Capítulo 23
Jared
Las intensas luces fluorescentes parpadean y se activan. Jared tiene que usar una mano para proteger sus ojos del brillo repentino; la ira enrojece sus mejillas al oír a su secuestrador reírse del gesto. Cuando los ojos de Jared se ajustan al brillo, mira hacia arriba y ve que el hombre fuera de su celda se ha acercado. Hay algo en su mano, tan largo como su antebrazo y negro, un bastón. Hace un ruido sordo y carnoso cuando lleva el final que no está sosteniendo contra la palma de su mano libre. Jared retrocede, las cadenas atadas a los grilletes de metal en sus muñecas y tobillos raspan y tintinean mientras se retira de la locura que tiene delante. La celda es demasiado pequeña, aunque, incluso de espaldas a la dura pared de hormigón, sabe que aún estará a su alcance.
—Ah vamos, cielo, no hagas esto más difícil de lo necesario. —Su captor se ha movido hasta estar frente a los barrotes, su mirada hace que la piel de Jared se erice. También hace que Jared esté decidido a no dejar que el gilipollas le toque, al menos no sin pelear.
Un brazo musculoso se levanta, guiando el grueso bastón negro a través de los barrotes. Una luz brillante aparece en el extremo del bastón y hay un fuerte zumbido eléctrico. Con un rápido pinchazo, antes de que pueda girarse, el arma hace contacto con el estómago de Jared. El dolor es instantáneo
El atacante de Jared se ríe, el sonido resuena y rebota en las paredes de hormigón. Es esa risa, más que el dolor, lo que hace que la ira aumente en Jared. La siguiente vez que oye el crujido ominoso del bastón eléctrico, Jared se retuerce y se lanza, agarrando la mano que sostiene el arma mientras evita desesperadamente el arco de electricidad que ilumina el final. Tira y gira el brazo; doblándolo hasta una posición poco natural. Hay un rugido de rabia y dolor por parte del otro hombre mientras Jared tuerce la muñeca un poco más, disfrutando, por una vez, de ser él, el que inflige el dolor.
Jared tiene al sádico bastardo contra los barrotes, su fea cara empujada contra el metal. La saliva vuela de sus gruesos labios mientras maldice y grita, sus ojos abiertos y enloquecidos. Jared intenta hacer que el agarre del hombre sobre el bastón se afloje, mientras evita su longitud y la punta chispeante, no ve la mano que atraviesa los barrotes. Sólo ve las estrellas que florecen ante sus ojos cuando su cabeza es golpeada, una, dos veces, en los barrotes de su jaula. Y entonces no ve nada en absoluto.
Jensen
El viaje a la dirección que Kane consiguió relacionar con la matrícula parece durar una eternidad. Una vez en la carretera, Kane llama a su contacto, poniéndolo en altavoz y dándole el número tomado del móvil de Danneel. La voz de la mujer del otro lado promete volver a llamar tan pronto como tenga algo.
Hay un silencio tenue entre los dos hombres durante el resto del viaje. Kane, sin duda haciendo planes, concentrándose en lo que harán cuando lleguen a su destino y cuál será su próximo movimiento si esto resulta ser un callejón sin salida. Jensen, sin embargo, sólo tiene una cosa en su mente: los pensamientos sobre lo que le pueda estar pasando a Jared dan vueltas y vueltas dentro de su cabeza. ¿Estará herido o será algo peor? Por décima vez considera llamar a Maggie, si encuentran a Jared y está herido... Jensen destierra ese pensamiento, no dispuesto a dejarse caer por esa madriguera de conejo en particular.
Cuando Kane finalmente se detiene, están en las afueras de la ciudad, las casas están destartaladas; muchos de los inmuebles están vacíos o derribados. El edificio de dos plantas que han levantado allí tiene pintura amarilla descascarillada y basura apilada en el patio delantero. Queda aún un rato hasta el amanecer y el lugar parece triste y sombrío en el escaso brillo anaranjado de la luz de la calle unas cuantas puertas más abajo.

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The Scarlet
FanficJared entra en el Scarlet, el principal club fetichista de Estados Unidos, sin tener idea de lo que realmente espera conseguir, tan solo con la seguridad de que tiene un tipo de necesidad que ya no puede seguir ignorando. Cuando conoce al deslumbran...