Cambio de atuendo

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Marinette continuaba mirando el sobre cerrado que tenía entre sus manos, sin atreverse a romper el lacre para leer el contenido. Suspiró, inquieta, por enésima vez, y Adrien colocó la mano encima de la suya, dispuesto a apoyarla.

--No tienes que ir, Marinette. Inventaremos cualquier excusa para retrasar la reunión, o el cóctel, o lo que sea que mi padre haya organizado.

--Esa no es una solución. No pienso huir, Adrien. Voy a afrontarlo --nerviosa, arrugó el sobre sin querer al crispar los dedos.

--¿Quieres que lo abramos entre los dos? --propuso el chico.

--¡Vale, está bien, ábrelo tú! --se lo tendió como si quemara, y se tapó la cara con las manos

Él no se hizo de rogar. Abrió el sobre, extrajo la tarjeta que contenía, y rodeó a la chica con el brazo antes de comenzar a leer. Realmente, se alegraba de haber tenido aquella conversación en el parque; de otra manera, ella habría tenido que fingir ante él un entusiasmo poco acorde con la situación real. De esa forma, sin embargo, podían apoyarse mutuamente sin reservas.

--"Me complace comunicarle que ha resultado ganadora del concurso de diseño de un brazalete de la suerte, con el amuleto titulado Victoria de Ladybug. Las condiciones del acuerdo de cesión de derechos para su fabricación por la compañía que represento se discutirán en un cóctel de trabajo para el que se la convoca a la mansión Agreste el próximo viernes a las 19:00 horas --Adrien ahogó una exclamación antes de seguir leyendo a toda velocidad--. Le ruego acuda ataviada con vestimenta semi-formal de diseño propio, para tener ocasión de continuar evaluando su talento de cara a próximas propuestas de índole laboral. Reciba mi más cordial enhorabuena, Gabriel Agreste".

Marinette se había quedado boquiabierta, y muy pálida, incapaz de reaccionar. Luego, la indignación se fue abriendo paso poco a poco, hasta que terminó por estallar.

--¿Cómo se atreve a burlarse de todos mis sueños? ¡Por todos los demonios, es mi diseñador favorito! Tendría que estar saltando de alegría, y en cambio... ¡No sé ni qué pensar!

--Estoy seguro de que él realmente aprecia tu talento. Pero luego tiene ese lado espantosamente egoísta, que solo se mueve por su propio interés, sin importar a quién pise por el camino. Lo siento, de verdad; siento mucho que tengas que verte envuelta en una situación así. Pero tu talento no está en entredicho. Tú desprendes luz, Marinette: lo malo es que esa luz es tan brillante que también atrae a las polillas.

Ella rio en voz baja.

--Es una curiosa manera de expresarlo.

--¿Estás segura de querer ir?

--No va a poder conmigo, Adrien. Pase lo que pase, no voy a perder el control, y no me va a akumatizar --levantó la cabeza con orgullo--. Y además pienso lucirme con el vestido que voy a llevar.

--Estoy seguro de que estarás absolutamente preciosa. Es decir, como siempre... Pero aún más --se aturulló.

Cuando terminaron las clases, y el Gorila vino a recogerlo, se despidió de Marinette con un breve abrazo, contento al notarla tan decidida. Se había pasado las últimas horas de clase ensimismada en su cuaderno, boceteando alternativas para terminar de darle el toque final al diseño de su vestido. El tiempo era tan escaso que tendría que conformarse con retocar algo que ya tuviera medio hecho; pero, tras darle un millar de vueltas, al fin parecía haber encontrado algunas opciones prometedoras.

--Te escribiré para ver cómo vas con eso, ¿de acuerdo?

--¡Perfecto! Así podré enseñarte mis progresos.

A fuego lento (Reto Adrinette) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora