Capítulo 13. El Palacio.

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Aún no puedo creer que Shio haya dejado a Seth atacarme. Bueno... creo que todavía me sorprende más el hecho de que tuviera un vestido de maid.

Me retorcí y me senté en la cama. Debería darme prisa y salir corriendo antes de que venga ese maldito estúpido a acabar de abrirme el orificio rectal.

Di un par de tirones secos pero la cosa seguía igual. ¿Cómo cojones me había atado tan bien en tan poco tiempo esa perra de Seth? Prometo que le castraré en cuanto vuelva a ser yo.

Respiré hondo y le pegué una patada al cabecero, la barra en la que estaba atado se dobló un poquito.

- Bueno, algo es algo, un millón de veces más y sales de aquí. Vamos Jake ¡tu puedes! Piensa en tu salud rectal...

Volví a repetir la misma acción hasta que conseguí partir la barra. Saqué la toalla y salí de la cama.

Corrí escaleras abajo hasta la cocina, entré y abrí uno de los cajones. Saqué un cuchillo y rajé la toalla.

Y si os estaréis preguntando¿una cocina en el infienro? ¿los demonios comen? Siento decepcionaros con tanto cuento que os han contado durante siglos, pero el infierno es una copia del mundo humano, un poquito más gris por el azufre pero exactamente igual. Así que contestando a las preguntas en el aire, sí, tenemos cocina y sí, podemos comer y es más, lo necesitamos. Puede que no con tanta frecuencia como un humano pero lo necesitamos, aunque el hacerlo diariamente es más por costumbre transmitida por la humanidad que por necesidad.

Volví corriendo por las escaleras a mi habitación. Saqué ropa de uno de los cajones y me la puse a toda velocidad. Como un puto fórmula 1. Pillé unas zapatillas y me las puse a medio camino mientras salía por la puerta.

Sería de locos quedarse en esa casa en estas condiciones, con Shio cabreada y Seth como perra en celo. Que o uno o otro, o ambos juntos cual trio, podrían acabar con mi virginidad anal y, no estoy dispuesto a ello.

Corrí por el infierno como alma que lleva el diablo (si, irónico lo sé), hasta que llegué a la laguna perla. Se llama así porque el agua tiene un color negro perlado. Preciosa de ver pero letal si se te ocurría meter un solo pelo en ella.

Así que mejor que mejor si evitábamos morir hoy, que aunque tampoco tenga nada interesante que hacer con mi existencia demoníaca, mas que joder al personal, mejor morir otro día. Bastante había tenido ya con el Team Seth peta anus.

Me dirigí hacia el puente de cristal para poder cruzar al otro lado, si somos demonios y nos sale del alma tener puentes de cristal en el infierno. Para algunas cosas somos muy posh.

Al otro lado de la laguna perla se encontraba el castillo real, donde vivía, por si no fuera putamente obvio la "realeza demoníaca", básicamente los que dirigían el cotarro aquí abajo.

La realeza demoníaca llevaba siglos "limpia", eso quería decir que llevaba gobernando la misma estirpe desde antes de que los dinosaurios se extinguieran, así para explicarlo rápido.

Eran los demonios más fuertes de todo el infierno y, también los que menos usaban sus poderes. Total controlaban al infierno entero y solo con soplarte te podían eliminar, así que no había mucho loco que se le ocurriese molestarlos, a menos que desease una muerte rápida o lenta y dolorosa dependiendo de lo sadicos que se sintiesen ese día.

Entré dentro del palacio, que era unas de las más grandes maravillas que uno podía ver en su vida, desde fuera era un edificio de color negro perlado, igual que la laguna, parecía cristal negro pero puedo asegurar que no era cristal, ni una bomba nuclear lo tiraría a bajo. Por dentro, era un edificio de techos altos, y en comparación con el exterior era entero de mármol blanco, con grandes escaleras y pasillos infinitos en los que perderte. Un bello laberinto.

Heaven tearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora