Capítulo 25

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Iara:

Al abrir mis ojos estoy en mi habitación. Sonrió al darme cuenta de que simplemente tuve la peor pesadilla de todas.

Me pongo unos pantalones que estaban en el piso y un buzo que estaba sobre mi cama. También los lentes y me hago un rápido moño. Bajo a toda prisa las escaleras para poder abrazarla.

—¿Qué haces descalza, Iara? —mamá estaba al final de la escalera con los brazos cruzados mirándome enojada.

—Mamá, tuve la peor pesadilla de todas.

—Te amaré siempre, Iara, nunca lo olvides y no borres esa sonrisa que tienes. —mamá me estrecha contra su pecho y me envuelve en sus brazos.

—Iara, despierta. —abro los ojos y me encuentro con la claridad del cuarto de Zoe, quién estaba al frente mío mirándome preocupada.

—Fue un sueño... —las lágrimas empiezan a salir y Zoe se apresura a abrazarme. —Dijo que me amaba...

—Y lo hacía, Iara, aún lo hace este donde este.

Zoe me acaricia el pelo con sus dedos y siento como sonríe. Esta pensado en algo.

—Estaba pensado... ¿Y si te cortamos el pelo?

Me separo de ella, la miró como si estuviera loca y me seco las lágrimas.

—¿Estas loca?

—Es que ahora estás en una etapa complicada y que mejor para superarla que un corte de pelo.

Amaba mi pelo largo, pero seguramente esto me haga olvidar las cosas por un rato.

—Esta bien, pero no más arriba de los hombros. —Zoe sonríe victoriosa.

(...)

—Zoe... Quedé rara.

—Eso es porque estás acostumbrada a verte con el pelo largo, pero estás preciosa, incluso podría aventurarme a decir que estás mejor así.

Mi pelo estaba un dedo por debajo de mis hombros. Estaba rara, no es que me haya cortado mucho pero igual, estaba rara.

—¿Y si te hago un cambio de look?

—¿No te alcanza con cortarme el pelo? —le pregunto con tono amenazante.

—Noup. Pintarte el pelo y... ¿Perforaciones o tatuajes? —empiezo a reírme fuertemente y ella me mira raro.

Lo cierto es que hace mucho tiempo quería hacerme un tatuaje, capaz ahora será el mejor momento, hacerme uno que refleje algo sobre mamá, sería una manera de llevarla siempre conmigo. Lo de pintarme el pelo...

—Todo menos la perforación y lo del tatuaje debería de pensar que hacerme, quiero que refleje algo sobre mamá. No ha pasado ni una semana y ya la extraño...

—Iara, ha pasado más de una semana, hace más de una semana que tú no sales del cuarto y apenas comes. —me dice Zoe cambiando su tono de voz a uno de preocupada, aunque pude notar cierto tono amenazante.

Concéntrate, idiota, hace una semana no sales del cuarto y hace una semana que no hablas con la gente. Hace una semana que no está mamá.

Me dice mi voz.

—Tengo una tinta verde, podría pintarte el flequillo.

Zoe me pone una toalla como si fuera un babero y me separa el flequillo del resto del pelo, el resto me lo ata en una colita cosa que se le complica un poco.

En un pote echa el polvo decolorante y después una crema, ni siquiera sé si estoy diciendo bien los nombres. La pasa por mi flequillo y luego me lo ata.

—Tendremos que esperar una hora.

(...)

El resto de la hora nos la pasamos con el celular, comiendo o yo desahogandome sobre lo de mamá.

Luego de que Zoe me quitara el polvo mi pelo estaba amarillo, casi blanco.

—Ahora el verde. —la sonrisa que tenía Zoe en su rostro me hacía recordar a la del gato de Alicia en el país de las maravillas.

(...)

—¿Dylan me verá así?

—Para Dylan estás hermosa de todas las maneras. —me anima Zoe.

—No me quejo, me gustó como me quedo, pero...

—Pero te ves rara —continua mi amiga por mí. —, créeme, lo sé, pero te acostumbrarás. Ahora a vestirte.

—¿Por qué no puedo llevar puesto esto? Digo, estaremos aquí dentro de todas formas.

—¿Tú te vistes? Estas peor que La Cenicienta con esos trapos.

—No puedes compararme con una princesa de Disney, ellas están perfectas hagan lo que hagan.

¿Miento? ¿Verdad que no?

—No importa como luces, no importa tu disfraz. —empieza a cantar Zoe lanzandome una sonrisa, la cual correspondo.

—Ni los anillos en tus dedillos, ¿Qué más da? ¡Ya qué más da! —le sigo yo entusiasmada.

Zoe se sube a la cama y continúa con nuestro canto.

—No importa ni tu origen, no importa incluso que serás un can, lechón o res barbón, todo cabe aquí.

—Todos saben lo que quieren, lo que quieren que les de, les digo que requiere y cantando encantaré.

Antes de que podamos continuar con nuestro angelical canto, por la puerta entran Kevin y los tres chiflados.

Los chicos nos miran como si estuviecemos locas y nosotras paramos de saltar en la cama.

—¿No saben golpear? Estábamos invocando al diablo, ahora ni eso se respeta. —dice Zoe robándose una risa por parte de todos.

Dylan se acerca a mí y me toma por las caderas.

—Hola, reina.

—Hola, rey.

—Me alegra verte sonreír y cantar. —me dice a la vez que me levanta en el aire y yo enrollo mis piernas alrededor de su cintura. Acerco nuestros rostros y el me sonríe.

—Corrección, invocando al Diablo. —antes de contestarme yo lo beso con amor, un beso suave pero que esconde un deseo. Esconde el deseo de hacerlo pero aquí no se puede.

—¡Consigan una habitación! —nos dice la voz de Fran. Yo sonrió contra los labios de Dylan y el me baja pero antes de separar nuestra unión, yo le doy un rápido beso.

—¿Jugamos a las cartas? —pregunta Kevin.

—Como es obvio, les ganaré, soy la mejor en este juego. —les digo con alardeo.

Y dicho y hecho, las 10 partidas las gane yo.

Mi Sol Después De La Lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora