Sonica se ha estado sintiendo rara e incómoda respecto a la nueva relación de Tails con Zooey. ¿Qué es lo que pasará por su cabeza?
Por otro lado, Tails se ha sentido muy confundido también al respecto, pero también molesto ya que según él, Sonica n...
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Fue pesado.
El día fue pesado pero pasó. Esa noche Tails se dedicó a empacar sus cosas y Sonica durmió en la hamaca de la sala. Ambos extrañarían como nunca el calor que ambos se brindaban al dormir. Ahora no se lo brindarían nunca más.
¿Pero de qué hablaba? Solo Sonica pasaría frío, a Tails le brindaría calor alguien más.
Así que había amanecido, Tails ya tenía sus maletas listas para marcharse por la tarde. Sonica estaba allí en la misma hamaca sin haberse levantado aún, sin haber desayunado, con las ojeras marcadas como símbolo de no haber dormido bien anoche. Había estado teniendo pesadillas que la despertaban cada tantos minutos.
Para rematar, cuando se despertó a las seis de la mañana y sintió que no podía dormir más porque sus sentimientos la atormentaban, decidió abrir esa botella que guardaba desde hace tiempo. Una que le había dado el irresponsable alcalde en uno de sus tantos agradecimientos económicos por salvar la aldea. Un alcalde que ni siquiera sabía la edad de la chica.
¿En qué estaba pensando? ¿Se iba a beber esa cosa? Pues así fue, hizo caso a su reciente despertar rebelde de adolescente y lo hizo; y hasta la mitad, no es que lo pensara mucho en realidad. Odió el sabor, pero al darse cuenta que se sentía un poco menos peor al tomarla, siguió haciéndolo. Incluso la hacía reír un poco. Y consideró eso como algo bueno.
Y aquí estaba ahora, mirando de reojo a Tails, quien ponía cerca de la sala las maletas. Entre un poco bebida aún y un poco cruda de resaca. Se sentía horrible, pero también era como si ese sentir causado por el alcohol la impulsara a hacer o decir cosas que realmente estaba pensando y sintiendo.
Ese zorro... ¿Tan simple como eso se iba a ir? ¿Así nada más? Estaba comenzando a molestarse. Por estar cansada, por tener sueño, por estar cruda, por estar ebria, por Shadow, por Jamie, por él... Por todo. Y eso no era bueno.
—¿Y a qué hora te vas? —decidió abrir conversación, meneando en su mano derecha una pelota de béisbol.
—¿Um? —él se giró para mirarla, se le veían ojeras también— Por la tarde, casi noche, supongo.
La verdad era que Tails tampoco había dormido bien. ¿Estaba esperando que Sonica subiera y le dijera que por favor no se fuera? Pff, pamplinas. Claro que no. Eso sería una niñería.
—Ah. Ok, tío —mencionó con simpleza, como si no le importara y no se estuviese muriendo por ello-. Bueno, ya que ya no nos vamos a ver tanto...
—Sonica, seguiré viniendo al taller... — Dijo con pesar, para él esos eran los momentos en que a pesar de todo, seguiría viendo a Sonica. Necesitaba café, así que se sirvió una taza de la cafetera y le dió un trago.
—Aun así. Cómo te vas, por si no te enteras ya; quizá sería prudente mencionarte que Shadow me propuso que nos largaramos a otro planeta a repoblarlo y empezar todo de nuevo.
