☆゚.*Extra II・。゚๛

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Advertencia.
Contenido no apto para personas sensibles.

A continuación se narra lo que Jimin vivió cuando era un gato.

📍

—―¿Dónde se habrán metido mis amigos?—― El minino buscaba abajo de los carros, pasando de uno en uno con cuidado.
Vio a varios gatos en un bote de basura.

—―¡Allá están!

Aunque fuese un humano, podía sentir más humanidad en ellos que en las personas que habitan aquí. Es curioso, porque a veces puedo verlos lamerse entre ellos como si fuesen familia, cuando en realidad solo son mininos que comparten situaciones similares.

Ya sea que se hayan perdido, los hayan abandonado o bien hayan nacido en la calle. Suelen llevarse bien.

—―Miau. —―Habló uno.

¡Y parece que les caigo bien!

Nunca pensé que en algún momento de mi vida estaría en un bote de basura oliendo y buscando algo apetitoso, si necesito ser honesto, a veces solo extraño los guisos que mamá me hacia de pequeño.

O solo soñaba con un gran Platón de leche caliente y luego dormir en una frazada para mi solo.

Uno de los gatos me dejó un pedazo de hueso de pollo para que lo comiera.

—―Amigo, si te soy sincero, estoy con ustedes porque odio la soledad, puedes comerlo tú.

Al ver que tarde mucho en decidir, hizo lo que dije y el empezó a comer.

Corriamos con suerte de vez en cuando, hay familias que dejan baldes de agua y croquetas, sin embargo sabíamos que esos eran más territorios de Perros que nuestros.

Ya llevó más de 1 año en esta situación, intuyó que ya puedo icluirme con todos los felinos.

Tomaba una ducha cuando escuchamos a lo lejos unos ladridos demasiado fuertes.

Oh no.

Había que correr.

La hora de ejercicio del día.

El dueño del bote de basura llegó, para nuestra mala suerte tenía un perro. Perro al que le quito la correa para que fuese tras nosotros y nos ahuyentara.

Al principio estábamos todos juntos, conforme más avanzaba veía que todos tomaban rutas alternativas, los techos, los árboles. Así que yo y el resto, tendríamos que hacer lo mismo.

El perro no nos quitaba los ojos de encima, ladrando y haciéndonos cruzar la calle de forma rápida.

Un maullido desgarrador hizo que el par de gatos siameses que me acompañaban y yo giraramos a ver lo que ocurrió.

Habían atropellado a uno de nosotros. Y el humano que lo había hecho solo de digno a bajar y dejarlo en la orilla de la calle con su pie.

Supongo que el canino al ver esto huyó asustado también.

Nosotros solo nos quedamos viendo a uno de nuestros amigos agonizando.

Deseaba tanto que mi cascabel funcionará, de esa forma llevarlo hasta nuestro escondite sería más fácil.

Hacia lo que podía con mi pequeño hocico, jalando su pelaje y arrastrando. La forma en que jadeaba solo hacia que mi corazón se rompiera en pedazos.

Como una pandilla todos se re-agruparon. Algunos se acercaban a oler al gato blanco que yacía en el piso, con sangre y el cuello torcido.

Podíamos oir su respiración cada vez más lenta.

Una de las gatas, hasta se acercó a amasar su panza y restregarse en su rostro como si quisiera brindarle confort.

Luego le ronroneo. No hacia nada más que eso. Ronronear y era principalmente para hacerle saber que no estaba solo. Así que aún cuando quise ignorar todo eso, me acerque de igual forma, para ronronear del otro lado.

Pronto la mayoría de los 10 gatos que estábamos ahí, comenzaron a ronronear.

No te preocupes, no estás solo, aquí estamos.

Pasaron minutos, de agonía, dolor.

Si para un humano era doloroso, imaginar lo que para un ser más pequeño como ellos debía doler, quemaba mi garganta. Porque si bien las personas podían al menos recurrir al hospital o las ambulancias pasaban por ellos, a mi amigo el gato blanco, planeaban dejarlo morir solo, a la orilla de una calle.

Y hay veces que hasta dejan los cadáveres, ahí, en la carretera. Carro, tras carro, tras carro, pasando encima de su pequeño cuerpo.

Fue cuestión de segundos para que por fin su dolor acabará y dejara de respirar.

Uno de los gatos negros, lanzó un maullido largo. Junto con otros 3.

Que tengas una mejor vida, ahora que te haz ido.

Algunos se marcharon, no podíamos hacer nada más.

Éramos igual de pequeños y débiles.

Me quedé dormido en el contenedor de basura, con miedo a que como el gato blanco, algún día, yo terminara así.

Cuándo desperté el cielo ya era oscuro. Mi estómago gruñía, viaje por los techos hasta encontrar un mercado ambulante.
Baje con cuidado y me fui olfateando toda la rica comida que había.

Iba a sentarme frente a un local cuando una manada de perros me ladró, ahuyentandome de ahí.

Solté un suspiro y mire a mi alrededor. Por aquí se veía que no pasaba mucha gente.

Me escondí debajo de una camioneta que tenía demasiado polvo.
El cielo hizo ese característico estruendo, señal de que lloverá.

—―Me preguntó si Taehyung y Jungkook estarán bien... Espero que sí.—― Pensé.

Las primeras gotas cayeron, al menos aquí estaría a salvo por ahora.

Al menos hoy, sigo vivo.

adore you ☆ jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora