[[ UN HIJO TUYO]]JOEL PIMENTEL //

Capítulo 14//Marido y mujer

El sábado siguiente, Joel llamó a la puerta del dormitorio de Julieta  poco después de las ocho. Ella sabía que él llevaba una hora despierto, haciendo ejercicio en el gimnasio del tercer piso.

— Entra —gritó ella.

— Buenos días —saludó Joel con una toalla al cuello—. ¿Quieres que le pida a Finn que traiga el desayuno?

— No, prefiero bajar.

— Deja que Finn se ocupe de ti —insistió Joel acercándose a la cama antes de que ella pudiera levantarse—, ¿por qué no conservas tus energías?

— ¿Para qué? ¿Para la siesta? —sonrió Julieta.

— Bueno... la verdad es que hoy había pensado que fuéramos de boda, si no estás demasiado cansada.

— ¿Te refieres a nuestra boda? —preguntó Julieta abriendo enormemente los ojos—. ¿Nos casamos hoy?

— No hay razón para esperar, ¿no crees?

— No, ninguna —se encogió ella de hombros—. Está bien en marcha.

— Estupendo —contestó Joel marchándose—. Le pediré a Finn que traiga el desayuno y que te ayude a elegir el vestido.

Dos horas más tarde, Julieta estaba sentada en un banco, en el pasillo frente al despacho del juez de paz. Finn estaba sentado junto a ella, mientras Joel caminaba nervioso de un lado a otro.

— Estás preciosa —comentó Finn—. El traje color marfil ha sido una elección muy acertada.

Julieta sonrió sin dejar de observar a su futuro marido, que parecía mucho más nervioso de lo que hubiera debido, teniendo en cuenta que era él quien la había avasallado a ella, precipitándola en aquella situación.

— Jamás esperé casarme con ese vestido cuando me lo compré.

— Oh, Dios mío, pero si faltan las flores —exclamó Finn poniéndose en pie y corriendo al lado de Joel—. Voy a comprar flores. No pueden casarse sin flores.

— Pues trae una cámara de fotos de paso, una de esas de usar y tirar —contestó Joel—. Ya lo has oído, no podernos casarnos sin flores —murmuró en dirección a Jol, cuando Finn se hubo marchado.

— ¿Quieres apostar? —bromeó Julieta —. Es curioso salir a la calle, después de tanto tiempo en la cama.

— No puedes imaginarte lo aliviado que me siento de verte repuesta al fin —comentó Joel sentándose a su lado, en el lugar en el que había estado Finn, estrechándola en sus brazos.

— Tanto como yo, supongo. Cuando planeé quedarme embarazada, no se me ocurrió que pudiera tener problemas. Tengo que volver al trabajo.

— Es posible que tengas que seguir con un horario un poco distinto del habitual, cuando vuelvas al trabajo, ¿sabes?

— ¿Un horario distinto?

— De media jornada, hasta que el médico diga lo contrario —explicó Joel—. Los embarazos múltiples presentan más riesgos que el resto.

— En cuanto se me pase esto, estaré bien —afirmó Julieta negándose a creer lo contrario.

Julieta se sentía incapaz de abandonar la galería. Había puesto mucho empeño en llegar a donde estaba, y no quería verlo en peligro. Finn regresó con las flores y los hizo posar para tomar fotos. Finalmente, la puerta del juzgado se abrió. Por ella salió una pareja, seguida de los invitados, Julieta tragó, nerviosa, y Joel la tomó de la mano guiándola dentro.

La ceremonia no duró mucho, Julieta deslizó el anillo en el dedo de Joel con manos temblorosas, y así seguía, temblando, cuando él hizo lo mismo. Las manos de Joel, en cambio, permanecían serenas, cálidas. Ella rodeó con el brazo mientras pronunciaban los juramentos. Cuando la besó, lo hizo brevemente, pero la suave presión de sus labios y el rápido lametón de su lengua la excitó.