Capítulo 15. Ideas.

15 2 0
                                    

Eiza me llevaba de la mano como si fuese un niño pequeño por los largos pasillos del palacio... Cómo si le diera miedo que me pudiera perder o cómo si le diera miedo dejarme solo y que me marchase del palacio.

Estuvimos andando un buen rato sin decir nada, hasta que se paró delante de una puerta, se giró y me miró.

- Entra, ésta es tu nueva habitación.

- Uy, si que está el servicio rápido por aquí en el infierno. Ni que lo hubieras tenido todo planeado antes de que yo llegase. - le miré y levanté una ceja.

Eiza se echó a reír y le dió un empujoncito a la puerta para abrirla. Yo entré, la habitación era enorme, del mismo estilo que el resto del palacio como no, paredes blancas suelo de mármol, ventanales enormes, una cama con dosel blanca, una mesa de mármol blanca. Todo tan blanco.

- Y pensar que supuestamente el infierno debería ser un lugar inhóspito.

- Porque a los humanos se les inculque que este lugar es un castigo, un lugar de tortura y sufrimiento, eso no significa que tenga que ser un lugar horrible. La ignorancia y la guerra crearon eso.

- Lo sé.

- Nosotros solo cumplimos un papel en este cuento, Jacob. Nunca lo olvides.

- Solo somos piezas de un juego.

- Pero es un juego mucho más grande que tú o que yo. Sin nosotros, nada podría seguir.

Me giré y le miré.

- La vida y la muerte es solo un juego ¿no es así? Para todos aquellos que la controlais.

- Jacob, algún día aprenderás que matar a veces tiene su sentido y que esos pequeños sacrificios que hacemos tienen una razón de ser. Volveré a por ti cuando todo esté listo.

Me volvió a sonreír antes de cerrar delicadamente la puerta y marcharse.

Okay, básicamente había pasado de ser el chacho del infierno a princeso consorte, perfecto.

Me paseé por la habitación y me dejé caer en la cama de espaldas.

- Fantástico, estupendo, maravilloso…

Así que ahora me tocaba esperar, esperar a que vinieran me lavaran el cerebro con lejía y amoníaco y mi mente quedase tan blanca como las almas que salen del purgatorio. Básicamente olvidaré todo lo que he vivido en mi anterior vida y mis poderes, los que todo demonio tiene sellados, se desatarán. Poder por borrado de memoria.

Suspiré.

No es como que me importase olvidar, pero no estoy seguro de querer pasarme la vida de lameculos de la corte, por mucho que quisiera a Eiza, que había sido la única madre que había conocido, porque tampoco estoy seguro de haber tenido una o de haber nacido por ciencia infusa, el hecho de quedarme aquí encerrado... me asfixiaba. ¿Por qué tengo que olvidarla a ella?

¿Quien cojones eres para que fueses tan importante en mi vida, que hasta ahora que estoy muerto sigues apareciendo?

- Elda... ¿quién eres tú?

Me levanté de la cama, y fui a la mesa, abrí uno de los cajones y cogí un papel y un lápiz. Me tiré al suelo y me puse a dibujar.

Si, que puto sentido tiene dibujar en el suelo, teniendo una bonita y estoy por jurar, cara mesa, estupenda para dibujar, pues básicamente que me gusta el suelo. Cosas de "adolescentes".

Hice un boceto intentando recrear cada parte de su cara que recordaba. Un inútil intento de hacerla más real, y no uno de mis sueños.

Cuando acabé lo miré detenidamente. El corazón me empezó a latir rápidamente, como si quisiera romperme las costillas y salir corriendo.

Heaven tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora