Revelación de la bufanda

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Las calles de París pasaban como un borrón confuso frente a la ventanilla de la limusina mientras Gorila la llevaba de regreso a su casa. Marinette perdió la mirada en el movimiento, sin fijarla en ningún sitio en particular.

La llegada de Nathalie había interrumpido la canción de Adrien, así que esperaba que el chico no se hubiera percatado del pánico que la había invadido al reconocerla. Todo se mezclaba, todo: las dos veces que había visitado una realidad alternativa acompañada por Bunnix guardaban demasiados paralelismos como para que estos fueran casuales.

El vehículo se detuvo frente a la panadería, y Marinette se despidió de Gorila, que respondió a sus palabras de agradecimiento con un cabeceo y un gruñido. Al entrar, se topó de frente con sus padres, que la miraban con mal disimulada curiosidad.

--Entonces... --comenzó su padre--. ¿Qué tal la tarde con tus amigos?

Marinette apreciaba de corazón su interés, pero realmente no tenía tiempo para aquello.

--Bien, bien. Muy bien. ¡Subo al cuarto a hacer deberes!

Se escabulló a toda prisa por las escaleras, perseguida por la mirada sorprendida de Tom, y cerró la trampilla tras ella. Se quedó sentada en el suelo, con la cabeza agachada y las manos en las sienes, y luchó por dejar la mente en blanco durante un momento.

--¿Cómo estás, Marinette? --preguntó Tikki con delicadeza.

--Saturada. Agobiada. Superada por las circunstancias. ¿Es que acaso el destino está marcado, Tikki? ¿No podemos huir de él? ¿Pasaré por esto cada vez que me enamore y sea correspondida? Un paso en falso, y todo se irá al cuerno; ¿y si Bunnix no puede arreglarlo la próxima vez? ¡Por todos los demonios, ya me he muerto dos veces! --se desesperó.

--Vamos a pensar las cosas con calma...

--¡¿Cómo quieres que me calme?! Al parecer, cada oportunidad de ser feliz en el amor acaba en tragedia. ¿Y por qué me persigue esa canción? --gimoteó--. Además, al final hoy no he descubierto nada, salvo que Gabriel Agreste parece menos amargado de lo habitual; pero luego me he dejado llevar por mis sentimientos, por la música, por su mirada... Me he relajado, y todo se ha convertido en una cita, y yo he descuidado mi deber. ¿Qué clase de heroína soy?

--Bueno, quizá esa melodía sea una pista importante al final --apuntó la kwami, ensayando un gesto evasivo con sus patitas.

--¿Importante? --Marinette puso cara de concentración, y tras unos instantes chasqueó los dedos--. ¡Ya lo tengo!

--¿Sííí? ¡Por fin!

--Chat noir --sentenció Marinette.

--¡Exacto! --afirmó Tikki, satisfecha por la capacidad deductiva de su portadora.

--Tengo que hablar con Chat noir --continuó Marinette, decidida.

--Claro, tienes que advertirle, con delicadeza, de...

--Tiene que ayudarme a proteger a Adrien --completó la azabache, sin hacerle caso.

--¡Sí, eso es...! Espera, ¿qué?

--Creo que lo mejor será que le cuente lo que vi con Bunnix, y que él saque sus propias conclusiones, a ver si coinciden con nuestras sospechas --la chica se había levantado, y paseaba nerviosamente de un lado a otro de la habitación--. ¡Eh, cuidado! ¿Por qué te das cabezazos contra la pared?

--Ehm... Por nada, solo me he tropezado --gruñó la kwami, frotándose la frente.

--Sí, yo también estoy nerviosa. En fin; voy a tratar de contactar con él, ¿de acuerdo? --alzó el dedo, como si se hubiera dado cuenta de algo--. Un momento...

A fuego lento (Reto Adrinette) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora