La sesión comienza.

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Julio no sabia como volver a la normalidad. Echo un vistazo a su hermana y vio que esta parpadeará muy lentamente, de hecho no acababa de parpadear todavía.

Dio un suspiro y comenzó a caminar por todo el pasillo. Intento mover a su Papancho, ver si este reaccionaba.

Luego fue hacia Frida y Aris. Los observó por unos instantes, esperando que la niña o el muchacho hicieran algo.

Nada ocurrió.

Entro al departamento y fue hacia la sala.

Todos estaban moviéndose el cámara lenta.

-Anuma, soy Sonic. - se dijo a sí mismo el niño y empezó a correr por toda la casa.

Corrió durante un rato, hasta cansarse. Cuando se dio cuenta que estaba destinado a pasar el resto de su tiempo de vida con gente que no se movía.

Algo triste comenzó a imaginar cómo sería su nueva vida, moviéndose de manera súper rápida mientras todos quedaban tras él.

Se dio cuenta que no le quedaba nada. Nunca podría vivir una vida normal. Nunca podría salir con una chica. Nunca podría darle un beso a una bonita muchacha.

Julio volvió en si. Se dio cuenta que tenía a una jovencita más que bonita cerca y que no se enteraría que le había dado un beso si lo hacía, después de todo iba tan pero tan rápido.

Julio fue hacia la muchacha y se paró frente a ella.

Frida estaba como el resto de la gente, moviéndose muy lentamente.

Julio tragó fuertemente mientras intentaba ponerse en puntitas de pie para llegar a ella.

Fue acercándose lentamente entre cerrando los ojos mientras lo hacía.

Y entonces.

Entonces Frida cerró rápidamente su mano izquierda, sosteniendo a su bisabuela con ayuda de su telequinesis. Julio parpadeó confundido un par de veces hasta que comprendió que las cosas volvían a moverse como siempre.

-¡Anuma!- dijo mirando a Frida y Ari que se movían normalmente.

-¿Que ocurrió?- le preguntó Ari.

Julio empezó a hablar rápidamente explicando cómo todo se había ralentizado, pero ambos jóvenes lo miraron dudoso.

-¡Les juro que ocurrió!-  exclamó el niño exasperado.

-¿y a mi que me importa?- preguntó enojada Doña Imelda alzando la voz, a medio camino del piso. Sorprendida por el comentario de su bisabuela Frida abrió ambas manos y la mujer cayó al piso. Por suerte Pancho se había levantado.

-¡Abue!- Aris corrió a ayudar a la mujer rápidamente, Pancho lo ayudo.

Unos pasos se oyeron entonces, venían de dentro del apartamento.

-Muy bien Aristóteles, Pancho. No suelten a Doña Imelda. - dijo Julieta acercándose. -Ahora sí, señora- comentó mirando a la mujer mayor. -Le toca afrontar sus faltas.-

*****
Los López entraron en el apartamento 201. Pancho y Robert llevaban a doña Imelda, a quien sentaron en un silla que se encontraba a un costado, frente a todos.

Julieta contó cuantas personas habían llegado, 4 López,  Diego y doña Ofelia e hizo aparecer 6 sillas más.

-¡Orale!- exclamó Julio emocionado. -¿Nosotros también podemos hacer eso?- preguntó moviendo las manos de la misma manera que había hecho Julieta instantes antes.

-¡Julio!- le recriminó Pancho bajándole los brazos. -No estamos para estas cosas.- Julio sonrio traviesamente y volvió a  mover las manos. -¡Ya! Te quiero hecho una seda.- una vez más Julio movio las manos. -¡Una seda!-

Julio volvió a mover las manos, pero esta vez se movieron de manera extraña, era como si estuvieran hechos de tela.

-¡JULIO!- Gritaron Lupita y Pancho a la vez. Julio movio rápidamente los brazos hasta que volvieron a la normalidad.

-¡Numanches! ¡Creo que puedo hacer cualquier cosa!-

Pancho miró a su alrededor y vio que todos los estaban esperando a ellos. Acto seguido pidió perdón y sacó nuevamente a los mellizos y regresó unos instantes después sólo.

-¿Estamos listos?- preguntó Catalina levantándose de su asiento y yendo hacia el centro de la sala.

Un profundo silencio siguió a la mujer.

-Este consejo entra en sesión. -

Un extraño ruido se oyó entonces por toda la sala, era como un pitido entre molesto y una canción de cuna. Ari alzó la mirada y buscó a Temo, quien también lo estaba mirando. Un extraño sentimiento le lleno el estómago, tanto así que Frida tuvo que darle un golpe para que se calmara.

-Creo que lo primero que debemos hacer es agradecer a la señora Ofelia por su ayuda.- dijo Catalina. Ofelia alzó la mano y comenzó a saludar a todos en la sala, Diego río por lo bajo.

-¿Pero como supo venir Doña Ofelia en el momento justo?- pregunto Hugo.

Ofelia se levantó de su lugar y fue hacia Don Massimo y Hugo.

-Lo vi venir.- dijo simplemente, mirando fijo a Aris.

-¿Lo vio venir?- repitió Hugo.

-De hecho, sabía que algo así podía ocurrir cuando envié a los López hacia aquí...-

-¿Que los mando hacia aquí?- pregunto Massimo, la mujer asintió. -¿por que?-

La mujer dio un largo suspiro y se preparó para explicar todo lo que sabía.

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Perdón por el capitulo tan corto, espero que el próximo sea más fluido que este, lo que pasa es que necesitaba llegar hasta este punto, pero tampoco quería pasarlo. El próximo capítulo va a estar listo para mañana o pasado.
Mandenme saludos si leen este capítulo que es mi cumpleaños :)
¡Hasta la próxima!



 

Te Vi Venir •|Aristemo|• [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora