Capítulo 16

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Capítulo 16

Cuando Jared llega a casa del trabajo el viernes, el traje le espera, lo saca de la bolsa de la ropa y lo revisa. Se ve bien, elegante y clásico, una camisa blanca y... sí, una pajarita negra de verdad incluida.

Recuerda al extraño hombrecillo, Misha, sus ojos inteligentes y sus manos inquietas. A pesar de todo, parece ser bueno en su trabajo... ...los dedos de Jared aun viajan sobre la suave tela negra, cuando una horrible idea surge en su cabeza. Saca los pantalones de la percha y los examina con alivio, desterrando las visiones de recortes de culo y adornos brillantes.

Jared mira el reloj de su mesilla y decide que tiene tiempo suficiente para probarse rápidamente el traje antes de comer, ducharse y bajar al club.

Por un momento, no reconoce al hombre que lo mira en el espejo. El traje se le ajusta a la perfección. Los pantalones abrazan su culo sin ser obscenos, la chaqueta es lo suficientemente ancha en los hombros, pero se estrecha hasta la cintura, mostrando su físico sin hacer que parezca un gorila.

—Bond, James Bond.

Debido a la interrupción, Jared se gira hacia la puerta, que ahora está abierta y con un Chad de aspecto muy engreído apoyado en el marco. La expresión en la cara del otro hombre le dice a Jared que lo próximo que salga de la boca de su compañero de cuarto será, en opinión de Chad, no sólo hilarante, sino también el colmo del ingenio. Jared duda seriamente que sea cualquiera de las dos cosas.

—Doble ohhhhh, por favor, Maestro, ¡azóteme!

Chad se ríe de su propia broma antes de ser silenciado por la almohada que le golpea en la cara con la fuerza suficiente para hacerlo caer sobre su trasero. Entonces es Jared el que se ríe.

******

Hay un cartel en la puerta del club cuando Jared llega, informando de que el club está cerrado esta noche por una fiesta privada. Jensen no lo había mencionado cuando hablaron durante la semana, pero tampoco cree que eso hubiera marcado ninguna diferencia y, sin pensarlo más, abre la puerta.

Hay un grupo de gente en el vestíbulo y dejan de hablar para mirarlo cuando entra. Jared está a punto de cruzar en línea recta, directamente a las habitaciones de Jensen, cuando un tipo con una camisa blanca de poeta y pantalones de cuero le llama.

—Lo siento, querido, las entregas son por la parte de atrás. —dice, mirando los vaqueros rasgados de Jared y la camisa de cuadros sobre la ajustada camiseta blanca que abraza su pecho. Su tono es condescendiente, el acento marcadamente británico.

—No vengo a entregar nada —afirma Jared, atrapado entre la vergüenza y la molestia. —Estoy aquí...

—Bien, entonces, es sólo para invitados, me temo. Hay un cartel en la puerta. —Ahora mira a Jared como si fuera deficiente mental.

—No, yo sólo...

Esta vez lo interrumpe una mujer grande en látex rojo, con una piel tan suntuosa, suave y achocolatada como su profunda voz. —Oh, cállate, Allen, este debe ser el nuevo sumiso de Jensen, mi madre, que pedazo de hombre. —Se acerca a Jared, con las caderas balanceándose y los ojos brillantes.

—Jensen te ha estado escondiendo. ¿Por qué no le pides muy amablemente que te deje venir a jugar con nosotros esta noche? —Su mano, con los dedos coronados por garras de rubí, se apoya en su cadera y la otra traza la línea completa de su pecho allí donde casi explota por encima del escote de su vestido.

Los pasos en las escaleras llaman la atención de Jared y es con alivio que ve aparecer a Jensen. Tan devastador como siempre, con pantalones oscuros y camisa, el cuello abierto lo suficiente como para insinuar la perfección bajo la tela.

The ScarletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora