Adrien tragó saliva con dificultad cuando escuchó el giro de la llave y el sonoro "clic, clac" del pestillo al pasar. Aferró el pomo de la puerta, tratando de accionarlo, pero no se movía.--Venga, chicos, abrid la puerta --pidió en voz alta.
Golpeó la puerta, primero con timidez y luego cada vez más fuerza a medida que su sensación de opresión crecía.
--¡Alya, Nino! Por favor, ¡esto no tiene gracia! --se unió Marinette.
Intercambiaron una mirada preocupada al no escuchar respuesta alguna. Nada, ni una risilla disimulada, ni una voz.
El aire pareció hacerse más denso de golpe, y tuvo que cerrar los ojos, apretando los párpados con fuerza, para evadirse de la sensación de que el espacio se estrechaba a su alrededor.
--Eh, estoy contigo. Enseguida saldremos de aquí.
La voz suave de la azabache sonaba cercana y reconfortante. Se atrevió a abrir los ojos para buscar su sonrisa, y ella no dudó en regalársela.
--Lo siento, yo... --se disculpó--. Me agobian un poco los espacios cerrados.
--Lo sé. Es decir, que a mucha gente le ocurre. No te preocupes, seguro que se cansan enseguida de la broma y nos abren la puerta.
A pesar de sus palabras, la chica estudió el pequeño espacio donde estaban confinados buscando alguna vía de escape. Luchó un instante con el pomo, observó las bisagras de cerca, removió entre los objetos de las estanterías y liberó un poco de espacio para trepar hasta el ventanuco y comprobar la firmeza de sus barrotes. Resopló, contrariada: incluso si lograran forzarlos, el hueco seguiría siendo demasiado pequeño como para pasar a través.
--Tendría que tener el tamaño de un ratón para poder escapar por ahí --masculló.
Adrien rio en voz baja, sin poder aclararle que, en realidad, sí que había entendido el chiste. No en vano, su encantadora amiga se había revelado frente a él como Multimouse cuando le había devuelto el prodigio a Ladybug. Pero, claro, eso no podía decírselo, ya que ella no sabía que él era Chat noir.
Plagg se removió en su bolsillo, ofreciéndose en silencio para abrir la cerradura. Sin embargo, tendría que hacerlo desde fuera, y no se atrevía a intentarlo por si había alguien que pudiera verlo en el exterior. Trató de controlar la respiración, inspirando y espirando con parsimonia.
Marinette volvió a su lado (tampoco era como si el escaso espacio disponible le permitiera alejarse demasiado) y apretó su mano para infundirle ánimo. Realmente, su presencia le ayudaba a no dejarse llevar por la ansiedad. Tomó su otra mano también para mantenerla lo más cerca posible. Se concentró en el azul de sus ojos, pensando en que era como tener su trocito de cielo particular, solo para él, en medio de aquella penumbra. Acarició suavemente su mejilla, donde todavía resaltaban aquellos bigotitos negros de delineador. "Mi valiente ratoncita", pensó. Ella respiraba profundamente, con una expresión extraña en la mirada, como si sostuviera una lucha interna, como si dudara entre alejarse o acercarse más.
--¿Cómo puedo ayudarte? Tengo ganas de abrazarte, pero no sé si eso te agobiará más...
--¿Podemos probar? --casi suplicó él.
Ella lo rodeó con los brazos, y Adrien se acurrucó contra su pecho exhalando un suspiro. Los dedos de la chica se enredaron entre los mechones de su cabello mientras lo acariciaba con ternura, con el corazón acelerado resonando en su pecho. Cerró los ojos, dejándose envolver por la sensación más placentera que había experimentado en mucho tiempo.
Se sentía confortado, pero también aceptado, e incluso querido. Estar entre sus brazos era como tocar el paraíso. Estaba siendo ridículamente débil, pero ella no lo juzgaba. La estrechó con fuerza, agradecido. Y tuvo la impresión de que el tiempo que pasaran allí encerrados, en vez de eterno, se le haría corto.
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A fuego lento (Reto Adrinette)
FanfictionUn capítulo diario para acompañar a nuestros ciegos favoritos en su peculiar historia de amor... (Advertencia: al final no he podido resistirme y los estoy haciendo sufrir un poco antes de la recompensa. Pero todo llegará... )