiós.

- Adiós.

Empiezo a caminar por la larga cuadra mientras veo como el cielo se oscurece y pienso en si me gusta este chico o solo estoy confundida. La verdad nunca me gustó nadie, nunca nadie me amo, siempre estuve sola y la verdad nunca me importó, pero creo que ahora logro entender que cuando te gusta alguien solo puedes desear que esa persona te ame como tú a ella.

- Hola, Stevens. - una mano gélida me toma por atrás y con la otra mano me tapa la boca con un paño.

Mierda.

Mi Sol Después De La Lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora