Sonica se ha estado sintiendo rara e incómoda respecto a la nueva relación de Tails con Zooey. ¿Qué es lo que pasará por su cabeza?
Por otro lado, Tails se ha sentido muy confundido también al respecto, pero también molesto ya que según él, Sonica n...
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Había llegado a la alta cima de una montaña, dónde se quedó sentada simplemente viendo el atardecer.
¿Había llorado? Obviamente no. No por el golpecito de un pequeño niño.
Si, porque ahora estaba lo suficientemente molesta como para pensar en Tails de esa forma.
—Mocoso, chamaco, pequeñajo malcriado...
Masculló entre dientes hacia nadie en particular, más para sí misma, para desahogar esas emociones negativas que el zorrito le había hecho sentir.
Ahora mismo se sentía como la gran adulta, aún con sus quince años de edad. Aunque cierto era que su actitud no resultaba ser la más madura que digamos.
Y pese a sentir tanto coraje ahora mismo, también se sentía confundida.
Desde el principio, hubo algo que no le gustaba en el hecho de que Tails tuviera novia. Claro que era muy bruta y egocéntrica para aceptar que estaba actuando un poco pesada al respecto. Bastante de hecho.
Pero no era para tanto. ¡No era como para que Tails le pegara de esa forma! Meh, no le había dolido. Osea, lo habitual, el dolor normal de una cachetada pero... ¿Entonces porqué le dolía tanto? No era físico. ¿Estaría enferma del corazón? Quizá al final todos esos discursos aburridos de Tails sobre que comer tanta chatarra algún día le pasaría factura... Solo quizá no eran del todo falsos.
Porque seguro que era eso y solo eso.
Abrazó sus propias rodillas sin tener nada mejor que hacer, suspirando y perdiendo su vista en las nubes. Ni siquiera Eggman se aparecía para distraerla.
—Demonios. Odio esto. No me gusta estar así. ¡Ojalá me atacara un maldito robot al menos!
—No soy un robot pero me encantaría tomarte la palabra.
Esa voz. Era inconfundible.
Sonica no tardó ni un segundo en girarse y confirmar lo que sus oídos le decían.
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Era cierto. Detrás de ella se encontraba Shadow el erizo.
Frunció el entrecejo y sus manos se volvieron puños.
