Capítulo 3. El Antro.

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El olor a sudor, sangre y obscenidad se extendía por todo el lugar.

Cuerpos restregándose unos con otros, a lo que algunos niñatos de esta época llamaban bailar. Para mi, se veía más como la primera fase del rito de apareamiento de algún animal salvaje. Sería por eso que me encantaba ver a los humanos. Eran la mar de divertidos. La personificación de los pecados capitales y la razón de que yo pudiera disfrutar de ellos a mi propia manera.

Las luces rojas le daban un ambiente de antro inmundo, más de lo que se podía esperar. Estaba en una de las esquinas más oscuras del lugar apoyado en la pared. Sí, esto se estaba convirtiendo en mi hobbie habitual, esperar a gente apoyado en paredes. Lo bueno es que tenía una muy buena vista del “paisaje” y está vez no me estaba mojando.

- Bonito ¿qué haces por aquí? ¿te has perdido?

No desvié la mirada hacia la “peculiar” mujer, si se la podía llamar mujer, que se me había acercado.

- Si, me he perdido.

Se acercó más, y puso su mano en mi brazo.

- Oy pobre, tus padres deben de estar realmente preocupados por ti… - dijo mientras exageraba un gesto de falsa preocupación y se llevaba una mano a la boca.

- Gracias a dios están muertos, así que no creo que se preocupen desde la tumba. - me giré y le sonreí. Le miré de arriba abajo. Llevaba un vestido ajustado de tirantes lila que dejaba al descubierto sus musculosos brazos, creo que eran de mi mismo tamaño de perfil.

Llevaba una peluca rosa y un maquillaje demasiado exagerado para ser bonito. Sus ojos estaban maquillados de tal forma que más que un humano parecía salida de un manga japonés.

- ¿He aprobado? - me volvió a sonreír. - ¿por qué no vamos a jugar un poco atrás? mi niño perdido - Se mordió el labio, me agarró más fuerte del brazo y me puso la otra mano sobre el pecho.

- No creo que mis juegos te gusten- Le dije mientras me echaba a reír.

- Me gustan todo tipo de juegos…

Le miré otra vez de arriba abajo, justo en ese momento vi por el rabillo del ojo que había movimiento en la entrada del local. Agarre a mi querida amiga de las muñecas y me giré dejándola atrapada entre la pared y yo y la susurre al oído.

- Lo siento pero odio el rosa.

Me giré y dejé tirada allí mismo a mi querida amiga de género sospechoso. Me metí entre la masa de cuerpos que era la pista de baile, ya que era el camino más corto hacia donde se encontraba mi “encargo”. Después de más de un intento de sobarme ciertas partes, digamos más o menos personales, por parte de alguno de los presentes, guiños de ojos, besos al aire, mordidas de labios y demás, llegué a la otra punta de la pista de baile.

En vez de ir directamente hacia la zona VIP, que era a donde se había dirigido mi querido nuevo “Papi”, fui a la barra y me pedí una copa.

Necesitaba una buena oportunidad para acercarme a “Papi-chan” porque sino sus guardaespaldas me patearían el trasero, o bueno, lo intentarían. Cosa que no está mal, pero preferiría tener que evitar el cargarme a toda la gente del antro y montar un numerito. Tenía mi propia forma romántica de hacer las cosas.

Pedí un vodka con hielo y me lo bebí de un trago… y si, ahora es cuando todos esperáis que me coja tal menopea que no me tenga en pie… Siento decepcionaros, pero los demonios no nos emborrachamos.

Me tome 4 más, tratando de llamar lo máximo posible la atención de mi Papi Chan, el cual ya me estaba mirando desde lo lejos. Pedí mi sexta copa y fui andando en S, exagerando la "borrachera" hacia la zona VIP, haría como que me dirigía al baño y pasaría por allí más borracho que una cuba, a ver que hacía Papi chan por rescatar a un ser tan “vulnerable” como yo.

Heaven tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora