Capítulo 2. Trabajo

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Estaba lloviendo y hacía frío.

Llevaba media hora esperando en el callejón, calándome hasta los huesos.

Sí tuviera alma seguro que también me la habría mojado… Esperaba algo… o más bien, a alguien, que parecía que no haría acto de presencia.

Esta era una de las partes que más odiaba de mi trabajo, podría decir que amaba “observar” cosas pero realmente allí no había nada.

Estaba en mitad de un polígono industrial, con unos pocos edificios de urbanizaciones “colmena” de esas que vendían a precio de ganga en cualquier lado. Sucias y aburridas. Todo era demasiado lúgubre como para llamar mi atención. Ni siquiera podía percibir a ningún gamberro o ladrón haciendo algo interesante por los alrededores.

A lo cual solo me dejaba la opción de esperar sin ninguna otra diversión que morderme los pellejos de los dedos, contar  elefantes balanceándose sobre la tela de un araña y apoyarme en la pared.

-Gloria divina de los infiernos y resurrección de Caín como no llegue pronto me acabaré cortando las venas por diversión…

Antes de que pudiera seguir maldiciendo más Seth apareció por la esquina del callejón.

-Ey

-¿Ey? ¿llegas tarde y solo dices ey?. - Tenía unas horribles ganas de estrangularlo y borrar esa sonrisa de su cara. -Ya puede ser algo que haya merecido el hecho de que tenga agua hasta en el alma.

-¡Calla! no blasfemes - dijo mientras se acercaba tranquilamente sonriendo- si tu tienes alma, yo tengo pase vip en el salón del Noferin. 

Me dio un par de palmaditas en el hombro y me giñó un ojo.

-Vamos, hablaremos más cómodos dentro.

Se giró y le seguí. Seth no era un mal tipo, bueno… tipo no era la mejor denominación para él. Era un demonio menor, que se encontraba en el mundo humano buscando las almas que después los recolectores nos llevábamos al infierno. No era lo que se decía un trabajo gratificante, pero por lo menos sabía que antes o después yo acabaría matando a alguien, cubierto de sangre y demás cosas para mayores de edad que voy a censurar. Así que por lo menos algo era.

Los demonios menores solo localizaban a las “víctimas”, y se encargaban de proporcionarnos TODA la información, y cuando digo toda es TODA. Desde su color de ropa interior preferido, droga favorita y hobbies, hasta cuánto tardaba en llegar al orgasmo… Si, realmente era una mierda de trabajo. 

Entramos en un edificio “colmena” y subimos las escaleras. Seguí mirándole la espalda en todo el trayecto… era lo más interesante que podía encontrar en ese lugar muerto. Seth podría pasar por un humano totalmente normal, espalda ancha, uno ochenta, piel y pelo moreno, ojos verdes.... Todos nosotros pasábamos por gente normal, si te paras a pensarlo. Quitando el hecho de que éramos sexualmente irresistibles a cualquier humano y demás ventajas demoníacas, éramos prácticamente iguales a ellos. Físicamente, claro está. Sino sería mucho más difícil de lo que ya era pasar desapercibido entre ellos.

Entramos en una de las casas y me senté en el sofá. El fue a uno de los armarios y me trajo una toalla, me la dió y se dejó caer a mi lado en el sofá. La cogí y empecé a secarme el pelo.

-¿Y bien?- le dije mientras seguía secándome el pelo. Realmente no estaba demasiado interesado, si no tenía que ver con sexo, drogas o algún tipo de tortura que acabase con algo totalmente sangriento no merecería la pena.  

-Bueno, es una hombre...

-Empezamos bien- suspiré y le miré - ¿qué más?

- Tiene una discoteca en el centro, un garito nuevo. 

- ¿Drogas?

-Em… no

-¿alcohol?

-No

-¿Prostitución?

-No

-¿Entonces?

-Le gustan… las cosas especiales- dijo mientras abría los ojos

-¿Sadomaso?- le miré y abrí más los ojos.

-hahahahah nop

-Dios quieres ir de una puta vez al grano… no tengo tiempo que perder con charlas que no llevan a ningún lado.- tiré la toalla al suelo y me levanté del sofá.

Se echó a reír y se reclinó en el sofá

-Últimamente han estado habiendo desapariciones de chicos. Los cuales misteriosamente acaban en sus manos… y no se vuelve a saber de ellos.

-No me digas, los viola y los descuartiza

-Hahaha casi, pero no.

Me giré interesado, parecía que iba a ser divertido al fin de cuentas

-ya veo que he captado tu atención.

-Me tienes entero para ti- le dije mientras le guiñaba un ojo.

-Ya veo… - dijo mientras se levantaba y se acercaba a mí, me empujó contra la pared y me acorraló allí. Se inclinó hacia delante para besarme.

- No me malinterpretes, no me van los de tu clase -  le pegué un empujón y lo aparté. Se echó otra vez a reír.

- vaya, para ser un demonio tienes muchos prejuicios ¿no?

-No, ninguno. Pero no te daría el placer de dejarte chuparmela- le saque la lengua. - deja de hacer el imbécil y sigue contándome lo del viejo ese.

Suspiró

-Esta bien. los adopta.

-¿Perdón?

-Que los adopta, a los chicos que desaparecen.

-Aham… y ¿que es lo que convierte a su alma en propia del mismísimo infierno? ¡que malvada acción! adoptar chicos de la calle ¡uy!. Que perverso ser… anda, ¡no me jodas!

-No lo hago, ¿no ves que no quieres? 

-... - puse los ojos en blanco y me crucé de brazos sobre el pecho.

-Los adopta y... Después los chicos desaparecen misteriosamente. Nadie los vuelve a ver.

-¿Así que mi teoría es cierta?

-No del todo. Los tiene encerrados en un sótano en la discoteca. Le gusta jugar a los papás con ellos. Crea su “familia feliz” allí abajo.

-Define familia feliz

-Los tortura, les hace creer que solo le necesitan a él, y los mantiene allí abajo hasta que los propios chicos se suicidan o él se cansa y los mata a golpes en un ataque de ira. Es un maltratado y un psicópata como tú.

-Ya veo - sonreí de oreja o oreja - me gusta… parece que mereció la pena esperarte.

- Te lo dije.

- Así que, solo debo hacerme pasar por un niño de la calle, perdido y desamparado cerca de su discoteca, y él vendrá a recogerme. Fácil.

Me giré para marcharme, ya no necesitaba más.

- No tan deprisa, -me paré con la mano en el pomo  de la puerta - él no te recogerá de la calle y te dirá ay pobre chico ven, voy a ser tu papá. Debes de insinuartele, es un cabrón pero no maltrata a niños, sino a chicos, con caras dulces y angelicales, exactamente con la misma cara que tu tienes, no necesitas cambiar de forma. Cuando ya los tiene comiendo de la palma de su mano, es cuando todo esto sucede. 

-oky, i get it… cabrón gay que le gusta jugar a la happy family y metersela a imbéciles con cara de niños- abrí la puerta y salí de la casa, antes de que a Seth se le ocurriera también jugar a “recoge el jabón en la ducha de la cárcel”.


Heaven tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora