Capítulo 25

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Capítulo 25

Los aromas del tocino, los huevos, el café recién hecho y, en algún lugar del fondo, la dulzura de la mantequilla, rodean a Jared hasta que despierta. Se da la vuelta, desestimando todos sus dolores reavivados tan pronto como ve a Jensen, que está completamente vestido y acostado sobre las sábanas arrugadas de la cama, un café en una mano y los restos de algún tipo de bollo de hojaldre en la otra.

—Buenos días, guapo —dice Jensen, sonriendo a Jared—. Espero que tengas hambre. Te he traído el desayuno. —Se inclina hacia la pequeña mesilla de Jared. Su habitual desorden ha sido despejado y hay un plato de comida que se ve tan bien como huele, así como una taza de café, el logo en el lateral proclamando que es de un cafetería a un par de calles de distancia. Jared sonríe, recordando haberle dicho a Jensen que La Plaza hace el mejor café del estado. Recuerda la cariñosa risa de Jensen cuando Jared le dijo a su Dom que siempre lo pide en una taza para llevar, incluso si planea beberlo en una de las ajadas mesitas. Sabe mejor por el pequeño agujero de la tapa, le había explicado, para diversión de Jensen.

Miró a Jensen, sintiendo que su corazón se hinchaba. —Te acordaste.

Jensen no responde, sólo señala la comida de nuevo, tomando un sorbo de su propia taza. Jared se levanta, inicialmente descansando contra el chirriante cabecero, y cambiando de idea inmediatamente después, su espalda todavía demasiado tierna. Dejando que las mantas resbalen hasta su cintura, agarra el plato, el olor a tocino y huevos le hace la boca agua. Coge su cuchillo y su tenedor, pero no empieza a comer. Vuelve a mirar a Jensen, esperando el permiso. La ceja de Jensen se arruga. —Come y bebé, antes de que se enfríe.

Jared no está seguro de cómo interpretar la reticencia de Jensen para dar el permiso apropiado, y un hilo de preocupación lo atraviesa, pero lo guarda para examinarlo más tarde y empieza con la comida. Al primer glorioso bocado, Jared se da cuenta de lo hambriento que está y sigue con gusto, devorando el resto del plato. Cuando el último de los crujientes trozos de tocino ha desaparecido, Jared va a por el café. Se da cuenta de que los ojos de Jensen están sobre él, una ligera sonrisa en sus labios. —¿Tienes hambre, Jared? —pregunta Jensen.

La sonrisa que devuelve Jared es algo tímida, —Un poco. —Toma un largo trago de su taza y suspira; es justo como le gusta, cremoso, con un toque de frutos secos y la temperatura justa. —La comida estaba muy buena, gracias. Y el café es perfecto. —Toma otro trago de cafeína, lamiendo el sabor persistente de avellana de sus labios.

—¿Qué hora es? —pregunta Jared, volviéndose hacia Jensen.

Jensen no contesta de inmediato, su atención fija por un momento en la boca de Jared. —Casi las once —responde Jensen finalmente, desechando su taza vacía. Se da la vuelta, coge algo de la mesilla y se lo presenta a Jared con una floritura. Hay un signo de confusión entre las cejas de Jared cuando toma la caja de cartón blanco ofrecida y abre la tapa; dentro hay una "garra de oso", gemela de la que Jensen había estado comiendo. Jared sonríe ampliamente y toma el bollo, el azúcar en polvo cubriendo sus dedos, y da un mordisco. Murmura su disfrute y cierra los ojos para saborear el dulce con sabor a nuez. Cuando los abre de nuevo, Jensen lo mira con diversión.

—Te preguntaría si te gustó, pero es bastante obvio que sí —dice Jensen, una sonrisa indulgente en sus labios.

Antes de que Jared pueda responder, Jensen se inclina y arrastra su lengua sobre los labios entreabiertos de Jared, lamiendo la dulzura de su boca antes de cerrar el espacio entre sus cuerpos y empujar sus labios firmemente juntos. El ligero raspado de la barba de la mañana y la persistente dulzura del azúcar en polvo sólo aumenta el calor del largo y lento beso.

The ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora