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El pequeño gato corría de un lado a otro, pasando entre las piernas de las personas con miedo de ser devorado por los perros que lo perseguían.

A este punto, sintió que toda su vida era un caos, pasando de dueño en dueño.

Recibía patadas.

Baldes de agua fría.

Parte del pequeñín quería rendirse y dejar que los perros se lo comieran.

Entró a un callejón escondiéndose de bajo de un contenedor de basura, los ladridos de los perros lo ponían más alerta y movía su pata trasera con rapidez intentando que el lindo cascabel hiciera su transformación más esto no pasó, vio que el cascabel estaba roto y su preocupación creció.

Los canes terminaron por aburrirse y se fueron, aún escondido, espero toda la noche ahí, temblando de frío y si la vida ya le detestaba, una lluvia era la señal que necesitaba para saber que era odiado por el cielo.

Se escabulló entre periódicos intentando ganar algo de calor y se quedó dormido.

Al día siguiente sintió que el contendor se movía, apartándose de ahí para evitar que fuese aplastado, los encargados de recoger la basura lo asustaron, haciendo que el minino saliera corriendo.

Paso cerca de un puesto de comida rápida y escuchó su estómago gruñir.

Relamío sus bigotes poniendo su cara más tierna, consiguió un poco de tocino, y esa sería toda su comida del día 

No todos los días fueron así, tuvo un hogar alguna vez. Un hogar donde lo echaron a la calle luego de que el niño que le adoptó perdiera el interés en él.

Desde ese día, el pequeño minino blanco con orejas y una mancha en su pecho de color rosa pastel se dedicó a vagar por la calle.

A veces encontraba a sus amigos, a veces se perdía y terminaba en ciudades que ni él conocía.

No iba a llegar muy lejos con el cascabel roto.

El gato encontró otro callejón y para su suerte había una caja, sus ojos se iluminaron, entró rápidamente para acurrucarse y dormir.

Su sueño, después de unos minutos fue interrumpido cuando sintió la caja húmeda, de nuevo estaba lloviendo, las gotas caían sobre él, buscó en todo el lugar, con su hocico arrastró una revista para ponerla sobre él y cubrirse del frío y la lluvia nuevamente.

Escuchó pisadas cerca y se escondió completamente dentro de la revista viendo una silueta en la entrada del callejón.

――¡No te escuchó, está cayendo granizo! ――Veía a alguien cubrirse con un maletín café, vio en el borde un pato bordado. ――¡Te llamaré después, ahora mismo voy a casa!

Ya se había cansado de intentar que alguien cuidara de él, al menos estando en esa forma, así que cerró sus ojos tratando de volver a dormir.

La revista se mojo por completo, haciéndolo sentir incómodo, salió y comenzó a lamerse.

Estaba tan concentrado lamiendo sus patas que no sintió que alguien le estuvo mirando todo ese tiempo.

Cruzó miradas con ella y le dio la espalda para proseguir.

――Hola, gatito. ――Ella se agachó para saludar.

Él no le prestó atención, continúo con su baño, y viendo que su cascabel cada vez estaba peor.

De pronto se dio cuenta que las gotas dejaron de mojarle.
Le estaba cubriendo de la lluvia con su maletín, sin importar que ella se mojara.

La vio quitarse el suéter y tomarlo en brazos.

adore you ☆ jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora