12.- Jamie

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La puerta sonó con golpes unas tres veces

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La puerta sonó con golpes unas tres veces. Aquí si no había un timbre.
Ésta no tardó en ser abierta por una eriza azul aún en pijamas holgadas aunque ya fuera tarde.

Delante de ella se encontraba el erizo rosa, con una canasta en las manos. Contrario a ella, él se había arreglado especialmente. Traía unas botas rojas nuevas y un chaleco rojo muy bonito. Claro, llevaba su típica gorra y sus guantes.

Pese a eso, a él poco le importaba como vistiera Sonica. Ella era perfecta a sus ojos.

Cierto era que deseaba algún día verla en un vestido esponjoso y rosa pero, respetaba sus decisiones.
Sonrió un poco nervioso.

—¡Sonica! Bueno... Hola. Verás, como sé que últimamente Tails anda perdido por ahí y me enteré que hoy no saldrías con el em... Con Shadow, pues me dije... "¡Hey, Jamie! ¿Porqué no visitas a Sonica y le llevas un bocadillo? Debe estar ahí muy sola..." ¡A-aunque! No es que asumiera que estabas sola, claro que no, respeto tu privacidad, es solo que yo... B-bueno...

Jamie Rose... ¿El maravilloso Jamie Rose se estaba trabando? Bueno, es que Sonica lo ponía así.
Quién por cierto, había comenzado a sonreír enternecida.
Si, la torpeza de Jamie le había causado ternura.

Decidió interrumpirlo para que no se torturara más a sí mismo.

—Solo pasa, Jamie. Anda.

Lo invitó, meneando su cabeza de lado. Jamie suspiró aliviado.

—¡Gracias!

El erizo se adentró, una vez estando adentro colocó la canasta en la mesa de centro.
Sonica se dirigió a la cocina por un par de vasos y una jarra de agua de limón.

—Perdón por la vestimenta. Tú te ves muy bien, por cierto —comentó desde la cocina.

—¿E-eh? — "Oh Dios mío. Ella lo ha notado. Notó que me arreglé." Y pensando eso, se ruborizó— ¡Gracias, Sonica! P-pero no es necesario que te disculpes, esta es tu casa y además tú siempre te ves increíble, porque eres hermosa de cualquier forma.

Aquello le había llegado al corazón, en un momento en que justo lo necesitaba. En un momento en que quizá su ego no estaba en los mejores niveles.
Sonrió suave pero era una sonrisa triste, y apretó fuerte el mango de la jarra para que no se le cayera.

Sabía a qué venía ese comentario y toda esa reciente mayor insistencia, de hecho. Creía saber, creía ser consciente de lo que ocurría.
Pero quería ignorarlo.

Suspiró y tomó fuerza antes de volver a la sala con él con su sonrisa de siempre.

—Limonada. Espero te guste.

—Cualquier cosa mientras sea contigo, Sonica.

Ella sonrió. Ambos sonrieron.

El chico terminó sacando pizza casera de su canasto, porque sabía que a ella le gustaban ese tipo de comidas.
Sonica sonrió de inmediato al notar el detalle del chili sobre la pizza. Casi hasta se olvida de su mal humor.

¡Ya no soy un niño!〖 Sontails Boom 〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora