Capítulo 7

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Iara:

Viernes:

Me seco el pelo con una toalla mientras pienso en qué me pondré para salir.
Salgo del baño envuelta en una bata de estampado de gatitos y con la toalla rosada envuelta en el pelo.

Me paro al frente del placar que tiene las puertas abiertas y empiezo a debatir sobre que ponerme. Me decido por un vestido floreado negro, unas Vans a cuadros blancos y negros y luego de  vestirme empiezo a secar mi pelo con el secador.

Luego de eso me pongo música en el equipo conectado con mi celular, enseguida suena Don't Star Now de Dua Lipa.

Agarró una colita bien esponjosa y negra que casi no se nota con mi pelo y me hago un moño desarreglado.

(...)

-¿A dónde vamos? -pregunto por quinta vez desde que estoy en el auto de Dylan.

-Ya te dije que es sorpresa.

-Y yo ya te dije que odio las sorpresas. -le lanzó intencionalmente  cuchillos con la mirada.

Al rato frena el auto en un segmento de la carretera.

-¿Me traes a la carretera?

-No, te traigo a montar en caballo. - dirijo mi mirada por todos lados paranoícamente hasta que mi mirada se topa con una cabaña muy linda bajando por una colina, frente al lago que está al costado de la carretera.

-Hola. -digo amablemente cuando me acerco al señor que está sentado afuera en una especie de pórtico o no sé.

-Los caballos están en el fondo. -su voz es arrogante y uso un tono cortante.

Miro de costado a Dylan como preguntado "¿Estas seguro?" Él parece entenderme ya que me asiente con la cabeza y yo solo me encojo de hombros y me dirijo al fondo de la casa.

En una esquina del patio había dos caballos atados, uno era negro con manchas blancas y otro era marrón claro con la cola de un marrón mucho más oscuro, casi tirando a negro.

-¡Elijo el marrón!

-Adelante señorita.

Dylan me ayuda a subirme al caballo ya que por mi escasa estatura no podía subirme. Le regaló una sonrisa en forma de agradecimiento y el me la devuelve.

Nuestros caballos empiezan a trotar uno al lado del otro y al mismo pasó. Dylan le da una leve patada a su caballo en el costado de su cuerpo y mueve la rienda par acelerar su paso.

-Vamos, una carrera. -lo fulminó con la mirada mientras repito su gesto pero en mi caballo. Le acarició la zona donde le golpeé con el talón en forma de disculpa mientras me sujeto de la rienda para no caerme.

(...)

Luego de dejar los caballos en el lugar correspondiente y salir de la cabaña, estábamos de vuelta en el auto.

-¿Y ahora qué? -pregunto mientras que me giro hacia Dylan.

-Esto. - Dylan se abalanza sobre mi mientras que tira de la palanca al costado de mi asiento para que esté se tire hacia atrás.

Me mira desde su ángulo y yo siento como mi cara arde de lo roja que ha de estar. Rompo los pocos milímetros que separaban nuestras bocas y empiezo a mover mis labios a un ritmo lento. Un beso simple que empieza siendo lento y termina en un beso desesperado por más.

Luego de un rato de besarnos, Dylan se separa de mí y vuelve a su asiento, mi asiento automáticamente vuelve a su lugar.

Enciende el auto y empieza a andar. Siento como al ambiente lo invade un silencio enorme que no lo rompe ni el viento que hay afuera. Me giro y veo por la ventana. Estamos en una especie de campo, la noche cae lentamente y aunque el cielo no está del todo oscuro, ya se pueden ver estrellas y la luna.

Dylan empieza a reírse de la nada y yo le lanzó una mirada dudosa mientras que alzó una ceja.

-¿Qué?

-Es que no pensé que me dejarías besarte, pensé que me tirarías de nuevo a mí asiento.

-Ah, eso, pues no paso.

-¿Te gusto?

-Es pronto para decir eso.

-Pues tú a mí sí y que raro que digas eso cuando la primera vez que nos vimos dijiste que era el amor de tu vida. - siento como lentamente me voy muriendo de la vergüenza.

Lo cierto es que me atrae, no me gusta, para que a mí me guste alguien, tengo que conocerlo y saber que no es un idiota más.

Mi acompañante frena su auto al frente de un restorante que está en medio de dos edificios bastante viejos.

-Me muero de hambre.- digo al tiempo que bajo del auto saltando.

Empezamos a caminar juntos hacia el lugar y siento como su mano roza la mía, optó por romper el espacio y junto nuestras manos, mis dedos a penas llegan a sus nudillos de lo pequeñas que son. Él empieza a jugar con el anillo que me regaló mi padre antes de morir y frena antes de entrar a comer. Me toma de la cintura y de un giro me tiene al frente de él. Dylan se agacha un poco y yo me paro de puntitas para besarnos nuevamente.

Ya dentro del lugar me invade un olor a carne asada y papas fritas.

-¿Qué te gustaría comer?

-Pues... Papas fritas y una hamburguesa. - no soy muuuuy complicada con la comida, pero amo las papas fritas.

Y creo que podría amar a Dylan también. Y comerlo, ya que hablamos de comida y de Dylan.

- Papas fritas y una hamburguesa serán, Señorita Anastasia.

Mi Sol Después De La Lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora